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Las alternativas al alcohol: nuevas rutas hacia una ebriedad diferente

En los últimos años, la sociedad va siendo cada vez más consciente de los problemas de una de sus drogas más aceptadas y consumidas: el alcohol. Aunque, en términos de salud y seguridad, lo más eficaz para evitar los problemas de cualquier sustancia es no consumirla, no podemos olvidar que esta sustancia cumple una importante función social y recreativa a la que muchas personas no quieren (ni tienen por qué) renunciar. Es por ello que en estos últimos años se están popularizando alternativas que buscan ofrecer parte de sus efectos deseados minimizando sus daños, aunque algunas de estas alternativas también puedan presentar bastantes riesgos en sí mismas. 

Muy poco a poco la sociedad está despertando de una borrachera que en Occidente nos acompaña desde hace milenios, y es que estamos empezando a dejar de obviar y normalizar el impacto negativo que muchas veces tiene el consumo de alcohol y a plantearnos alternativas al respecto. Aunque en esta sección ya hemos hablado sobre formas de reducir la toxicidad, la resaca y otros efectos indeseados del consumo de alcohol, si somos honestos, la mejor forma de evitar los problemas relacionados con el consumo de cualquier droga legal o ilegal es, indudablemente, no consumirla (o al menos consumirla menos). 

Recientemente, el auge de iniciativas que proponen períodos de sobriedad como el Dry January (‘Enero sin alcohol’), el Sober October (‘Octubre sobrio’) y movimientos como el Sober Curious (‘Curiosidad sobria’) son reflejo de esta tendencia creciente: cada vez más personas cuestionan su relación con el alcohol y buscan alternativas más saludables o menos dañinas para sus interacciones sociales y momentos de ocio, porque tenemos tan normalizado el consumo de alcohol, que es la única droga que, si no la consumes, tienes que dar explicaciones socialmente. Estos nuevos movimientos nos invitan a reconsiderar el papel del alcohol en nuestras vidas, a experimentar una pausa en su consumo y probar a intentar disfrutar sin sus efectos. 

Aunque en términos de salud lo ideal sería poder abstenernos de usar aquello que nos pueda hacer daño y no necesitar el alcohol ni ninguna otra sustancia exógena para nuestro ocio y bienestar en sociedad, no podemos obviar que el alcohol se consume desde hace milenios porque cumple importantes funciones sociales e individuales que son percibidas como positivas, como el deseo humano de alterar la percepción, relajarse o potenciar la conexión social, y estos deseos no suelen desaparecer cuando dejamos de lado la bebida. 

En respuesta a todo esto y como un camino intermedio entre la archiconocida ebriedad y la sobriedad, ha surgido un interés por alternativas al alcohol que buscan ofrecer algunos de sus efectos positivos, pero minimizando sus riesgos en la mayoría de los casos. Estas alternativas abarcan desde opciones con alcohol reducido, otras drogas y sucedáneos, hasta bebidas psicoactivas legales diversas con propiedades relajantes, euforizantes o sociabilizadoras. 

Veamos a continuación algunas de las opciones cuyo uso ya está creciendo en sustitución al alcohol tradicional. 

Las bebidas “alcohólicas” con contenido nulo o reducido en alcohol

Aunque esto no siempre sea alejarse del alcohol, sí que implica reducirlo, y con ello puede mitigar muchos de sus problemas, aunque no del todo. 

  • Bebidas 0,0º: la opción más segura en términos de salud. Estas bebidas, intentan conservar los rituales propios del consumo de alcohol (la imagen, el sabor, el olor, etc.) eliminando por completo el principio activo, para una experiencia totalmente libre de alcohol. Aunque las opciones más conocidas son las cervezas 0,0°, existen ya algunos licores más o menos conseguidos como la ginebra 0,0°.
  • Bebidas “sin”: aunque mucha gente no lo sepa, no es lo mismo “sin” que 0,0°. En España, las bebidas “sin” son aquellas cuyo contenido de alcohol está por debajo de 1º, por lo que las cervezas “sin” suelen tener en realidad 0,9º de alcohol, y habría que tomar cuatro o cinco de estas cervezas para estar tomando el mismo alcohol que contiene una normal (entre 4° y 5º).
  • Bebidas con contenido reducido en alcohol: este tipo de bebidas contienen menos alcohol que sus versiones originales, normalmente en torno a la mitad, aunque pueden tener el nivel de alcohol que el fabricante quiera. Todavía son muy raras en España, pero poco a poco van apareciendo algunas alternativas, como por ejemplo whisky de 20º, ron de 20º, ginebra de 20º o cervezas de 2,5º.

Lo bueno de estas bebidas es que en su mayoría se pueden pedir y consumir en bares sin problema porque están cada vez más extendidas, conservan muchos de los rituales propios del alcohol y sus efectos, aunque más moderados, y evitan tener que dar muchas explicaciones.

