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Dos libros salidos de muchas botellas

Dos libros salidos de muchas botellas

Cubiertas de los libros Borracha menor (Caballo de Troya, 2024), de Sofía Balbuena, y Vinagre (Yonki Books, 2024), de Jorge Matías.

Coinciden en las librerías dos títulos que relatan la complicada relación de sus autores con el alcohol y cómo consiguieron superar su adicción en una sociedad que no ayuda en el proceso porque ni siquiera entiende el problema.

La literatura universal es generosa en títulos relacionados con el alcohol. Textos que suelen romantizar la sustancia, restarle importancia a las rutinas de consumo frecuente y que acostumbran a estar centrados en personajes de una clase social acomodada y relativamente ociosa. Bohemios atrapados en ensoñaciones de absenta, fiesteros profesionales en los locos años 20 del siglo pasado a uno y otro lado del Atlántico, diplomáticos macerados en mezcal, reporteros gonzos que hicieron del abuso un género o autores a los que sus exitosos libros sobre su adicción les permitieron abandonar sus trabajos de carteros para vivir holgadamente de la venta de libros y las conferencias.

Sofía Balbuena (Salto, Buenos Aires, 1984), autora de Borracha menor.

Sofía Balbuena (Salto, Buenos Aires, 1984), autora de Borracha menor. © Rosa Ramírez Mazaheri.

Lo que no resulta tan frecuente es encontrar libros en los que sus autores, relatan su complicada relación con el alcohol desde el punto de vista de un trabajador por cuenta ajena, en una sociedad cada vez más precarizada, con menos redes de apoyo, en la que la bebida es el síntoma de problemas aún mayores y a la que no solo le cuesta calificar esa sustancia de droga, sino que tiene normalizado su consumo hasta el punto de incluirlo en actos cotidianos que nada tienen que ver con lo lúdico o lo excepcional.

“En Madrid o en Barcelona, la gente se toma un par de horas para almorzar, beben una o dos cañas y se vuelven a trabajar. Eso en Argentina, hasta donde llega mi experiencia, es impensado. Nadie bebe si tiene que volver a trabajar, mucho menos cerveza. Quizás un vaso de vino, si algo. Por eso, aun cuando en Argentina se bebe muchísimo, el consumo de alcohol está adherido al tiempo de ocio, mientras que en Madrid la relación es más orgánica. Aquí no existe esta idea de compartimentar el consumo de alcohol en el tiempo en que no hay responsabilidades. En este sentido, creo que es una relación más ‘saludable’ porque no es cierto que las responsabilidades se terminan cuando acaba la jornada laboral. En realidad, siempre hay responsabilidades”, explica Sofía Balbuena autora de Borracha menor (Caballo de Troya, 2024), cuyo punto de vista sobre el alcohol coincide en muchos aspectos con el de Jorge Matías, autor de Vinagre (Yonki Books, 2024).

“El alcohol está tan normalizado en nuestra sociedad que nadie ve extraño su consumo. En una ciudad más grande, como Madrid, te puedes diluir un poco pero, en mi caso, que vivía en una ciudad pequeña como Alcalá de Henares, todo era más intenso. Allí es más difícil sustraerse y también es más difícil parar o decidir dejarlo. Primero porque hay mucha incomprensión y después porque, lo quieras ver o no, estás enganchado a una droga”.

Algo está pasando

Borracha menor comienza poco antes de que su autora abandone su Argentina natal para viajar a Barcelona, ciudad en la que le espera un ilusionante trabajo como librera. Entre los consejos que le ofrece su padre antes de partir está uno que funcionará como una suerte de maldición o de oráculo: “Sofía, no te vayas a convertir en una alcohólica”. “Ya no me acuerdo si efectivamente mi padre me dijo eso. Lo que sé es que cuando empecé a escribir Doce pasos, una de las partes del libro, me pareció un buen recurso para comenzar algo, un gancho para que una lectora hipotética comprometa su tiempo en leer lo que yo estaba escribiendo. No te sé decir por qué mi papá me dijo tal cosa, pero puedo suponer que lo veía venir, porque había algo en mí que podía interpretarse en ese sentido”.

Jorge Matías (Madrid, 1974), autor de Vinagre.

Jorge Matías (Madrid, 1974), autor de Vinagre.

Vinagre también comienza relatando ese momento que hizo que Jorge Matías se diera cuenta de que tenía un problema con el alcohol. Una amarga epifanía que se produjo un 29 de agosto, cuando el escritor recibió la llamada de una amiga que quería felicitarle por su cumpleaños y acabó abroncándole al enterarse que estaba celebrándolo solo, bebiendo desde por la mañana jarras y jarras de cerveza de medio litro.

