¿Quién es Bella Baxter: una mujer o un monstruo? ¿Hija, madre, esposa, amante, hermana, criatura...? ¿Intelectual, luchadora, viajera romántica, figura subversiva? La heroína creada por el escritor Alasdair Gray en su novela de 1992 Pobres criaturas es todo eso, y mucho más. Por el momento, ha saltado de las páginas de ese desbordante libro, ya un clásico de las letras escocesas, a la gran pantalla y en la adaptación cinematográfica de Yorgos Lanthimos posee el rostro de Emma Stone, además de un futuro tan o más brillante que el del personaje literario.
El próximo 26 de enero llega a las salas de cine Pobres criaturas, la versión de Lanthimos de la novela de Gray con una Stone absolutamente arrolladora gracias a una interpretación que puede hacer de ese personaje un nuevo icono cinematográfico. Tanto la novela como la película explican la historia de este personaje, una suerte de reformulación en clave femenina del mito de Frankenstein mediante la cual Gray, y por extensión Lanthimos, explican el proceso de cómo se crea a una mujer. Anatómicamente, en parte, porque Baxter nace de la fusión del cuerpo de Victoria Blessington y del cerebro de su hija nonata; pero, sobre todo, socialmente, ya que el relato confronta el proceso de emancipación de la protagonista con una miríada de personajes masculinos que, al verse incapaces de subyugarla, tratan de controlarla por todos los medios posibles.
Pero, antes de responder al enigma de Bella Baxter, hay que abordar primero el material original, nacido de la mente de uno de los escritores de fantasía y ciencia-ficción más notables de la década de 1990, años proclives a que surgiera una plétora de nombres que lograrían reformular el género, de Ursula Le Guin a Gregory Maguire. Gray ya se había dado a conocer con la publicación de Lanark en 1981, pero fueron Pobres criaturas y A History Maker (1994) los textos que le catapultaron a la escena del momento. Esa misma década vio nacer las novelas Something Leather (1990), McGrotty and Ludmilla (1990) y Mavis Belfrage (1996), y la colección de relatos Ten Tales Tall and True(1993).
Como aquellos libros, recuerda Rob Maslen de The City of Lost Books, Pobres criaturas otorga un lugar destacado a las mujeres pero examinando las dos últimas décadas del siglo XIX imbricando la historia de los movimientos de las mujeres, el capitalismo industrial y el socialismo. En palabras del crítico Philip Hensher de The Guardian, la novela de Gray “plantea un serio melodrama filosófico e histórico, al igual que Doctor Jekyll y Mr Hyde o La isla del Doctor Moreau. Lo que al principio parece un divertido fárrago de virtuosas escocesas, malvados rastrillos ingleses, burdeles parisinos y monstruosos experimentos médicos, poco a poco se revela como una meditación sobre la moral sexual y sobre las nociones de feminidad”.
Contra la moral victoriana
Si el libro de Gray fusiona diversas voces para contar la historia de Bella Baxter, la de la protagonista, la de su esposo Archibald McCandless e incluso la del propio autor, la película de Lanthimos se centra en el relato que pone en escena McCandless y que asegura que Baxter es una mujer reconstruida como si fuera una criatura frankensteniana. De hecho, en la película, el guion de Tony McNamara suprime el pastiche posmoderno de la novela para sumergirnos directamente en la vida de este ser humano resultado de reconstruir una mujer a partir de dos criaturas: el cadáver de Victoria Blessington, una mujer burguesa maltratada primero por su padre y luego por su marido, General Aubrey Blessington De La Pole, recuperado por el cirujano Godwin Baxter; y el cerebro de su progenie, ya que la joven estaba embarazada cuando decidió quitarse la vida.
"El relato confronta el proceso de emancipación de la protagonista con una miríada de personajes masculinos que, al verse incapaces de subyugarla, tratan de controlarla por todos los medios posibles"
De este experimento a priori monstruoso nace una criatura que, a diferencia de la creada por el doctor Víctor Frankenstein, no viene acompañado de la tragedia y el horror, sino más bien de una energía y de un renacimiento llamado a subvertir cualquier convención social de la época: la moral sexual victoriana, el elitismo y el rígido sistema de clases británico, la crueldad que lo acompaña, y el colonialismo y otros sistemas de opresión. Bella, nace como niña ya en el cuerpo de una mujer, y va a ser educada por los preceptos liberales de su creador, basado en la experimentación, la inmersión cultural y la acumulación de conocimientos a través de la experiencia. De ahí, esa ansía de conocimiento y esa anarquía que muestra en los primeros compases de la película.
Pero, por encima de la pedagogía de Baxter, “la capacidad de Bella para ver el mundo con ojos limpios es su cualidad más transformadora”, cuenta Maslen sobre el personaje literario. “Es esta capacidad la que le permite resistirse con radical inhibición a las opresivas expectativas de género”, continúa el experto, “y desarrollar una conciencia social que ve el sufrimiento humano como algo terrible, doloroso, pero no inevitable. A sus ojos, el sufrimiento humano es un desencadenante de la reforma social”.
Con un personaje así, ¿cómo resistirse a llevarlo a la gran pantalla, darle forma y narrar su transformación emocional a la vista de todo el mundo? Una historia así sin duda parecía destinada a que Lanthimos la hiciera suya, pero según el director griego, Bella Baxter “no existiría sin Emma Stone”. La película es “ella, delante y detrás de la cámara”. Cineasta y actriz estaban hechos el uno para el otro, y fue La favorita la película que forjó sus destinos. Tras esa película, que llegó a estar nominada en diez categorías de los Oscar, Stone ha vuelto a aparecer en un cortometraje aun inédito de Lanthimos, Bleat, y ya han anunciado un cuarto trabajo juntos, titulado Kind of Kindness. Mientras, ella se postula como una de las grandes favoritas para lograr el premio Oscar a la Mejor actriz de la temporada por una película que, a todas luces, asume unos riesgos inéditos para una obra de Hollywood. Ese León de Oro logrado en la pasada Mostra de Venecia, no obstante, junto a los elogios de crítica y público en los sucesivos festivales del circuito por donde se ha visto, son motivos de peso para que la actriz y la película se conviertan en una de las sensaciones del año.