La nueva industria de las bebidas “funcionales” naturales 

El mercado de las bebidas funcionales está en plena ebullición. Estas bebidas, comerciales o artesanales buscan emular algunos de los efectos del alcohol, como la relajación o el aumento de la sociabilidad, pero sin los efectos negativos asociados a la resaca, la dependencia o los daños hepáticos y cerebrales. De paso, generan una nueva industria muy lucrativa e incluso algunas tendencias de ocio alternativo al alcohol. Algunas de las opciones más populares incluyen: 

  • Kava (Piper methysticum): una raíz tradicional del Pacífico Sur, usada durante siglos en ceremonias sociales. Su consumo en forma de bebida produce relajación muscular y mental, sin afectar a la claridad cognitiva. Sin embargo, su abuso puede generar toxicidad hepática, y algunos países han regulado su venta debido a estos riesgos, como es el caso de la Unión Europea. En Estados Unidos se están extendiendo los kava bars, bares donde se consumen productos de kava.
  • Kratom (Mitragyna speciosa): originario del Sudeste Asiático, esta planta puede actuar como un estimulante en dosis bajas y como un relajante en dosis altas. Sus consumidores reportan sensaciones de bienestar, relajación y euforia, lo que la ha popularizado mucho en los últimos años. Sin embargo, su uso frecuente puede generar cierta dependencia y hasta síntomas de abstinencia. Es por esto que en algunos países ya ha sido prohibido, y en otros su legalidad está siendo revisada.
  • Bebidas con cannabinoides: en países donde es legal, el cannabis y sus principios activos como THC o CBD están encontrando su camino hacia bebidas que prometen relajación y euforia ligera, dependiendo de la composición. Estas bebidas están ganando popularidad como una alternativa que permite evitar los problemas asociados con el alcohol, aunque también puedan llegar a ser peligrosas en base a su contenido de THC.
  • Bebidas con adaptógenos y nootrópicos: algunas empresas han comenzado a añadir compuestos como la ashwagandha, la Rhodiola rosea, el ginseng (Panax ginseng), la L-teanina, la L-tirosina, la cafeína, la Bacopa monnieri, el reishi (Ganoderma lucidum), la maca andina (Lepidium meyenii), el 5-HTP, la melena de león (Hericium erinaceus) o el cordyceps (Cordyceps militaris). Prometen aliviar el estrés, estimular la mente y mejorar el estado de ánimo, aunque sus efectos suelen ser más sutiles que los del alcohol. Hay muchas marcas publicitándose, pero estas bebidas están diseñadas para aquellos que buscan un impulso suave sin comprometer demasiado su salud o claridad mental. 

Estas opciones son legales, de fácil acceso y, generalmente, seguras en dosis moderadas. Sin embargo, los efectos suelen ser mucho menos marcados que los del alcohol, lo que las hace atractivas para algunos, pero insuficientes para otros. 

Alternativas farmacéuticas más potentes 

Existen psicofármacos que tienen propiedades psicoactivas similares a las del alcohol y que para muchas personas sirven como sustitutos más directos del alcohol en ciertos contextos, aunque no sin riesgos que pueden llegar a ser importantes en algunos casos. Entre ellas destacan: 

  • Fenibut: un derivado del neurotransmisor GABA desarrollado en Rusia como ansiolítico y nootrópico. Tiene efectos relajantes y sociabilizadores, similares a los del alcohol, pero con un alto riesgo de dependencia si se usa de manera regular. Es conocido por su capacidad para reducir la ansiedad social, aunque la abstinencia de Fenibut puede ser particularmente difícil de manejar.
  • Gabapentina y pregabalina: medicamentos aprobados para tratar la epilepsia y el dolor neuropático, pero que también se usan de manera off-label para aliviar la ansiedad. Sus efectos incluyen relajación muscular y reducción de la inhibición social, aunque el abuso puede llevar a efectos secundarios graves. Estas sustancias son particularmente populares en entornos donde otras opciones están menos disponibles, como las prisiones.
  • Benzodiacepinas: medicamentos ansiolíticos como el diazepam o el lorazepam pueden reducir la ansiedad social y generar relajación. Sin embargo, el riesgo de dependencia y abuso es considerablemente alto, lo que las hace una opción controvertida.
  • Codeína: un opioide de acción leve que puede proporcionar sensaciones de relajación y bienestar cuando se consume en dosis bajas. Sin embargo, su uso recreativo está asociado con un alto riesgo de dependencia y efectos secundarios como somnolencia o náuseas, especialmente si se mezcla con otras sustancias. 

Aunque estos psicofármacos puedan tener algunos efectos similares al alcohol para algunas personas, no dejan de ser drogas de uso médico con riesgos que pueden llegar a ser importantes.

