Crueles paradojas
Pablo Helguera
“Sé tú mismo. Todos los demás puestos están ocupados”. Esta sentencia atribuida a Oscar Wilde –paradigma del crítico artista– por Pablo Helguera (México, 1971), resume su corrosiva poética del aforismo aplicado al exiguo, pero ilimitadamente narcisista, mundo del arte. En Atlas de lugares comunes: Cuaderno para artistas (2015), reunió una colección de fragmentos cuyo ácido brillo ilustra muy bien el renacimiento del género auspiciado por las redes sociales: “Con esa nueva forma de comunicación comenzó a resurgir el formato breve. Casi cada día ponía una frase en Facebook”, explica Helguera. El creador enredado trata de convencer a su propia conciencia de que nunca traicionará su estilo ni venderá su soledad.
El fracaso está sobrevalorado.
La mayoría de nosotros sobrevive al fracaso; casi nadie sobrevive al éxito.
Como artistas soñamos con estar bajo los reflectores, sin darnos cuenta de que no es más que otra forma de invisibilidad.
La verdadera prueba de un artista es lo que hace después de alcanzar renombre.
La fama es el castigo más buscado.
Permite que tus primeras impresiones te engañen.
El mejor regalo que podemos hacernos es ser tan exigentes como podamos.
“Yo no trabajo duro, trabajo inteligentemente”, dijo. Pero no era lo bastante inteligente como para darse cuenta de que tenía que trabajar más duro en el trabajo de ser inteligente.
El espectáculo es el mensaje.
Conocí a un don nadie que se ponía en el centro de cada fotografía importante. Por esa notable habilidad, incontables don nadie buscaron fotografiarse con él.
Lo mejor que se puede decir de él es que su interés en su propia obra es sincero.
Los peores momentos del proceso creativo son aquellos que los otros idealizan.
Todo artista desea tener su propio biógrafo.
Existe una línea muy fina entre coleccionar y acumular.
Como sucede hoy con la mayoría de las empresas exitosas, la obra de arte más importante es un sistema de distribución sin contenido.
El indicador de que un artista se ha convertido en una marca es que deja de producir buenas obras sin que el mercado se dé cuenta.
El arte es un barrio gentrificado cuyo último callejón oscuro anhela todo el mundo.
Tolerancia para lo interminable es la verdadera prueba de madurez.
El mundo del arte fomenta ideas avanzadas por medios conservadores.
El camino hacia el olvido comienza cuando la gente deja de responder tus correos electrónicos.
¡Elitismo para las masas!
¿No deberíamos tener una publicación que reseñe y evalúe a los críticos de arte?
Es fácil pedir el desmantelamiento del sistema. Lo difícil es hacer que el sistema funcione.
Me gustaría que los artistas supieran que cuando hablan a las instituciones están hablándole al vacío.
El arte es rentable en la medida en que aumenta la autoestima de las personas con recursos para comprarlo.
Cuando somos elogiados, nunca es suficiente.