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Femeninamente (II)

En las páginas de su Filosofía en los días críticos, Chantal Maillard declara: “Pienso sintiendo; pensando siento”. Cruce de filosofía y poesía, el aforismo parece adaptase de manera óptima a esa contigüidad de intelecto y sensibilidad que constituye uno de los rasgos proverbiales del carácter femenino. ¿Guarda relación con ello la eclosión de autoras que el género breve ha experimentado en España durante la última década?

Ampliando el diafragma, cabría reflexionar sobre la idoneidad de la escritura fragmentaria —cuyos saltos, como observa Maillard, reproducen el proceder de la mente— para servir como hilo conductor de una educación sentimental universal. No en vano, los lugares donde se cocina el aforismo (cuadernos de notas, diarios de apuntes, libros de bitácora) son tan íntimos y cotidianos. Presentamos a cinco pioneras, dos de ellas desaparecidas, cuyas voces nos invitan a un banquete tan frugal como nutritivo.

“La vejez es la niñez de la muerte”

Gloria Fuertes

“Acordar, poner de acuerdo, recordar, hacer que las cosas concuerden. El lenguaje es muy sabio, porque todas estas palabras tienen raíz cordial, tienen que ver con el corazón. El hilo de la memoria, aquel con el que cosemos las historias de ayer con las de hoy y las propias con las ajenas, se ovilla en el corazón. Menuda taquicardia cuando ese ovillo se enreda. Cuando no somos capaces de poner de acuerdo ni de recordar, la sangre fluye atropellada, vamos de mareo en mareo, de tumbo en tumbo, la brújula del corazón averiada”

Carmen Martín Gaite

“Un inmortal es el que se sale de la fila”

 

“Con la melancolía nos llevamos bien; la tristeza nos derrota”

 

“El telón de la vida se levanta con la primera derrota”

 

“Los textos de Simone Weil atraen como seda y golpean como piedra”

Dionisia García

“Solidez. Hay lugares donde la solidez hace historia. Hablo de las piedras”

 

“Lo único que llevamos puesto, al final, es el dolor que hemos infligido”

Chantal Maillard

“Es conocido aquel aforismo de Kierkegaard en el que cuenta cómo, interrumpiendo la representación, un payaso sale a escena para informar al público de que un incendio se ha declarado entre bastidores. Los espectadores ríen, aplauden. El payaso vuelve a avisar, ahora a voz en grito. El público ríe y aplaude con más ganas. “Así creo que se irá a pique el mundo, en medio del júbilo generalizado de las sabias cabezas que creen que se trata de un chiste”, concluye el filósofo. Los aplausos son tambores de guerra”.

“Y, llegado aquí, mejor sería callarme. He formulado ya demasiadas opiniones como para poder considerarme libre de aquello que condeno. Me salva, no obstante, la costumbre de escuchar mis propios cuentos con cierto escepticismo y la distancia suficiente como para no importarme deshacer de noche lo que tejo de día”

Maillard

“La sonrisa es una línea curva que hace más recto el camino”

 

“La libertad más grande: hacer en la vida lo que se debe hacer”

 

La vida breve. Nunca Falla”

 

“Con lo fácil que es vivir: tiene solo tres fonemas, los otros dos se repiten”

Carmen Canet

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #258

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