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Libertad (I)

“¿Es de la libertad para ser esclavos o de la libertad para ser libres de lo que hacemos ostentación?”
— Thoreau, 1863

Grito reivindicativo por excelencia, emblema del compromiso político, concepto capital de la ética, atributo decisivo del arte y la cultura, valor incompatible con dogmas religiosos y acosado por el determinismo científico, ¿a qué aludimos exactamente cuando hablamos de libertad? Pensarla es caminar por el filo de la navaja de la condición humana, en cada uno de cuyos especímenes conviven un esclavo y un ser libre: el cuerpo material, siervo de la necesidad, y el espíritu abstracto, señor de lo intangible. Meditar acerca de la libertad, inseparable de la responsabilidad, su sombra viva, es meditar, como veremos, acerca del misterio mismo. El más fervoroso defensor del libre albedrío fue paradójicamente un esclavo, el filósofo Epicteto, quien a comienzos de la segunda centuria de nuestra era afirmaba: “Ser libres o esclavos no depende de la ley ni del nacimiento, sino de nosotros mismos”.

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