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¿Salvará el MDMA al mundo?

La increíble y apasionante historia del éxtasis, según Rachel Nuwer

La historia del MDMA necesitaba volver a ser contada en un libro comprensible para cualquier lector interesado. ¿Acaso no es apasionante cómo una droga proscrita por producir supuestamente agujeros en el cerebro se ha convertido en una realidad terapéutica? Y no solo. La droga del amor y del baile, que desde hace ya más de cuatro décadas ha hecho reconectar con ellos mismos y con los demás a millones de personas, pronto estará disponible como fármaco para uso médico y, tal y como está pasando con el cannabis, acabará –en diez años, según los más enterados– a disposición de los usuarios recreativos en condiciones legales y sanitarias. En "I Feel Love: El MDMA y la búsqueda de conexión en un mundo fracturado", la periodista científica Rachel Nuwer cuenta con ecuanimidad y una escritura tan precisa como entretenida esta emocionante historia de lucha y empatía, donde la sustancia aún prohibida puede convertirse en un aliado para entender cómo funciona el cerebro y para sanar las heridas de un mundo violento.

Rachel Nuwer (Gulfport, Misisipi, 39 años), vive en Brooklyn, Nueva York, pero no para de viajar. Como periodista científica, colabora habitualmente para The New York Times, Scientific American, Nature, Audubon, Sierra, bioGraphic… “¡Cualquier medio que me pague una tarifa justa!”, me dice. De pequeña se crio en Biloxi (Misisipi), y ha vivido en Nueva Orleans, Chicago, Can Tho (Vietnam) y Potlevoy (Francia), donde se licenció como periodista. Desde entonces, me dice que ha vivido en Kiso Fukashima (Japón), Poitiers (Francia), Norwich (Reino Unido) y Coimbra (Portugal), donde cursó un máster de ecología. Luego se fue a Nueva York, dónde estudió otro máster, esta vez de periodismo, y donde decidió quedarse. Me cuenta que también ha pasado breves temporadas en San Francisco y un par de meses en Laos, investigando sobre fauna marina. 

En estos días está recopilando propuestas, pensando en cuáles serán sus próximos proyectos. A Rachel Nuwer le gusta, según me dice, hacer reportajes que le permitan “profundizar en cuestiones que se suelen pasar por alto y que causan un impacto en la vida de las personas, los animales y en el planeta”. Para hacernos una idea, acaba de terminar un reportaje sobre un centro de conservación de águilas comanche en Oklahoma, un centro que lucha contra la caza furtiva y el tráfico de águilas, cuyas plumas están ahora muy demandadas por diversas razones, entre otras, me pone como ejemplo, las ceremonias de peyote. Los otros dos reportajes que ha terminado son sobre un orfanato taiwanés y chino en Malawi –donde adiestran a niños para convertirlos en traficantes de fauna silvestre–; y sobre una organización sin ánimo de lucro que trasladó 263 elefantes de un parque de Malawi a otro, “pero se olvidaron de poner una valla en el nuevo parque, y ahora los elefantes están matando a personas que viven cerca y destruyendo sus casas y granjas”.

Tras casi una década investigando sobre el tráfico de animales salvajes, publicó en 2018 Poached: inside the dark world of wildlife trafficking, por el que fue premiada, entre otros galardones prestigiosos, por la Sociedad Americana de Periodistas y Autores, como el mejor libro de no ficción. Poached es un reportaje exhaustivo que le hizo viajar a más de diez países para investigar cómo la insaciable demanda de animales –para joyas, mascotas, medicinas, carne, trofeos y pieles– amenaza la existencia de innumerables especies. En comparación con el tráfico de drogas, armas o seres humanos, la crisis de la fauna salvaje provocada por la caza furtiva apenas recibe atención. Y es una de las líneas de investigación de Rachel Nuwer porque, entre otros muchos problemas asociados, si no se hace nada, elefantes, tigres, rinocerontes y otros animales pasarán, como el dodo o los dinosaurios, a la historia de los animales extinguidos.

