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La alternativa vegetal de Luis Otero

La alternativa vegetal de Luis Otero

 Luis Otero Aira presentando sus respetos a una ipomoea violacea.

Luis Otero Aira (Monforte de Lemos, 59 años) toma opio para los dolores, kratom para la tos, hoja de coca pulverizada y con una pizca de bicarbonato sódico para el estreñimiento, lactucario para tener muchos sueños e infusión de hoja de coca para un despertar estimulante. Y acaba de publicar una guía psiconáutica con todo su saber sobre plantas mágicas. 

Recién llegado a las librerías, Plantas Mágicas. Una guía psiconáutica (Melusina, 2024) es un libro divulgativo y manejable en el que Luis Otero condensa en 256 páginas el conocimiento práctico adquirido durante más de cuatro décadas de echarse al monte. Hablamos de una guía para reconocer plantas con propiedades psicoactivas y un extraordinario recetario para sacarles el máximo partido. Nada de enseñanzas de segunda mano, todo lo expuesto en el libro está experimentado en carne propia. 

Además de psiconauta campestre, Otero fue pionero en España al desafiar la prohibición vendiendo públicamente semillas de cannabis y de opio por correo, con anuncios en revistas y poniendo sin miedo su teléfono de contacto. En 1997 publicó Las plantas alucinógenas (editorial Paidotribo), un manual del que vendió más de 6.000 ejemplares antes de agotar sus cuatro ediciones. Todavía hoy continúa con su iniciativa de venta de semillas y la reciente publicación de esta amena guía lo vuelve a poner en el radar de aquellos que desconfían de las drogas de síntesis y buscan en la naturaleza los frutos del bienestar y la ebriedad. 

A punto de cumplir los sesenta, Luis sigue con su espíritu ácrata intacto, desafiando a la autoridad y defendiendo su salud con un buen botiquín vegetal surtido de sus propias elaboraciones. 

Portada de la segunda edición de Las plantas alucinógenas (Paidotribo, 1997), el primer libro de Luis Otero Aira, un  longseller que vendió más de 6.000 ejemplares antes de agotar sus cuatro ediciones.

Portada de la 2a edición de Las plantas alucinógenas (Paidotribo, 1997), el primer libro de Luis Otero Aira, un longseller que vendió más de 6.000 ejemplares antes de agotar sus cuatro ediciones.

¿Cómo llega alguien a escribir una guía psiconáutica de plantas mágicas?

Desde la afición a las plantas psicoactivas. Con 15 años leí la Guía de alucinógenos que escribió Jonathan Ott bajo seudónimo y que fue publicada en la Barcelona de finales de los 70. Y con 18 años hice mi primer viaje a Marruecos, donde compramos un polen de primera calidad. Años mas tarde leí con atención la gran obra de plantas medicinales de Pío Font Quer. El insigne botánico catalán, al referirse a la Peganum harmala, el “yajé catalán”, escribe su nombre árabe harmel, así que, de inmediato, propuse a un familiar el segundo viaje a Marruecos, donde obtuvimos semillas de harmel (Peganum harmala), amapola de opio (y una bola de látex), y semillas de cannabis del Rif. Luego leí los tres grandes volúmenes de la Historia General de las Drogas, del difunto Antonio Escohotado, y me di cuenta que el maestro era genial en Sociología, Historia, Derecho y Filosofía, pero bastante pez en drogas vegetales, seguramente porque sus amigos químicos Ott y Hoffman le surtían de todo tipo de sustancias elaboradas en laboratorios.

Pero hace falta algo más que bajarse al moro y leer unos cuantos libros para convertirse en un experto en plantas mágicas.

