“Era el 92, 93 y no habíamos trabajado juntos en casi diez años desde que hicimos Uno de los nuestros. Bob [De Niro] quería que hiciera El cabo del miedo. Después de Uno de los nuestros, hizo Vida de este chico. Estábamos hablando por teléfono y dijo: ‘Estoy trabajando con este joven. Debes trabajar con él alguna vez’. Esa fue la primera vez que le oí recomendarme a alguien. ‘El chico es realmente bueno’, dijo”. Con estas palabras recordaba Martin Scorsese en una entrevista en Deadline la primera vez que supo de la existencia de Leonardo di Caprio. Treinta años y unas cuantas películas después de ese consejo, Di Caprio y De Niro se ven la cara por primera vez en una obra de Scorsese: Los asesinos de la luna, que llega a salas de cine el 20 de octubre antes de saltar, semanas más tarde, a AppleTV+.
A lo largo de tres horas y media, Scorsese desgrana en Los asesinos de la luna la masacre de la Nación Osage, pueblo nativo americano de la zona de Oklahoma que amasó una fortuna con el petróleo y que se convirtió en uno de los más ricos del planeta de la noche a la mañana. A finales del siglo XIX, la comunidad Osage compró legalmente las tierras de la reserva donde fueron desplazados, con el fin de evitar la injerencia gubernamental en favor de la población de origen europeo. Cuando descubrieron el potencial petrolífero de sus tierras durante la década de 1910, y tras haber firmado en 1906 un acuerdo con el gobierno de EE UU por el que se concedía a cada miembro Osage un derecho de propiedad de los fondos de la comunidad, de nuevo para evitar injerencias de carácter colonial, a principios de la década de 1920 sus miembros eran las personas más ricas per cápita del mundo. Su riqueza fue también su condena, porque atrajo a decenas de estafadores, timadores y empresarios corruptos, todos ansiosos por hacerse con la fortuna de la comunidad. Sin importar los medios empleados, del engaño al asesinato.
Entre el amor y la traición
Para poner en escena esta terrorífica historia, adaptada a su vez de la novela superventas de David Grann, Martin Scorsese y el guionista Eric Roth (Forrest Gump, Dune) han creado una epopeya que sigue a Leonardo DiCaprio en el papel de Ernest Burkhart, el marido de una nativa americana llamada Mollie Burkhart (Lily Gladstone), cuya familia desempeñó un papel clave en los asesinatos del pueblo Osage. Robert De Niro se pone en la piel de William Hale, un rico e influyente ranchero del condado de Osage y tío de Burkhart –“Es la banalidad del mal”, dijo en el Festival de Cannes el intérprete, comparando a su personaje con Donald Trump– mientras que Jesse Plemons encarna al agente del FBI Tom White, enviado por J. Edgar Hoover para resolver los asesinatos.
Durante su presentación en el pasado Festival de Cannes, Martin Scorsese explicó que el reparto y el equipo de rodaje compartieron mucho tiempo con historiadores y con líderes tribales Osage para desarrollar lo más detalladamente posible el filme. “Mi pueblo sufrió mucho y, a día de hoy, seguimos sufriendo las consecuencias”, afirmó en el certamen francés el actual líder de la Nación Osage, el Jefe Standing Bear. “Pero puedo decir, en nombre de los Osage, que Marty Scorsese y su equipo han restaurado la confianza, y sabemos que esa confianza no será traicionada”.
Según cuenta también en la entrevista de Deadline, Scorsese y su coguionista Eric Roth reescribieron el guion después de esta serie de encuentros, reenfocando el punto de vista de la cinta para situarlo en la cultura y experiencias de esta comunidad de nativos americanos: “Leo DiCaprio me miró y me dijo: ‘¿Dónde está el corazón en esta película?’. En ese momento Eric Roth y yo estábamos escribiendo el guion desde el punto de vista del FBI entrando y desentrañándolo todo. Mira, en el momento en que el FBI entra, y ves a un personaje que sería interpretado por Robert De Niro, Bill Hale, ya sabes que es un tipo malo. No hay misterio. Entonces, ¿qué queremos que sea la película? ¿Un policíaco? ¡A quién le importa! Ya hay fantásticos policíacos en la televisión”, comentaba el siempre apasionado Scorsese en esa publicación.
Por ello, Los asesinos de la luna se fija en el personaje de Di Caprio y en elaborar un dilatado retrato de su relación matrimonial, en la encrucijada del enamoramiento y la traición: “La única persona que tiene corazón en esta historia, además de Mollie Burkhart, es su marido Ernest, porque están enamorados”, apunta Marty. Los críticos no han cesado de señalar la actuación de Di Caprio como la mejor interpretación de toda su carrera, así como también la presencia de Lily Gladstone, sin duda una de las favoritas en la próxima temporada de unos premios estadounidenses marcados por la huelga de guionistas y actores en Hollywood.
Está por ver qué sucede en la temporada de premios, dada la incertidumbre que se ha instalado en Hollywood, y si tal vez la Academia vuelve a reconocer el talento de uno de los creadores estadounidenses más significativos de la historia del cine. Lo cierto es que sería una de las últimas oportunidades de galardonarlo, a tenor de las palabras con las que concluye Scorsese su entrevista en Deadline. Unas declaraciones que son de una conmoción profunda y con las que parece que el cineasta, defensor del patrimonio cinematográfico a través de The Film Foundation, se está despidiendo de nosotros y de su profesión: “Ojalá pudiera tomarme un descanso de ocho semanas y hacer una película al mismo tiempo [risas]. El mundo entero se ha abierto ante mí, pero es demasiado tarde. Demasiado tarde. Soy viejo. Leo cosas. Veo cosas. Quiero contar historias, y ya no hay tiempo. Kurosawa, cuando recibió su Oscar, cuando George [Lucas] y Steven [Spielberg] se lo dieron, dijo: ‘Ahora estoy empezando a ver la posibilidad de lo que el cine podría ser, y es demasiado tarde’. Tenía 83 años. En aquel momento dije: ‘¿Qué quiere decir?’. Ahora sé lo que quiere decir”.