La increíble y apasionante historia del éxtasis, según Rachel Nuwer

Los dos libros de Rachel Nuwer: Poached: Inside the dark world of wildlife trafficking, 2018 (“Cazados furtivamente: el oscuro mundo del tráfico de animales salvajes”), y I Feel Love: El MDMA y la búsqueda de conexión en un mundo fracturado (Bauplan, 2024).

Tras un año de intensa escritura, en 2023 publicó I Feel Love: MDMA and the Quest for Connection in a Fractured World, una investigación apasionante sobre el pasado, el presente y el futuro del MDMA. A finales del año pasado, después de que recibiera el premio al Mejor libro 2023 por la Scientific American, la editorial Bauplan lo tradujo al español. I Feel Love conserva su título en inglés, pero su subtítulo, este sí convenientemente traducido, resume muy bien su argumento: “El MDMA y la búsqueda de conexión en un mundo fracturado”. Según nos cuenta en esta entrevista, el tema del libro y el título, prestado de la canción homónima, los decidió Nuwer una noche, después de un día de fiesta con MDMA, durante la pandemia. 

Rachel Nuwer ha escrito un libro ejemplar, con tanta empatía, amor y compasión como la sustancia de la que trata. Es una historia, tan rigurosa como divulgativa, que consigue trasladar al lector la importancia de todo lo que está en juego con el MDMA, en estos momentos en los que como agente terapéutico está llamado a transformar el campo de la salud mental, y cuando sigue más presente que nunca en las pistas de baile, donde varias generaciones han recibido ya su estímulo para abrir las puertas del corazón. Desde los laboratorios, los clubes nocturnos, las rutas de producción y tráfico, la consulta del terapeuta, Nuwer sigue la historia de esta droga, sin soslayar ninguno de los debates que surgen con su éxito, ni minimizar el impacto cultural, social, económico y científico de una molécula que puede contribuir a responder a la cuestión de qué nos hace humanos y cómo restaurar los vínculos sociales rotos.

Has escrito un libro apasionante sobre el MDMA, y has sabido, como los buenos facilitadores, quitarte de en medio para que sean los protagonistas de la historia los que la cuenten en primera persona. Ahora, haber escrito este libro te convierte a ti misma en parte de la historia de la amorosa expansión del éxtasis en el mundo. ¿Qué tal llevas haberte convertido en una activista a favor del MDMA?

Como periodista, considero que mi función es compartir la información con los lectores de una manera justa, comprensible y lo más precisa posible, de manera que puedan sacar sus propias conclusiones y actuar en consecuencia. Lo mismo se puede aplicar a prácticamente todo lo que escribo. Realmente no me veo como una pieza clave en la historia del MDMA, salvo por el hecho de que espero haber desempeñado algún papel en hacer llegar esa historia a un público más amplio. En este sentido, soy más un conducto de información que un agente o un activo. No me identifico como activista de ningún tipo, ni siquiera del MDMA. En mi opinión, el activismo y el periodismo son posturas opuestas, porque el periodismo debería consistir en seguir las pruebas y buscar la verdad en lugar de tratar de impulsar un determinado interés u objetivo. Así que, aunque mi cobertura de la terapia asistida con MDMA ha sido ampliamente favorable —y yo personalmente estoy a favor de que se legalice—, eso se debe a que las pruebas presentadas hasta ahora indican que se trata de un tratamiento eficaz para el TEPT y muy probablemente también para otras afecciones. Lo mismo ocurre con la legalización regulada de las drogas: estoy a favor porque todos los datos que tenemos apuntan a que es el mejor camino a seguir, sobre todo teniendo en cuenta el increíble fracaso de la guerra contra las drogas. A menudo siento que la gente espera que yo (y otros periodistas) seamos activistas, o directamente asumen que lo soy. Este es el caso con los psicodélicos, pero también me he encontrado con ello en relación al trabajo que hago sobre la vida silvestre. No obstante, lo entiendo. Ambos son temas que apasionan mucho a los lectores y que suscitan mucho activismo debido a la falta de apoyo gubernamental e institucional. En el caso de los psicodélicos es aún más pronunciado, ya que estas drogas fueron reprimidas activamente durante mucho tiempo.

Aunque en los agradecimientos finales citas a tus amigos y amigas “por los abrazos en grupo y las sesiones de baile nocturnas que han sentado las bases de este libro”, y en algún párrafo hablas de la iniciación en el MDMA de tu marido en raves ilegales en Denver, pero no cuentas tu experiencia. 