A mí siempre me ha gustado el autodidactismo y la autogestión de raíz ácrata, y el lema anarcopunk del “hazlo tú mismo”. Lo mas sencillo es cultivar o recolectar plantas, incluso comprarlas en jardinerías, y luego en la cocina de casa elaborar formas galénicas: jarabes, tinturas, aceites, extractos caseros concentrados, etcétera. Pronto me di cuenta de que poca cosa había publicado en castellano, por lo que empecé a reunir informaciones diversas, y a probar cuantas plantas o sustancias extraídas de las plantas podía conseguir en farmacias, parafarmacias, herbolarios, viveros y jardinerías: semillas de ipomoea violacea, cactus san Pedro y peyote, efedrina y codeína eran despachadas sin que me pidieran receta. Me presentaba, eso sí, con americana y pelo corto. También conseguía ramos de adormidera “de Holanda o de jardín” en floristerías. En el monte he recolectado amapola de opio silvestre o asilvestrado, semillas de Peganum harmala, cornezuelo de centeno, Psilocybe semilanceata o lechuga silvestre. Y así llegamos al año 1997 con un pequeño manuscrito que me publica en forma de libro la editorial Paidotribo de Barcelona. Las plantas alucinógenas lo titulan, con evidente ánimo comercial a pesar de describir de forma somera estimulantes, sedantes, tranquilizantes y somníferos, además de plantas, cactus y setas visionarias. El pequeño manual breve tiene éxito y, sin competencia alguna, se venden tres ediciones, por lo que en 2001 me encargan una cuarta edición corregida y aumentada, que también se agota años mas tarde. En total fueron más de 6.000 ejemplares vendidos, si hemos de creer al editor, pero sospecho que bastantes más, por lo que comentaban mis amigos libreros: “se vendían carretas de libros”, me decían.

Cuatro décadas de bioensayos

La alternativa vegetal de Luis Otero

Amanita muscaria, la seta de gnomos y duendes es el psicodélico más antiguo, usado ya por los pueblos de Siberia hace seis u ocho mil años.

La contracubierta de su libro habla de 40 años de “cuidadosos bioensayos”. Toda una vida entregada a la causa. ¿De dónde le viene la vocación? ¿Cuándo empezó a interesarse por las sustancias vegetales psicoactivas?

Con diez años cultivo tiestos con zanahorias y al cumplir quince y probar el primer porro me doy de bruces con la “realidad oculta”. Hay algo mas que la Santísima Trinidad formada por cafeína, nicotina y alcohol, que a esa tierna edad son drogas que detesto. Tras el primer peta comprendo que el tabaco no aporta nada, el café me sienta fatal y, en cambio, el cannabis tiene propiedades extrañas y mágicas. A partir de ahí supongo que habrá otras plantas, que empiezo a conocer porque uno de mis hermanos trae a casa la revista psiquedélica Globo, que un entusiasta grupo publicaba en Barcelona. Después empecé a leer también la revista Integral, que muy de vez en cuando sacaba reportajes sobre plantas psicoactivas como el Khat (Catha edulis), cuyas hojas contienen una anfeta, la catinona o Beta-keto-anfetamina. Años mas tarde leí a Escohotado y su Libro de los venenos, y me entran tremendas ganas de probar la infusión de lechuga silvestre, o el batido de raíz de kava-kava de los mares del Sur, pero aún no hay Internet ni manera humana de conseguir nada, salvo lechuga silvestre que encuentro en los montes cercanos a Donosti.

Se dice que el cannabis es una puerta de entrada a la jardinería. En su caso, el amor a los estados alterados de conciencia ha sido una puerta abierta al campo, ¿no es así?

Sin duda, como he dicho antes, y dado que en las tiendas era imposible conseguir las plantas prohibidas, solo nos quedaba echarnos al monte para recolectar las plantas que se nos negaban y que permiten otros estados modificados de conciencia. Prefiero decirlo así, estados modificados, porque la palabra alterados denota enfermedad o trastorno, y muchas veces lo que aparece es euforia, maravilla por la belleza del mundo natural y éxtasis o expansión de conciencia.

“Gran parte del efecto terapéutico de las plantas enteógenas depende de la dinámica de grupos dinamizada por una persona facilitadora que aporte paz, cuidados, atención, simpatía, hermandad, solidaridad, comprensión. Justo lo que le falta al sistema médico alopático occidental”

¿Cómo es posible que las tres plantas que acompañan a la humanidad desde tiempos inmemoriales (la del cannabis, la amapola del opio y el arbusto de la coca) estén hoy prohibidas?

Son chivos expiatorios, y hay mucho afán de lucro. Lo dice la ONU, tras la última crisis por la explosión de la burbuja especulativa financiera-inmobiliaria, de no ser por las plantas y drogas ilegales y estigmatizadas, y todo el dinero que genera el mantenimiento de un mercado negro, ¡muchos bancos habrían quebrado! Como es sabido, el dinero negro producto del comercio de sustancias declaradas ilícitas acaba siendo lavado en determinados bancos, para finalizar en grandes bancos y sus filiales en paraísos fiscales. La buena noticia es que la marihuana ya es de venta legal, en según qué condiciones, en Uruguay, Canadá, Malta, Alemania, California y docenas de estados de Norteamérica, además hay proyectos de ley para regular la venta de cannabis en docenas de países por toda la tierra.

