Nueva York, septiembre del 2018. Antes de iniciar este proyecto hace tres años, a la psicóloga Monnica Williams nunca se le hubiera ocurrido utilizar MDMA con el objetivo de sanar y tampoco había probado nunca esta sustancia. Ahora dirige uno de los catorce ensayos de terapia asistida con MDMA organizados por MAPS, y ella misma ha sido la paciente en una sesión de entrenamiento.
En agosto del 2017, la organización MAPS, acrónimo en inglés de la Asociación Multidisciplinaria de Estudios Psiquedélicos, recibió luz verde para iniciar la fase III de ensayos clínicos para el tratamiento psicológico asistido con MDMA de personas con trastorno por estrés postraumático (TEPT) a causa de agresiones sexuales, crímenes violentos o experiencias bélicas. Esta fase III incluye catorce ensayos en Estados Unidos, Canadá e Israel, con un coste de veinticinco millones de euros y con entre doscientos y trescientos participantes.
Tras el anuncio, el caso de los veteranos de guerra recibió especial atención en los medios estadounidenses, que relataron historias de exsoldados que tras pasar por Irak, Afganistán u otras guerras regresaban con gravísimas secuelas psicológicas. Unos traumas que no mejoraban con tratamientos tradicionales, empujando cada año a miles de ellos al abuso de drogas, el paro, el sufrimiento y el suicidio. En ensayos anteriores, un gran porcentaje de veteranos respondió muy positivamente a la terapia con MDMA.
Pero el ensayo que dirige Williams en la Universidad de Connecticut es diferente. Sus pacientes son víctimas de la discriminación y violencia raciales; afroamericanos en su mayoría con TEPT provocado por el racismo social e institucional de Estados Unidos, que han sufrido a lo largo de sus vidas en numerosas ocasiones.
Williams creció en San Diego (California), y está especializada en la salud mental de minorías étnicas –afroamericanos, hispanos y nativos–, desórdenes obsesivo-compulsivos y traumas. Fue MAPS quien contactó con ella. La organización era consciente de que hasta la fecha sus estudios no reflejaban la diversidad racial de la sociedad. “Eran estudios hechos a blancos”, explica Williams a Cáñamo en una de las habitaciones en las que ella y cinco psicólogos más conducen las sesiones asistidas con metilendioximetamfetamina, nombre genérico de la MDMA.
El hospital de la Universidad de Connecticut ocupa un alto cerca de la localidad de Hartford, la capital del estado. Se trata de unas instalaciones de reciente construcción rodeadas de bosque. El edificio es frío, a pesar del calor veraniego, y está completamente vacío, al tratarse de un sábado por la mañana. En dos habitaciones se desarrolla el estudio de MAPS; tres parejas de terapeutas, siempre formados por un hombre y una mujer, ambos de color. Esa mañana, en la primera habitación se encuentra una joven afroamericana de unos veinticinco años realizando varios test y entrevistas por internet que servirán para determinar su idoneidad en este ensayo.
Si pasa el corte, esta joven comenzará un proceso de varios meses, que incluye tres sesiones con MDMA en la sala en la que se encuentra. Las sesiones serán grabadas y su ritmo cardíaco y presión arterial estarán monitoreadas, podrá escuchar música de una lista de Spotify diseñada específicamente para acompañarla en la experiencia, podrá taparse los ojos para concentrarse en sus sentimientos y compartirlos con una pareja de terapeutas, que entienden lo que significa no ser blanco en Estados Unidos.
¿Cómo funciona esta terapia?
Cuando la gente está traumatizada sienten tanto miedo y ansiedad en torno a su experiencia traumática que no pueden pensar en ella de manera objetiva, no cuentan con una visión desde fuera, llegar hasta ahí les resulta muy difícil. Pero con la MDMA aumentan los sentimientos de confianza, seguridad y bienestar, y entonces consiguen una imagen panorámica y alejada de su trauma, logran ponerlo en perspectiva. Esto no lo podían hacer antes porque sus recuerdos estaban enredados en una maraña confusa de emociones negativas. Las emociones negativas siguen ahí, pero son mucho más manejables. La MDMA te permite ser valiente con tus emociones en torno a tus memorias traumáticas en lugar de ser miedoso y ansioso. Esas emociones obstaculizan la terapia tradicional, pero aquí pueden reprocesar estas emociones y experiencias. Cuando el miedo desaparece pueden enfrentarse a estos hechos que tanto les han afectado, a veces durante muchos años. No tener miedo es lo que realmente les permite reprocesar estas memorias de manera más efectiva. Años de terapia se pueden condensar en unas cuantas sesiones. Muchas rupturas o realizaciones suceden en esas dos o tres sesiones. Cuando un individuo está traumatizado sufre mucha vergüenza y culpabilidad, y llega a la conclusión de que es defectuoso de alguna manera, que el mundo es un lugar peligroso y que no puede confiar en nadie. Pero cuando da un paso atrás, lo ve todo de otra manera y dice cosas como “entiendo que este trauma negativo me ha sucedido no porque yo sea una mala persona”. Esos son los momentos, que no suceden muy a menudo, que celebramos como terapeutas. Con la MDMA los pacientes pueden experimentar tres o cuatro momentos así en una sesión, y es algo bastante increíble.
"Muchos familiares de nuestros participantes no les acompañan en este proceso"
¿Cómo define esos momentos?
El paciente recibe una visión interior que resulta muy profunda y llena de significado. Muchas veces para nosotros los terapeutas puede resultar obvio, pero para ellos se trata de un lugar al que antes no podían llegar. Puede ser algo tan sencillo como “merezco ser amada” o “tengo todo lo que necesito en esta vida”. A veces ellos mismos afirman que nunca antes habían dicho cosas así, por lo que entendemos que es la primera vez que alcanzan ese espacio. Se llora mucho en estas sesiones. La MDMA retira el miedo, por eso el llanto no viene necesariamente del miedo, sino más bien aparece porque se sienten abrumados ante la posibilidad de vivir una vida libre de síntomas de TEPT. Los psicólogos tuvimos nuestra sesión como parte del entrenamiento y me pasé la mitad del tiempo llorando, es decir, unas cuatro horas. Pero no era un llanto horrible, lo sentí como algo realmente importante, útil, catártico y lleno de significado. Como: “estoy llorando pero está bien”.
¿Cómo se estructura el tratamiento?
En total se trata de unas veinte sesiones, pero algunas son solo de evaluación para ver cuán grave es su TEPT y determinar si pasan el corte para el estudio. También tenemos una sesión preparatoria de noventa minutos. La sesión con MDMA dura todo el día, y a la mañana siguiente hay una sesión de integración de noventa minutos. Esto se repite tres veces y luego se hace un seguimiento. Entre las sesiones podemos contactarles por teléfono para ver qué tal están y si hay algo que quieren compartir antes de la próxima sesión. Les evaluamos a ver si se ajustan a lo que buscamos y también tenemos un supervisor externo que les hace una serie de pruebas y entrevistas a través de internet. Este supervisor independiente le da una puntuación al paciente, que luego se revisa al final del tratamiento.