“Los hallazgos de Gül Dölen sugieren que, en el entorno y la disposición adecuados, los psicodélicos reabren períodos críticos para el aprendizaje en el cerebro, lo que permite a las personas reconectar sus neuronas para deshacerse de los hábitos inadaptados que han acumulado en torno a su trauma”

Bueno, también que yo soy una consumidora recreativa de MDMA, aunque no creo que eso influya realmente en mi juicio, de la misma manera que no consideraría que beber alcohol me hiciera más propensa a estar a favor del alcohol. De hecho, lo que el consumo de MDMA me ha proporcionado es una visión de primera mano de la politización de la ciencia y de hasta dónde llegan los gobiernos para controlar a los ciudadanos con propaganda y medidas punitivas. Al consumir MDMA, he aprendido que algo que, según me enseñaron en la escuela secundaria, me haría perder la cabeza es, en realidad, bastante agradable y seguro cuando se hace de forma responsable.

En el capítulo de la necesaria desestigmatización citas la valentía de Carl Hart, de Harvey Milk y de Julie Holland por salir del armario psicoactivo y hablar de sus consumos en primera persona, ¿hay alguna experiencia psicodélica concreta que quieras compartir?

Como te decía soy una consumidora habitual recreativa de MDMA, lo que para mí significa unas tres o cuatro veces al año. Esto habría sido una gran sorpresa para mi yo más joven, porque acepté de buen grado todos los mensajes antidrogas que me transmitieron en la escuela primaria y secundaria. También desarrollé una antipatía personal hacia el MDMA durante los primeros años de universidad, porque se culpaba a la droga del suicidio del hermano de un amigo, Chris. En aquel momento, simplemente asumí como cierto que el éxtasis, como se llamaba entonces, había provocado que Chris cayera en una depresión tan oscura que lo llevó a quitarse la vida. Sin embargo, poco después probé las setas en la universidad y lo pasé de maravilla. Esa experiencia empezó a despertar en mí la curiosidad por otras cosas que la mente podía hacer con la ayuda de una molécula y empecé a abrirme a otros tipos de drogas. Finalmente probé el MDMA en 2013 o 2014, después de mudarme a Nueva York y conocer al que ahora es mi marido. Me contaba historias geniales sobre las raves en Denver en los años 90 y lo mucho que se divertían él y sus amigos. Quería experimentar esa diversión por mí misma, así que después de buscar un poco (y enterarme de que la droga ahora se llamaba “molly” aquí en Estados Unidos) finalmente encontré un proveedor.

¿Cómo fueron tus primeras veces de éxtasis?

Para ser sinceros, la primera vez que probé el éxtasis no me hizo efecto. Probablemente no tomé suficiente (estaba en forma de cristal), porque un amigo que estaba conmigo sí se colocó. La primera vez que sentí de verdad el efecto fue en una rave temática de la Isla de Pascua (es raro, lo sé) aquí en Brooklyn. Estoy segura de que muchos lectores pueden entender lo reveladora que fue esa experiencia. La sensación de conexión y alegría, de estar completamente en el momento y fundirse con la música y la multitud, fue completamente única. Me encantó. Pero probablemente mi historia personal más relevante para los lectores con el MDMA fue durante la pandemia. La ciudad de Nueva York tuvo un confinamiento muy estricto y yo me estaba volviendo un poco loca en mi apartamento, entre ansiosa y aburrida. Mi marido y yo decidimos hacer una pequeña rave en el salón con otro amigo que estaba en nuestro grupo de confinamiento. Empezamos temprano, al atardecer, y pusimos una increíble recopilación de música disco que había hecho nuestro amigo. Bailamos durante horas. Más tarde, ya de noche, estaba descansando en el sofá y empecé a pensar en mi carrera y en el rumbo que quería que tomara mi vida profesional. Llevaba una década escribiendo principalmente sobre vida salvaje, conservación y ecología, y de repente me di cuenta de que estaba deseando un nuevo reto. Se me ocurrió una idea: debería escribir un libro sobre el MDMA. Así que el MDMA es, literalmente, la razón por la que escribí el libro. Ah, ¡y el título también se me ocurrió esa noche! “I Feel Love” era una de las canciones de la lista de reproducción de mi amigo.