¿Y el opio y la coca?

En cuanto a la amapola de opio, su venta para uso decorativo es legal y hay variedades con un dos por ciento de morfina, como la variedad ornamental “Hen & chickens”, y otras variedades holandesas, mientras países como Alemania solo permiten la venta de cabezas secas de adormidera con un cero por ciento de morfina. De acuerdo, la venta de hoja de coca está prohibida en casi todo el mundo, pero cualquiera que trastee en internet verá que hay páginas de Perú, Bolivia y Colombia que venden por correo previo pago, y muchas veces llegan a puerto, aunque es verdad que un paquete de cada cien puede ser analizado y al dar positivo en cocaína será devuelto a origen. La prohibición sobre el papel funciona bien porque el papel lo aguanta todo, más difícil es que el Gobierno contrate personal público suficiente en tiempos de recortes, y los inspectores de aduanas no pueden multiplicarse como si fueran panes y peces (y el Gobierno tampoco tiene el menor parecido a Jesucristo). Ya lo dice Ott, “como civilización hemos abrazados las tres peores drogas, las más tóxicas: cafeína, nicotina y alcohol”. Ahora por fin parece que el tabaco se va prohibiendo y la marihuana legalizando. La burra humanidad aprende como los asnos, de forma muy, muy lenta… y a base de palos, multas, cárcel, sufrimiento y ley mordaza. Hay formas de aprender mas amorosas, pero para eso hacen falta buenas y cariñosas maestras, como María Sabina, la sabia de los hongos o Tatiana Urkachan, la sabia de la Amanita muscaria.

Recetas caseras para soñar

La alternativa vegetal de Luis Otero

En un tiesto del jardín de Luis brilla la Salvia divinorum con luz propia y alguna hoja de menos.

En su libro hay un mapa con las plantas mágicas que pueden encontrarse en España, ¿es el nuestro un país privilegiado o en todas partes cuecen habas mágicas?

Ambas cosas son ciertas. La botánica y etnobotánica no entiende de rayas en un mapa y en todas las regiones geográficas hay sin duda alguna planta mágica, salvo en los polos y en los desiertos. Pero es verdad que la Ibérica península es un paraíso herbal: setas Psilocybe gallaeciae, Psilocybe semilanceta, y Psilocybe hispanica, Peganum harmala, adormidera ibérica autóctona, lúpulo, efedra, kath ibérico y kath canario, Amanita muscaria, cornezuelo de centeno, lechuga silvestre, belladona, mandrágora, estramonio y cactus san Pedro naturalizado por todo el mediterráneo...

Junto a otras recetas con plantas recolectadas del campo, también su libro nos cuenta cómo sacar opio de cabezas secas de amapolas ornamentales y de venta libre en floristerías, ¿de verdad que podemos colocarnos siguiendo esa receta?

“El mundo ideal sería algo así como la ciudad jardín ideada por los anarquistas del siglo pasado, con viviendas bien construidas y con placas solares, cada una con su huerta trasera para cultivar lo básico: tomates que sepan a tomate en vez de basura de supermercado, cannabis, una línea de adormidera, cactus san Pedro... Pero con conexión a internet que nos permite obtener aquello que aquí es imposible de cultivar, como la hoja de coca”

Sí, lo he probado y funciona. Por supuesto hay variedades ornamentales bajas en morfina o incluso sin morfina, pero, como he dicho antes, variedades como la “Hens & chickens” y alguna otra tienen un uno por ciento de morfina por peso seco de las cabezas, y no hay mas que trocearlas, o mejor aun pulverizarlas, para después echarlas en un cazo con un vaso de zumo de pomelo (que potencia el efecto de los opiáceos) y dos vasos de agua y darle un hervor. Después de reposar tapada y fuera del fuego media hora, se bebe la infusión bien filtrada y ya me contarán si hay o no relajación, paz, serenidad y oleadas de placer oceánico. Con regaliz de palo sabe hasta bien, y, en ausencia de dolores y sufrimiento, en vez de placer puede haber nauseas, vómitos, debilidad muscular, picores, estreñimiento y una desagradable sensación de indigestión y obnubilación mental. El opio, como la montaña rusa, gusta mucho a algunas personas y desagrada a otras. Cada cual tiene sus gustos, a mí el café me sienta mal y, en cambio, he desayunado infusión de hoja de coca durante diez años… y de maravilla. ¿Prohíbo a alguien tomar café? ¿Por qué prohíben la saludable infusión de hoja de coca? Ojo, que según un informe de la Organización Mundial de la Salud, es saludable, que yo no digo nada, que no tengo título universitario, que soy un sin papeles.