Sustancias ilegales y de uso controvertido 

Las alternativas al alcohol: nuevas rutas hacia una ebriedad diferente

Aunque no sean legales (o tengan un uso médico muy restringido) y según cómo se utilicen puedan tener riesgos mayores a los del propio alcohol, algunas drogas ilegales también se están usando como alternativas al alcohol debido a sus efectos sociabilizadores o euforizantes, aunque sus riesgos hacen que pueda ser peor el remedio que la enfermedad: 

  • Cannabis: más allá de su uso en bebidas, el cannabis en su forma tradicional es una alternativa popular al alcohol. Dependiendo de la cepa, la persona y el contexto de uso, puede generar relajación, euforia o sociabilidad, aunque también puede provocar efectos adversos, como paranoia, ansiedad, mareos o llegar a manifestar trastornos mentales en algunas personas. Su legalidad en muchas regiones ha fomentado su aceptación como una opción recreativa más segura en comparación con el alcohol, llegando incluso a reducir sus ventas.
  • GHB (éxtasis líquido): aunque tiene una reputación controvertida, en dosis pequeñas puede inducir relajación, desinhibición, aumento de la confianza y sensación de bienestar, efectos similares a los del alcohol y con menos resaca. Sin embargo, puede ser bastante adictivo y su margen de seguridad es estrecho, por lo que existe un alto riesgo de sobredosis. En la mayoría de los países, su uso está estrictamente controlado debido a su potencial de abuso.
  • Ketamina: en dosis bajas, puede generar sensaciones de desinhibición y conexión social. Aunque es más conocida por su uso en entornos recreativos y terapéuticos, algunos la utilizan como alternativa al alcohol, pero sus efectos disociativos pueden ser problemáticos, además de que tiene potencial adictivo y es tóxica para la vejiga. En el contexto médico, la ketamina está siendo explorada como tratamiento para la depresión, lo que ha aumentado su visibilidad, y algunas personalidades han hablado muy positivamente de sus efectos, como es el caso de Elon Musk.
  • Psicodélicos en minidosis: sustancias como el LSD o la psilocibina en dosis bajas (no necesariamente microdosis) pueden mejorar el estado de ánimo, aumentar la creatividad y reducir la ansiedad social. Aunque su uso como sustituto del alcohol es limitado, algunas personas informan que les ayudan a sentirse más cómodas en interacciones sociales sin necesidad de embriagarse, en cambio, otras reportan todo lo contrario, pudiendo incrementar la ansiedad, la confusión e incluso provocar experiencias difíciles. Es por ello que este enfoque requiere de experiencia previa, una dosificación precisa y conocimiento mucho de la sustancia y de uno mismo.
  • MDMA (éxtasis): en dosis moderadas, el MDMA puede inducir una sensación de conexión emocional, sociabilidad y euforia. Aunque su uso recreativo está asociado con riesgos, especialmente deshidratación, hipertermia, hipertensión y neurotoxicidad, en contextos controlados puede ser una herramienta poderosa para estimular la sociabilidad y la apertura.

Sustituir una droga legal por una ilegal puede sonar como una mala idea a priori, y en muchos casos llega a serlo, pero no olvidemos que los efectos y riesgos de las sustancias muchas veces tienen más que ver con factores como la dosis, la frecuencia, la persona, el contexto de uso, la pureza, etc., que con la propia sustancia en sí, y es por ello que el alcohol puede llegar a ser tan dañino o más que otras drogas ilegales. Ante esto es muy difícil asegurar que sustituirlo vaya a ser necesariamente una mala idea o que esto no pueda funcionarle bien a algunas personas como estrategia de reducción de daños, pero lo que está claro es que aunque los riesgo siempre estén ahí, tanto por beber alcohol como por tomar otras alternativas legales e ilegales, hay personas que seguirán buscando encontrar entre las diversas sustancias psicoactivas la que les brinden el mejor equilibrio posible entre obtener los efectos deseados y minimizar los daños a su salud.

Si algo parece estar quedando evidenciado en los últimos años es que el creciente interés por alternativas al alcohol está reflejando un cambio en nuestra relación con las sustancias para uso recreativo. Aunque muchas de estas opciones puedan tener menos riesgos que el alcohol, ninguna está completamente exenta de peligros y otras pueden tener incluso más riesgos. Es crucial que los consumidores se informen bien sobre las dosis, los efectos y las posibles interacciones antes de probar estas alternativas, y que no esperen encontrar una sustancia que sea idéntica en efectos al alcohol. 

Asimismo, esta tendencia también nos invita a repensar nuestra cultura del ocio y a explorar formas de socializar y relajarnos que no dependan exclusivamente de sustancias. Si bien el alcohol ha sido durante siglos el protagonista de nuestras reuniones, quizá sea el momento de darle paso a nuevas experiencias, más diversas y, en muchos casos, más seguras. 

La clave está en mantener un equilibrio: disfrutar de los efectos deseados minimizando los riesgos, y aprender a convivir con nuestras emociones sin recurrir siempre a sustancias externas. Al fin y al cabo, la verdadera conexión social no depende de lo que consumimos, sino de cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás. A medida que evolucionamos hacia una sociedad más informada y consciente, las alternativas al alcohol (desde otras sustancias hasta la sobriedad total) van teniendo cada vez más presencia en nuestro día a día, y puede que algunas de estas alternativas hayan llegado para quedarse.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #327

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