El agradecimiento de la sustancia

La increíble y apasionante historia del éxtasis, según Rachel Nuwer

Con una gorra de MDMA, troleando a los partidarios de MAGA y animando a los corredores en la maratón de Nueva York en 2024.

I Feel Love me parece un libro ejemplar. Me refiero a que, en coherencia con el tema del que trata, tiene una dinámica rítmica muy bien pensada (¡120 pulsaciones por minuto!), las explicaciones abstractas fluyen con naturalidad haciendo comprensibles los aspectos más complejos sobre la legalidad o las cuestiones neurológicas, hay momentos de gran emotividad, el relato está trenzado a partir de muchas historias personales en las que aparecen, con su propia voz, desde reputados científicos a traficantes con años de cárcel a sus espaldas, pasando por enfermos de TEPT o ravers que defienden el uso recreativo. Hay ecuanimidad y mucha empatía, hay compasión y epifanía. En fin, me parece que la historia que cuentas del MDMA es en sí misma como una celebración colectiva de la sustancia, donde tanto la compañía como la intimidad tienen su lugar. ¿En qué medida has sido consciente de esta ejemplaridad entre el fondo y la forma, entre el contenido y la manera de contarlo?

Es un comentario precioso sobre el libro, ¡muchísimas gracias! En verdad, creo que has expresado algo de lo que ni siquiera tenía constancia. Estoy segura de que hubo muchas fuerzas subconscientes en juego en la construcción de la historia y el ritmo, hasta el punto de llegar a reflejar, en cierto modo, la propia droga (¡me encanta que lo hayas señalado!). Pero tenía tanta prisa por publicar este libro que realmente me centré en plasmar las palabras lo más rápido posible. Firmé el contrato para escribirlo en junio de 2021 y tenía que entregar el borrador en junio de 2022. Ya tenía un gran proyecto de reportaje en el extranjero programado para julio, así que no pude investigar y hacer entrevistas sobre el MDMA hasta septiembre, y empecé a escribir en enero. Los siguientes cinco meses fueron realmente una época muy estresante, los pasé escribiendo frenéticamente todos los días. No me tomé ni un solo día libre. Al final, sin embargo, lo celebré reuniendo a un grupo de amigos para ir a pasar una gran noche de MDMA en un club. La fiesta en realidad no fue tan buena, pero fue una noche completamente catártica… Esta es una forma muy larga de decir que no tenía un plan consciente, aparte de contar la historia del MDMA de la mejor manera posible.

Después de escribir este libro, de que la comunidad lo haya recibido con entusiasmo, de que lo hayas presentado con Rick Doblin en el Burning Man y de que durante la conferencia Horizon del 2003 causara sensación… Y de que se haya traducido a otras lenguas, ¿qué relación tienes ahora con el MDMA?

“Hay suficientes pruebas que sugieren que muchas personas de extrema derecha consumen psicodélicos. Como especie, tenemos un impulso para alterar nuestra conciencia, por lo que tiene sentido que eso se aplique a todo el espectro político”