Yo creía que lo de colocarse con el látex de la lechuga silvestre era una leyenda urbana, pero según su libro tiene su aquel. ¿Merece la pena?

La lechuga silvestre (Lactuca virosa) es muy suave como analgésico y como sedante, y no coloca, pero sí que es un buen onirógeno: produce muchos sueños, mucha película onírica que resulta fácil de recordar, por eso es una planta interesante para las personas que gustan de anotar y analizar sus sueños. La Lactuca serriola es un poco mas fuerte y muy abundante en el Sur de la Península, aún así la infusión es muy floja. Lo mejor es cortar el ramillete floral a primeros de junio y recolectar un par de gotas de látex blanco por planta hasta hacer una bolita que puede fumarse o tragarse hasta un gramo para dormir y soñar. Al secarse pasa del blanco al marro oscuro y recuerda las formas y colores de la resina de hachís, aunque su efecto sea poco espectacular es una planta abundante y curiosa, sobre todo para los que con quince años leímos La interpretación de los sueños del doctor Freud.

Pionero de la venta de semillas

La alternativa vegetal de Luis Otero

El año pasado publiqué en estas mismas páginas una breve historia comercial sobre las semillas de cannabis en España y nos escribió contándonos que el pionero era usted. Y, efectivamente, aportaba los datos de cómo tras un viaje al Rif comercializó por correo las primeras semillas de cannabis que se vendieron públicamente en España. Si no recuerdo mal, a través de un anuncio en la revista Ajoblanco. Cuéntenos cómo fue aquella aventura.

En nuestro segundo viaje a Marruecos, como ya he dicho, conseguí semillas de kifi local, la variedad de cannabis rifeña, por el método del trueque. Habíamos comprado botellas de licor libre de impuestos en Ceuta y lo intercambiamos por opio, hachís y semillas de kifi en Asilah, precioso pueblo costero atlántico. Al volver a Donosti leí con mucha atención toda la legislación vigente en el Reino de España y comprobé que la semilla no estaba, ni está, prohibida, por lo que ni corto ni perezoso envié un pequeño anuncio gratuito por palabras, primero a la revista Ajoblanco y luego a Integral. Y ahí empezó la venta por correo de semillas de cannabis, adormidera, estramonio, lechuga silvestre, etc. 

Esa aventura de vender semillas por correo ha tenido desde entonces continuidad. En Cáñamo su anuncio de venta por correo de semillas de plantas mágicas ha estado siempre. Tengo curiosidad, ¿vender semillas de plantas por correo da para vivir o solo para sacarse un sobresueldo?

Al principio la venta solo y exclusivamente de semillas era un pasatiempo, pero me permitía deslizar mis textos antiprohibicionistas repletos de idealismo lírico-poético-subversivo. Entonces era muy joven y vivía aún con la familia, así que el vil metal me era bastante indiferente y anodino. Lo que quería era probar la hoja de coca que me era negada por un sistema absurdo y represivo, disfrutar de la deliciosa embriaguez del batido de kava-kava imposible de encontrar, disponer de MDMA puro para aliviar la timidez extrema que padecía o sostener entre mis manos un precioso peyote. Poco mas tarde, y gracias a comentarios e iniciativas de dos personas muy cercanas, amplié el catálogo de semillas añadiendo tallos de efedra, lechuga silvestre seca y troceada, y raíz de kava importada de la polinesia francesa gracias a una herboristería mayorista situada en el norte de Francia. Entonces decidí salir del domicilio familiar e independizarme. Viví muy bien del pequeño negocio desde finales de los 90 hasta el gran apagón que supuso la crisis del 2010, en realidad, del 2008, pero al país de los vascos, y a mí en concreto, la crisis grave me llegó en 2010. De forma sincrónica, mi padre con 81 años decide pasar de vivir solo en Galicia a vivir a caballo entre mi casa y Galicia, prestándome su tarjeta bancaria para pagar todos los gastos. Así que consigo sobrevivir gracias a que carezco de descendencia y de automóvil individual, y a lo que es sin duda un pluriempleo: labores de cuidados, y seguir manteniendo un pequeñísimo negocio, que ahora sí sólo me da un sobresueldo. Hoy día la competencia en internet, sobre todo holandesa, es brutal. De hecho, estoy considerando jubilarme o prejubilarme el año que viene cuando cumpla los sesenta, aunque quizá ya que nací en 1965 deba jubilarme a los 65. No sé, habrá que verlas venir.

