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Regañá psicotrópica sin salir de casa

Regañá andaluza con cañamones y Mandanga #13

Con esta receta obtendremos de una manera rápida y fácil nuestra propia regañá hecha en casa. No vamos a necesitar un máster en panadería ni nada por el estilo. Si, además, la aliñamos con la Mandanga #13 Critical Widow, podremos experimentar un subidón que recordaremos por mucho tiempo. Esta cepa que regalamos en diciembre del 2023 es una pasada, ya que contiene porcentajes de THC de hasta el 27%, que nos harán tener una tremenda experiencia cerebral. No está recomendada para novatos y sí para expertos a los que les gusten experiencias potentes, aunque aconsejamos tomarla siempre en compañía de alguien, por si acaso. 

Ingredientes

  • 200 g de harina integral de trigo ecológico 

  • 35 ml de agua 

  • 25 ml de tintura de vino blanco seco 

  • 50 g de AOVE 

  • 1 cc de sal 

  • 20 g semillas de sésamo o ajonjolí 

  • 20 g de cañamones 

Elaboración

Esta sencilla y versátil receta tiene seguramente los mismos orígenes que los primeros panes, ya que en realidad es un tipo de pan muy fino, crujiente, quebradizo y duro al tacto. Sin embargo, tiene raigambre andaluza, ya que fue en esta comunidad donde se comenzó a elaborar tal y como la conocemos hoy en día. Fue hace más de quinientos años en la provincia de Sevilla. Parece ser que el pan que se llevaban los marineros desde el Puerto de Indias hacia sus conquistas se estropeaba rápidamente debido a que las levaduras y la cantidad de agua que contiene son un caldo de cultivo estupendo para el moho. Esta circunstancia, unida a la humedad que proporcionan los viajes marítimos, hacía que fuera imposible mantenerlo en condiciones salubres de consumo por mucho tiempo. Como solución, surgió esta forma de hacerlo con mucha menos proporción de agua, a la que también añadían aceite de oliva; era más fácil de transportar y aguantaba largos períodos de tiempo sin estropearse. Así nacieron las primeras regañás. Primero las llamaron pan de marineros; después, bizcochos de mar (la palabra bizcocho viene del latín biz cocto, que quiere decir ‘cocida dos veces’). Esta doble cocción, además de reducir el contenido en agua, también proporcionaba una gran dureza, así que, aunque era un consuelo para los marineros, estos se conformaban a “regañadientes” mordiendo como podían aquellos primeros esbozos que debían ser bastante difíciles de masticar. De ahí surgió el nombre actual que ha llegado hasta nuestros días: regañá. 

Regañá psicotrópica sin salir de casa

Ahora se hacen ovaladas o en cuadraditos pequeños y se le añaden otros ingredientes, como vino blanco, sésamo o semillas. De hecho, podemos elaborarlas del sabor que más nos guste, lo único que tendríamos que hacer es añadir el ingrediente a la masa antes de estirarla y meterla en el horno. Os damos algunas ideas: podemos hacerlas con pipas de girasol o calabaza, queso rallado, setas deshidratadas trituradas, cualquier hierba aromática como romero o tomillo, o con cañamones. Para muestra, un botón. 

Su elaboración comenzaría por hacer una tintura de vino blanco para incorporar las virtudes de nuestra Mandanga #13 Critical Widow a la elaboración. Este sería el proceso más largo; lo demás se hace en un ratillo. Para esta extracción llenamos hasta arriba un bote hermético con cogollos o restos de manicura (dependiendo de la potencia deseada). A continuación, añadimos el vino blanco hasta completar el contenido del bote y lo cerramos. Habrá que guardarlo durante cuatro semanas en un lugar donde no le dé la luz y moverlo con suavidad semanalmente. Una vez extraídos los principios activos, tendremos que deshacernos del alcohol que contiene; lo ideal es hacerlo naturalmente, es decir, abriendo el bote y dejándolo así durante una semana más, sin prisas, que es como mejor sale. Cuando el alcohol se haya evaporado, podemos filtrar el líquido por un colador de tela y ya estará listo para añadirlo a nuestra receta. 

Con el vino ya preparado, arrancamos encendiendo el horno a 180 ºC con calor arriba y abajo. Seguidamente, vertemos en un bol todos los ingredientes, mezclamos bien y amasamos con las manos o con una amasadora eléctrica hasta obtener una masa manejable que no se nos quede pegada en los dedos. 

A continuación, espolvoreamos la superficie de la encimera con un poco de harina y dividimos la masa en dos partes. Después, cogemos una de las partes y la estiramos lo más fina que podamos con un rodillo, intentando buscar la forma elegida. Cubrimos la bandeja del horno con papel de hornear y colocamos encima la masa estirada. La metemos al horno durante unos 25-30 min. o hasta que veamos que está dorada y crujiente. En ese momento, la sacamos del horno y la colocamos sobre una rejilla para que termine de enfriarse y no se humedezca por el calor residual. Cuando esté fría podremos disfrutar de ella con cualquier aperitivo. Como siempre, recomendamos medir bien la dosis y lo demás será disfrutar del viaje. ¡Hasta la próxima! 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #322

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