Ingredientes para una merienda
Elaboración
Este entrañable dulce se define como un bollo pequeño, redondo, realizado con harina, azúcar, huevos, aceite y leche, cocido al horno sobre un molde individual generalmente de papel rizado. De nuestra receta, solo faltarían el cannabis y la levadura en esta definición.
El origen del nombre de este conocido dulce es incierto y tiene fundamentalmente dos versiones bien distintas. La primera nos lleva a Commercy (Francia) en el año 1755. Allí veraneaba el rey polaco Stanislao I Leszczynski, que además de cazar también hacía fiestas y recibía a numerosas personalidades de la nobleza en su castillo. Una de esas a las que solía invitar era la marquesa Perrotin de Beaumont, cuya sirvienta era una campesina llamada Madeleine Palmier. En una de esas visitas, la marquesa ofreció unos dulces elaborados por su sirvienta al rey, que quedó prendado por su sabor y textura. Le gustaron tanto, que decidió bautizarlos con el nombre de la autora, Madeleine, y llevarlos a París para que disfrutaran de ellos en toda la corte.
La segunda versión nos sitúa en el Camino de Santiago, donde una joven vendía unos dulces esponjosos a todos los peregrinos que se encontraban por esos lares recorriendo el famoso camino. Esta joven, que se llamaba Magdalena, los elaboraba en la concha de una vieira, ya que en aquella época no existían muchos tipos de moldes. Además, le servía de marketing como recuerdo del tan famoso símbolo de este peregrinaje, ya que lo comentaba mientras las vendía para que los peregrinos recordaran dicha concha. Por eso, una de las características principales de las primeras magdalenas son las estrías, que recuerdan a la concha del peregrino. Los papeles individuales en los que se envuelven hoy en día llegaron más tarde.
Esta receta en particular pertenece a los monjes franciscanos, que saben cuidarse muy bien con sus elaboraciones dulces y saladas o incluso de cervezas o licores. El punto psicotrópico lo extraeremos en el AOVE. Para ello, comenzamos llenando un bote hermético pequeño con cogollos o restos de manicura de Black Toffee Auto, dependiendo de la potencia que busquemos. A continuación, vertemos el aceite en el bote hasta cubrirlo y lo dejamos macerar en un lugar seco y alejado de luz entre 30 y 45 días, moviendo el recipiente ligeramente un mínimo de una vez por semana. Pasado este tiempo, filtramos el contenido con un colador de tela y ya podemos usarlo a nuestro antojo.
La elaboración de estas magdalenas, como siempre intentamos en nuestras recetas, es extremadamente sencilla. Solo tenemos que coger un bol grande donde quepan todos los ingredientes, romper los huevos fuera del bol y verterlos dentro. Los batimos un poco, como si fuéramos a hacer una tortilla. Después vamos añadiendo el resto de los ingredientes en el siguiente orden. Primero, el azúcar para que se disuelva y mezcle bien, que habrá que mover hasta que esté completamente integrado. Lo segundo serán los aceites, el cannábico y el normal; este paso lo haremos poco a poco y sin dejar de remover en ningún momento. En tercer lugar, incorporamos la leche y volvemos a mezclar. Lo siguiente será la harina, a ser posible tamizada: la vamos tamizando y removiendo para integrarla por completo en la masa. Cuando todo esté homogéneo, podemos agregar la levadura y mezclar de nuevo.
Por último, habrá que verter la masa en los moldes de papel típicos de estos dulces, que podremos encontrar en cualquier supermercado medianamente grande. No hay que llenarlos hasta arriba, ya que las magdalenas crecerán un poco en el horno. Cuando los tengamos llenos, los pondremos todos en una bandeja que aguante el calor y los meteremos en el horno precalentado a 180 ºC durante unos 15-20 min, dependiendo de la potencia del horno y del tamaño de los moldes. Cuando estén, solo tendremos que dejar que se enfríen y proceder a la degustación.
Como siempre, esperamos que gusten y que el trance espiritual nos ayude a sortear la depresión postvacacional como si nada. ¡Hasta la próxima!