Esta iniciativa comercial suya ha tenido también sus problemas con las autoridades. En varias ocasiones has tenido que demostrar frente al juez que no se trata de una actividad ilegal. ¿Se puede entonces vender semillas de plantas psicotrópicas con todas las de la ley?

Según dónde, quién y cuándo. Con la ley en la mano toda semilla es legal, incluida la semilla del arbusto de la coca, lo que ocurre es que determinados poderes del Estado son autónomos, van un poco por libre, y pueden enviar inspectores de sanidad a una tienda que venda semillas de plantas psicoactivas, hasta aburrir a la persona que lleve la tienda. Lo han hecho. También se han llevado a cabo inspecciones en busca de tallos de efedra o comprimidos de extracto concentrado, en tiendas de cáñamo y herbolarios, mientras las farmacias vendían, a veces sin la preceptiva receta médica, pastillas con 50 miligramos de efedrina pura. O inspecciones a tiendas de cáñamo en busca de setas psilocybe mientras un periódico cannábico publicaba anuncios a página completa con leyendas tipo: “Hongos alucinógenos, cactus de mescalina”. ¿Por qué se actúa contra unos sí y contra otros no? Ah, amigo, aún hay clases.

El botiquín de los primitivos del futuro

La alternativa vegetal de Luis Otero

Plantas mágicas. Una guía psiconáutica (Melusina, 2024), de Luis Otero Aira, 256 páginas, PVP: 19,90 €.

Su libro, publicado por la editorial Melusina, es un auténtico vademécum alternativo a los medicamentos de síntesis. Además de para entonarse, hay en el libro un recetario para elaborar soluciones herbales útiles para algunas enfermedades y dolencias. ¿Me puede poner algunos ejemplos que lleve usted a la práctica en su vida cotidiana?

Sí, voy a ilustrar la respuesta con lo que me sucedió en el dentista, quien, tras arrancarme de raíz, y por su sitio, una muela, me dijo que si me dolía tomase en casa un no sé qué que me sonó a Nolotil. Le respondí que a ver qué era eso, que no lo había tomado en mi vida. Me miró como si fuera extraterrestre. Le respondí: “Si me duele algo tomo opio. Si tengo tos tomo kratom. Si padezco estreñimiento meto en mi boca hoja de coca pulverizada y con una pizca de bicarbonato sódico. Si quiero tener muchos sueños fumo o trago una bolita de lactucario, el opio de la lechuga”. Mi amigo el dentista me observaba como si hubiera aterrizado en un platillo volante. Para finalizar, añadí que al desayunar bebo infusión de hoja de coca, su estimulación es muy gentil y placentera, nada que ver con la basta cafeína del café torrefacto. El dentista se quedó estupefacto.

Viendo la esforzada elaboración de algunas de las recetas de su libro y, en otros casos, el riesgo de posible envenenamiento por descuido, ¿no resulta más cómodo acudir a una farmacia?

Según el caso, por supuesto acudo a mi farmacia para comprar pastillas de codeína, pero hay dolencias sin remedio farmacéutico aprobado por la autoridad del medicamento. Una de las pocas veces que he ido a ver a mi doctora, le dije que oía zumbidos en los oídos al irme a dormir. Me respondió que eso eran tinnitus o acúfenos y que no había remedio, que pusiera la radio y ya me dormiría. ¡Y un nabo! Un terapeuta alemán alternativo me recomendó Psilocybe cubensis, hice una infusión con un gramo de estas setas y se me pasó el molesto zumbido. Lo he probado con mi madre y con mi abuela y funciona, no estará aprobado como medicamento hasta dentro de unos años, en Estados Unidos está en proceso, pero hay revistas científicas que ya han publicado interesantes estudios. Otro ejemplo sería la depresión. Como decía el difunto articulista de Cáñamo, Fernando Pardo, las drogas medicamentosas para la depresión son ineficaces y tóxicas, en cambio, una buena taza de ayahuasca me quitó la depresión de un bofetón. Es cierto que el sabor y las náuseas y vómitos ayahuasqueros no son una caricia, es trance duro, pero al final maravilloso, con esos sentimientos de unidad con la naturaleza y con el todo.

