Elaboración

El garbanzo es una de las legumbres más utilizadas en todo el mundo, sobre todo en Oriente Medio, el Mediterráneo y la India. Como pasa con muchos productos, no existe unanimidad sobre su origen de cultivo y consumo; hay algunos historiadores que lo sitúan en la cuenca mediterránea y otros en Asia occidental. Lo que parece seguro es que se utiliza desde tiempos prehistóricos, ya que se han encontrado pruebas de su uso en excavaciones preneolíticas sicilianas. En lugares como Persia, Babilonia, la India o Egipto se tiene constancia de que fue un alimento muy valorado. Tanto, que se han encontrado garbanzos en tumbas egipcias, por ejemplo. También fue muy apreciado en la antigua Grecia, Roma o Cartago, siendo los propios cartagineses quienes lo introdujeron en España. 

Otro dato que podemos dar es que esta leguminosa tiene multitud de beneficios nutricionales, ya que es rica en proteínas, hidratos de carbono de absorción lenta, minerales, vitaminas y ácido fólico, contribuyendo a prevenir enfermedades cardiovasculares o ayudando a regular el nivel de glucosa en sangre. Sin embargo, sorprendentemente no aparece en las famosas listas de superalimentos, injustamente en nuestra opinión, ya que forma parte de la base de la dieta mediterránea, que como sabemos está considerada una de las más sanas del mundo y Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Actualmente, la India es el país que más garbanzos produce en el mundo con mucha diferencia, y también el que tienen su mayor consumo. Nos hemos ido hasta allí para traeros esta receta que enriqueceremos con los terpenos de la magnífica Panty Punch. Los vamos a extraer en leche de coco, rica en grasa vegetal. Para ello, la ponemos a calentar al baño maría para evitar que hierva. Cuando alcance unos 70 ºC más o menos, incorporamos la hierba previamente pasada por el grinder, hacemos que se sumerja en su totalidad y esperamos unos veinte minutos. A continuación, la pasamos por un colador de tela y la dejamos que se enfríe para que se asienten bien sus atributos y sabores. 

Para el potaje podemos comenzar por lavar, pelar y cortar las hortalizas. El tamaño del corte debe ser el mismo para todas y, sobre todo, que sea parecido al de los garbanzos, para que cuando cojamos una cucharada de potaje quepan todos los ingredientes dentro y podamos saborearlos juntos en la boca. Una vez cortadas las hortalizas, lo primero que hacemos es un sofrito con el AOVE, el puerro y las zanahorias en una cazuela. Cuando empiecen a dorar, salpimentamos y añadimos el tomate y la calabaza, y seguimos sofriendo a fuego medio hasta que el tomate pierda el agua que contiene. 

En ese momento, introducimos todas las especias y permitimos que suelten todo su aroma durante dos o tres minutos, momento en el cual incorporamos el caldo de verduras y la leche de coco. Dejamos hervir a fuego lento unos diez minutos, para luego añadir las acelgas y dejarlas cocer otros diez minutos. Este orden para añadir las hortalizas se debe a que cada una tiene un tiempo de cocción distinto, y nos gusta que todas ellas queden en su punto. Por último, lo probamos y ajustamos de sal. 

Una vez terminado, aconsejamos dejarlo reposar, al menos, unos minutos. Esto hará que los sabores se asienten y podamos apreciarlos mejor. También podemos hacerlo de un día para otro: el sabor mejorará gracias a las reacciones químicas que suceden tras el cocinado; estas reacciones liberan moléculas que están atrapadas en las grasas o el almidón y mejoran considerablemente el sabor. 

Lo hagamos como lo hagamos, esperamos que os guste y os transporte al lugar donde queráis ir sin moveros del sitio. Hasta la próxima: ¡buen provecho y buenos humos!