Esta pregunta es un poco difícil de responder. Justo después de la publicación del libro, me sentí muy conectada con el MDMA, especialmente cuando lo tomaba. Experimenté una enorme gratitud por haber podido contar la historia de esta molécula. Sin embargo, también esperaba que I Feel Love fuera un trampolín que me permitiera entrar de lleno en la escritura de más libros y, por desgracia, no fue así. Las ventas han sido demasiado bajas como para obtener beneficios y mi plan de escribir otros libros está ahora indefinidamente en suspenso. Había intentado no hacerme demasiadas ilusiones con I Feel Love, pero ver esas primeras cifras de ventas fue realmente una gran decepción. Siento que esa decepción se ha colado un poco en mi relación con el MDMA. Cuando lo tomo ahora, siempre me recuerda un poco que mi esperanza de encontrar una balsa salvavidas que me librara de una industria periodística en hundimiento no se cumplió. También siento que se ha perdido algo de la magia. La gente habla mucho de esto (Ann Shulgin perdió su capacidad para disfrutar del MDMA, por ejemplo) y me temo que yo también podría estar yendo por ese camino. Sigo pasándolo muy bien, pero la sensación de conexión profunda con los demás no está tan presente como antes. Estos días estoy más por la labor de cerrar los ojos y bailar. La gente suele decir que las primeras experiencias con el MDMA son las mejores, así que hay que saborearlas. Ahora estoy de acuerdo con esa afirmación, aunque no sé si es más culpa de mi biología o de mi psicología. Sé que esta respuesta suena bastante negativa, ¡pero no me arrepiento en absoluto de haber escrito el libro! Ha sido muy positivo para mi carrera, ya que ahora tengo un tema completamente nuevo sobre el que escribir como periodista. He tenido el privilegio de poder contar tantas historias conmovedoras que mis fuentes me han confiado, así como de aprender y compartir algunas novedades científicas realmente asombrosas. Sin embargo, lo más positivo de toda la experiencia es que el libro ya está disponible como recurso para otros.

¿Te ha dado la sustancia las gracias por lo que has hecho por ella?

(Risas) Mira mi anterior respuesta. Tal vez me lo haya agradecido, aunque no de la manera que quería, sino más bien en la que lo necesitaba. Aunque creo que eso está pendiente todavía de concretarse del todo.

Personas inspiradoras y periodos críticos

La increíble y apasionante historia del éxtasis, según Rachel Nuwer

Rachel Nuwer comparte copias gratuitas de I Feel Love en la playa del Burning Man, en el desierto de Nevada, en Black Rock City (2023).

La relación con el MDMA cambia con el uso o el paso del tiempo. En algunos casos se aprecia la pérdida de la magia inicial. Sobre este tipo específico de tolerancia, es muy interesante lo que comentas de Ann Shulgin, a quien, después de mucho uso, la droga terminó produciéndole depresión en lugar de euforia. “He perdido a una de mis mejores amigas”, se lamentaba, según cuentas en el libro. ¿Cómo fue conocer a alguien como Ann Shulgin?

Conocer a Ann fue un gran privilegio. Sin embargo, tuve que insistir mucho, lo cual no me pareció demasiado agradable en ese momento. Me acerqué a su hija y a un par de amigos cercanos para intentar conocerla. Como es comprensible, no estaban muy entusiasmados; después de todo, entonces aún no había escrito mucho sobre psicodélicos y ellos reciben solicitudes de los medios todo el tiempo. Así que básicamente tuve que acosarlos hasta que cedieron. No fue genial, pero sabía que era fundamental presentar a Ann directamente a los lectores y también ver el laboratorio de Sasha por mí misma. Una vez que llegué allí, sin embargo, todo se relajó y fue sobre ruedas. Ann tenía algunos problemas de salud y hacía mucho calor (para California), así que solo estuve unos 20 minutos con ella. Aunque fue suficiente para tener una conversación encantadora. Lo que más recuerdo son sus ojos: eran increíblemente azules y brillantes, como los ojos de alguien décadas más joven. Tenía una forma maravillosa de hacerte sentir que realmente estaba centrando toda su atención en la conversación y que no querría estar en ningún otro sitio. En otras palabras, me hizo sentir especial. Llevaba un vestido que pensé que le podría gustar y me encantó ver que se dio cuenta y lo elogió.

Poco meses después de tu entrevista, Ann Shulgin murió.

Cuando me enteré de la noticia de su muerte, sentí que su partida marcaba el final de una era. Ojalá hubiera podido conocer a Sasha, pero al hablar con Ann y otras personas que lo conocieron, y al leer tantas de sus obras, siento que tengo una idea de quién era. Realmente eran personas singulares que cambiaron el mundo a través de su curiosidad, valentía y compromiso de compartir lo que aprendieron con los demás. 

“En lo que respecta a la terapia, creo en normas y reglamentos estrictos para garantizar que los pacientes reciban una buena atención basada en las mejores prácticas y estén protegidos de cosas como el abuso por parte del terapeuta”

De entre los entrevistados sobresale Rick Doblin, fundador de MAPS y el luchador incansable por la legalización de los psicodélicos, en especial del MDMA. ¿Cómo resumirías el papel de Rick Doblin en la historia del MDMA?