En un mundo tan complicado como el nuestro, ¿no resulta un poco idealista intentar surtir el botiquín de casa acudiendo al campo? ¿Qué ventaja tiene para ti la alternativa vegetal?

Sí, soy un poco idealista, aunque también materialista dialéctico y me apasiona la dinámica de grupos. Gran parte del efecto terapéutico de las plantas enteógenas depende de la dinámica de grupos dinamizada por una persona facilitadora (o curandera, hechicera, sanadora) que aporte paz, cuidados, atención, simpatía, hermandad, solidaridad, comprensión. Justo lo que le falta al sistema médico alopático occidental, tan centrado en pesar y medir y fabricar todo con una higiene y una asepsia exquisita, pero fallando luego en lo mas elemental: que el médico te mire a la cara cuando entras en la consulta y deje de mirar la pantalla de su ordenador. Si el sistema sanitario tarda un año en darte cita, y para aliviar tu dolor te quiere reventar el hígado (el paracetamol es mil veces más hepatotóxico que el alcohol, según Ott), lo mas prudente y necesario es recolectar en el campo látex de opio, y colocar bajo la lengua una bolita del tamaño de un cuarto de lenteja, que al dolor aleja. Y lo mismo para aliviar la tos, ¿un caro jarabe o una saludable y placentera excursión al campo para recolectar cabezas secas, agostadas, de adormidera? Yo me tiro al monte. Recuerdo un otoño entero haciendo merienda-cena con las castañas recolectadas en montes cercanos a mi domicilio. Soy primitivista, pero con conexión a internete, ¿hay otra opción en estos tiempos de colapso sanitario?

La alternativa vegetal de Luis Otero

El autor en las inmediaciones de su casa, cual encarnación de un espíritu burlón del bosque.

Su defensa de la alternativa vegetal no está reñida con el progreso tecnológico, de hecho, en su libro alaba internet por la libertad que ha traído en lo que a conseguir plantas mágicas se refiere. ¿Cómo sería para ti el mundo ideal, en lo que a la convivencia de la naturaleza y la técnica se refiere? Mira que si al final el verdadero progreso es volver a las drogas naturales y olvidarnos de la aspirina…

Yo me olvidé de la aspirina en cuanto tuve uso de razón, el ácido acetilsalicílico hace sangrar las paredes del estómago, es mejor para mi delicado estómago colocar bajo la lengua una cucharilla de hojas de kratom en polvo (Mitragina speciosa, opiáceo legal del sudeste de Asia). El mundo ideal sería algo así como la ciudad jardín ideada por los anarquistas del siglo pasado, con viviendas bien construidas y con placas solares, cada una con su huerta trasera para cultivar lo básico: tomates que sepan a tomate en vez de basura de supermercado, cannabis, una línea de adormidera, cactus san Pedro... Pero con conexión a internet que nos permite obtener aquello que aquí es imposible de cultivar, como la hoja de coca.

Por si todavía no ha quedado claro, ¿qué va a encontrar el lector en este libro?

Una introducción con conceptos clave e ideas fuerza basadas en la filosofía antiprohicionista. La tesis de que café, tabaco y alcohol pueden sustituirse con ventajas por cannabis, hoja de coca y batido de raíz de kava. Plantas, cactus, setas, hongos, más o menos conocidos o desconocidos o poco conocidos pero que vale la pena conocer. Y la filosofía del háztelo tú mismo y pispa, investiga, experimenta a tientas, con cuidado, pero sin miedo. Sin prisas, pero sin pausas, aunque también se puede hacer una pausa y beber una buena cerveza artesanal de cultivo ecológico. Como es lógico.

¿Y qué esperas conseguir con este libro que es de alguna forma el resumen de tu vida con las plantas?

El niño interior, idealista y puro, espera conseguir la hoja de coca legal en Europa, la legalización del cultivo personal de cannabis y la venta legal de todas las plantas, cactus y setas referidas. El adulto interior, mas realista, se conformaría con contribuir a la ilustración farmacológica. Y, un poco de broma, también espero que editorial Melusina cumpla lo firmado y afloje los quinientos pavos de adelanto a la publicación de la obra. En fin: libertad para cultivar y algo de vil metal para ir disfrutando de la última etapa de este mundo terrenal que siempre es pasajero.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #324

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