Después de que mi editor leyera el primer borrador del manuscrito del libro, una de sus notas fue que Rick daba la impresión de ser el personaje principal, pero que teníamos que asegurarnos de mantener el foco en el MDMA. Creo que es una observación muy acertada. Cientos, si no miles, de personas han dado forma a la historia del MDMA hasta ahora, pero Rick destaca como aquel que realmente ha llevado al MDMA donde está hoy y no creo que sea posible exagerar el papel que ha desempeñado. Literalmente, ha dedicado su vida a hacer que el MDMA esté disponible legalmente, tanto para la salud mental como para el ocio. Fue la única persona que no se rindió en esa búsqueda después de que la DEA incluyera definitivamente al MDMA en la Lista I en 1986, y desde entonces no ha perdido el enfoque en ese objetivo. Es bastante increíble, en realidad.

La increíble y apasionante historia del éxtasis, según Rachel Nuwer

Una caminata muy lluviosa por el monte Mulanje, en Malawi, durante un viaje reciente para hacer un reportaje.

El libro está lleno de personas inspiradoras. De entre todas ellas, ¿a quién destacarías?

Oh, Dios, eso es muy difícil de responder... La gente fue inspiradora de maneras muy diferentes, desde la tenacidad de Rick hasta la valentía de personas como Lori Tipton, que compartieron sus historias de trauma y curación. Sin embargo, para contestar a tu pregunta, creo que me quedaría con Gül Dölen. Era neurocientífica en la Universidad Johns Hopkins cuando escribí el libro, y ahora está en la Universidad de California, en Berkeley. Me inspira mucho porque no tiene miedo de pensar de forma innovadora y perseguir ideas que otros podrían considerar extrañas o indignas de atención. Como cree fervientemente en sus propias habilidades e ideas, ha encontrado lo que muy bien podría resultar ser la explicación definitiva de por qué los psicodélicos son capaces de promover la curación a largo plazo bajo ciertas circunstancias. Sus hallazgos sugieren que, en el entorno y la disposición adecuados, estos reabren períodos críticos para el aprendizaje en el cerebro, lo que permite a las personas reconectar sus neuronas para deshacerse de los hábitos inadaptados que han acumulado en torno a su trauma. Si Gül tiene razón, en una disposición y un entorno diferentes, también podrían aplicarse a otros fines, como la terapia ocupacional para personas que han sufrido un derrame cerebral. Tengo muchas ganas de ver adónde le conducen estas ideas. Además de ser una persona brillante, también me inspiró la generosidad de Gül. Tuvimos numerosas y largas llamadas por Zoom durante la pandemia en las que me explicó pacientemente su investigación y la neurociencia en general. Sé que tenía mejores cosas que hacer, pero ella es así.

¿Cómo ha sido relacionarte con tantas personas especiales? ¿Qué has aprendido de ellas?

Ha sido sin duda un privilegio poder entrevistar a personas que han hecho o están haciendo historia, que están llevando a cabo lo que muy probablemente podría ser ciencia merecedora del Premio Nobel y que están dispuestas a compartir sus historias personales para que otros puedan inspirarse y aprender de ellas. Dada la diversidad de personas con las que hablé para el libro, no creo que sea posible resumir lo que he aprendido en una sola respuesta. Pero tal vez sea esto: conocer a las personas y su trabajo y poder compartirlo con los lectores. Es la mejor parte de ser periodista.

Psicodelia también de extrema derecha

La increíble y apasionante historia del éxtasis, según Rachel Nuwer

El lanzamiento de I Feel Love en Nueva York fue presentado por la comediante psicodélica Sarah Rose Siskin en el Athenaeum, una biblioteca, espacio de eventos y club social para la comunidad psicodélica.

Cuando hablas de una de las principales donantes de MAPS, perteneciente a una familia de multimillonarios seguidores de Trump y negacionistas del cambio climático, te ves obligada a explicar esta aparente contradicción con el MDMA. Es curioso cómo solemos alinear a los usuarios de psicodélicos con ideas progresistas, ecologistas, igualitarias… Sin embargo, ahí está Jordan Peterson, Steve Bannon, Alex Jones, Joe Rogan, Curtis Yarvin, Peter Thiel o Elon Musk, intelectuales, youtubers o grandes empresarios muy cercanos a Trump, que en algún momento han manifestado sus simpatías por el uso de drogas psicodélicas.  ¿Siguen siendo los usuarios y defensores de los psicodélicos mayoritariamente progresistas o están cambiando las cosas?

“El MDMA en sí mismo no salvará el mundo, pero en algunos casos creo que puede salvar a las personas y son las personas las que, en última instancia, conforman el mundo y pueden cambiarlo”

Me encantaría ver algunos datos sobre cómo han cambiado las ideologías de los usuarios de psicodélicos a lo largo del tiempo. Sin embargo, estoy de acuerdo con el psiquiatra Stan Grof en que los psicodélicos son amplificadores inespecíficos de lo que sea que ya tengas rondándote la cabeza. No van a transformar milagrosamente a alguien en una persona diferente. Como has señalado, creo que hay suficientes pruebas que sugieren que muchas personas de extrema derecha consumen psicodélicos, y eso también se aplica a todos los demás. Como especie, tenemos un impulso para alterar nuestra conciencia, por lo que tiene sentido que eso se aplique a todo el espectro político.

Otro de los debates que no soslayas en tu libro es el de si estas terapias psicodélicas son solo accesibles para ricos. 

Tenía más esperanzas sobre esto cuando escribí el libro. MAPS PBC (ahora Lykos) estaba buscando activamente diferentes caminos para garantizar que la terapia asistida con MDMA pudiera ser accesible para aquellos que no tienen un seguro médico de primera calidad o dinero para pagarla de su bolsillo. Sin embargo, con todos los recientes despidos, salidas y reorganizaciones que ha sufrido la empresa, no estoy segura de si esto sigue siendo así todavía, o incluso de si es factible. Supongo que, al menos al principio, la terapia asistida con MDMA solo será, o será, sobre todo, accesible para personas con recursos. No es realista esperar que la terapia asistida con MDMA transforme o trascienda de alguna manera el defectuoso sistema sanitario de Estados Unidos. Ojalá fuera diferente, pero esa es la realidad en la que vivimos ahora mismo.

La increíble y apasionante historia del éxtasis, según Rachel Nuwer

Dando una charla sobre el pasado, presente y futuro del MDMA en Burning Man 2024, junto con el fundador de MAPS Rick Doblin y la filántropa psicodélica Genevieve Jurvetson.

Es un debate complejo. En tu libro, Nicole Howell, abogada y fundadora de la Asociación de Abogacía Psicodélica, lo resume diciendo que “tenemos que preguntarnos si simplemente estamos intentando llevar la psicodelia al sistema tradicional o si queremos hacer que el sistema tradicional sea más psicodélico”. Porque los psicodélicos no son fármacos que puedan insertarse en el sistema médico tal y como es ahora, necesitan un encaje especial. Por ejemplo, todos los terapeutas que aparecen en el libro hablan no solo de dar la sustancia sino de acompañarla de terapia integrativa. Tal y como está el sistema público en España, por no hablar del de EE UU, ello supondría un desafío y muchos más recursos destinados a la atención del paciente. En cualquier caso, quiero preguntarte, ¿cómo imaginas tú que será ese encaje? ¿Y cómo te gustaría que fuera ese sistema médico más psicodélico?

Estos son argumentos excelentes, pero siento que estoy saliendo un poco de mi zona de confort en cuanto a las reformas estructurales necesarias para acomodar mejor los psicodélicos en los sistemas de salud públicos y privados. ¡Definitivamente hay personas que han pensado mucho más sobre esto y están mucho más preparadas para dar una respuesta inteligente que yo! Sin embargo, imagino que tratar de encajar los psicodélicos en estos sistemas existentes supone un desafío, como dices. Por ejemplo, requerir que dos terapeutas dediquen días enteros de trabajo a un solo paciente va a ser extremadamente caro. Hay grupos que están trabajando en soluciones alternativas, como estudiar la eficacia de la terapia grupal asistida con MDMA o intentar diseñar psicodélicos que no provoquen un viaje y puedan tomarse como un Tylenol; personalmente dudo que este enfoque funcione, ¡pero ya veremos! En última instancia, de cualquier forma, se trata de un enorme cambio de paradigma en nuestra manera de pensar la medicina y la salud mental: una droga que actúa como catalizador de una curación esencialmente dirigida hacia el interior. Si este enfoque se acepta finalmente, va a sacudir disciplinas enteras y, sin duda, se encontrará con una gran resistencia por parte de quienes se oponen al cambio.

MDMA y la humanidad espiritualizada

La increíble y apasionante historia del éxtasis, según Rachel Nuwer

Fotos: Amelia Nuwer y Gil González.

Yo entiendo la estrategia de MAPS: buscar primero un reconocimiento legal a la terapia psicodélica, para luego luchar por la legalización del uso recreativo por parte de gente sana. Pero, al margen de la lógica estratégica, la realidad es que casi todos hemos usado el MDMA en contextos recreativos. Y aquí hay otro debate interesante que actualiza la discusión de los sesenta entre los partidarios de un consumo de LSD por parte de élites ilustradas y los partidarios de un consumo popular. ¿Crees que el MDMA debes ser una sustancia al alcance de cualquier adulto o que hay que establecer unos marcos rituales que organicen la experiencia, con un control sanitario y médico velando por los usuarios?

Creo que probablemente puedas adivinar mi respuesta… Sí, yo pienso que el MDMA debería estar legalmente disponible para que cualquier adulto lo tome de la forma “responsable” que elija. Me gusta la idea de Rick, por ejemplo, de tener que hacer una prueba para obtener una licencia para comprar MDMA, y luego tener la opción de suspender esa licencia si la persona abusa del MDMA. En general, sin embargo, mientras alguien no esté haciendo daño a otros o poniendo en serio peligro su salud o su vida, creo que se le debería permitir la libertad de consumir cualquier droga que desee, no solo MDMA. Si la gente quiere organizar marcos rituales para acomodar la experiencia, eso es fantástico, pero no debería suponer un requisito. Sin embargo, en lo que respecta a la terapia, creo en normas y reglamentos estrictos para garantizar que los pacientes reciban una buena atención basada en las mejores prácticas y estén protegidos de cosas como el abuso por parte del terapeuta.

Rick Doblin espera que el MDMA se legalice en 2035 y prevé que en 2050 la sustancia ayude a abrirle el paso a una “humanidad espiritualizada”. Como cierre de tus entrevistas para el libro solías preguntar, “de manera inevitablemente irónica” si el MDMA salvará el mundo. Ahora te traslado a ti la pregunta, confiando en que la ironía no te impida considerar en serio todo lo que el uso legal de la MDMA nos puede aportar como sociedad. ¿Salvará el MDMA al mundo?

Es una muy buena pregunta. Teniendo en cuenta todo lo que ha pasado en el mundo en los últimos años, definitivamente me he vuelto más negativa en mi forma de pensar desde que salió el libro. Sin embargo, sigo pensando que el MDMA puede ser una herramienta que aporte un beneficio neto a la humanidad. Cuando las personas se liberan de su trauma, tienen más energía para dedicar a otras cosas aparte de su propio sufrimiento y supervivencia. Lo vi en algunos de mis reportajes: personas que antes luchaban contra un trastorno de estrés postraumático grave ahora son mejores padres, mejores parejas y mejores miembros de la sociedad. Ofrecen su tiempo como voluntarios para ayudar a los demás, escriben libros, participan activamente en su rincón del mundo. Si se multiplica por miles de personas, creo que esto podría tener un impacto realmente positivo en muchos niveles diferentes. El MDMA en sí mismo no salvará el mundo, pero en algunos casos creo que puede salvar a las personas y son las personas las que, en última instancia, conforman el mundo y pueden cambiarlo.

La increíble y apasionante historia del éxtasis, según Rachel Nuwer

Con el fondo de un tapiz de Alex Grey, Rachel posa con su marido, Paul Dix, en la celebración del equinoccio en la Capilla de los Espejos Sagrados (CoSM), hogar de los artistas Alex y Allyson Grey.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #329

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