“Muchos de mis ídolos hacían abuso del alcohol y otras drogas. Eso está ahí, pero no puedo culparles a ellos de mi situación. De lo que sí he ido siendo consciente es de que ellos bebían y se drogaban porque vivían en sociedades muy parecidas a la mía. De hecho, aunque nos intenten hacer creer que el alcoholismo es un problema de consumo individual, eso no se sostiene. En España es un problema colectivo que genera conflictos sociales, violencia y problemas de salud… Negar todo esto es someter al alcohólico a un juicio moral, culparle de que ha sido una persona débil porque no ha sabido controlarse y de ser el único responsable de lo que le sucede. Una situación que, en mi opinión, tiene mucho que ver con el sistema neoliberal en que vivimos y con el dinero que genera el negocio del alcohol. En mi caso, todos los días cuando salía de trabajar me iba a beber hasta quedarme dormido, lo que suponía un gasto de unos doscientos euros semanales en alcohol”, explica Jorge Matías, que entre los diferentes temas que aborda en Vinagre, están las estrategias de las compañías fabricantes para comercializar sus productos, forzando su calificación como alimento como en el caso del vino o creando productos ad hoc para burlar las restricciones publicitarias.

“Cuando las empresas promocionan las variedades 0,0 las llaman exactamente igual que su versión con alcohol. Con ello consiguen que en los anuncios esté presente la marca original, que es lo que realmente necesitan. En el fondo, todos esos mejunjes 0,0 que imitan a bebidas alcohólicas y que no creo que se vendan demasiado, no son más que un señuelo para para burlar la ley y meter la marca de alcohol que todos conocemos en medios vetados u horarios restringidos”.

Personal e intransferible

La escritora Sofía Balbuena ha trabajado en la librería barcelonesa Lata Peinada.

La escritora Sofía Balbuena ha trabajado en la librería barcelonesa Lata Peinada. Foto: Andrea Gianella M. Van

“Hay tantas formas de alcoholismo como alcohólicas. La relación que se establece con el objeto que una consume es personal y única, intransferible, por lo que el alcoholismo es un autodiagnóstico. Eso puede hacer que haya gente que piense que yo en realidad bebo poco o que en mi libro estoy exagerando”, reflexiona Balbuena.

El pasado mes de julio, el Ministerio de Sanidad anunció que la industria del alcohol no podrá promocionar sus productos apelando a un “consumo responsable”. El objetivo de dicha prohibición es desterrar la idea de que en determinadas cantidades, beber alcohol es sano. Una creencia que ha provocado que muchas personas no sean capaces de determinar qué es un consumo problemático de alcohol.

“Hay tantas formas de alcoholismo como alcohólicas. Incluso si vos y yo somos alcohólicas, no somos alcohólicas de la misma manera. La relación que se establece con el objeto que una consume es personal y única, intransferible, por lo que el alcoholismo es un autodiagnóstico. Eso puede hacer que haya gente que piense que yo en realidad bebo poco o que en mi libro estoy exagerando. Del mismo modo, tampoco creo que la gente que beba más que yo tenga necesariamente una relación problemática con el alcohol. Una puede aguantar no más una cerveza y tener un problema o tomarse miles y no tenerlo”, reflexiona Balbuena que, cuando decidió contar su relación con esta sustancia, tenía claro que su libro no debía cumplir con ninguna vocación didáctica ni ser un canal para expiar situaciones conflictivas del pasado.

“Va a sonar un poco brusco pero yo no escribí el libro para asumir responsabilidades. Defiendo mi derecho a ser alcohólica si decido serlo y en buena medida escribí este libro para anular ese señalamiento externo. Un poco para desautorizar a mi propio padre diciéndome que no me convierta en alcohólica”, reflexiona Balbuena, cuyo planteamiento coincide bastante con el que tenía Jorge Matías antes de empezar a escribir su libro.

Jorge Matías, autor de Vinagre, es, según sus palabras, obrero del metal por necesidad y escritor por cabezonería

Jorge Matías, autor de Vinagre, es, según sus palabras, obrero del metal por necesidad y escritor por cabezonería.

“Todo el mundo tiene derecho a contar su historia, pero siempre me ha chirriado un poco esa gente más o menos exitosa que cuenta su salida del alcoholismo como el que renace de sus cenizas y se convierte en un ejemplo para los demás. La mayoría de los alcohólicos no somos así porque, cuando dejas el alcohol, simplemente dejas el alcohol. Es cierto que vas a llevar una vida un poco mejor, pero tanto como resurgir… No se resurge de nada. De hecho, aparecen otros problemas”, comenta Jorge Matías.

“Todo el mundo tiene derecho a contar su historia, pero siempre me ha chirriado un poco esa gente más o menos exitosa que cuenta su salida del alcoholismo como el que renace de sus cenizas y se convierte en un ejemplo para los demás. La mayoría de los alcohólicos no somos así porque, cuando dejas el alcohol, simplemente dejas el alcohol. Es cierto que vas a llevar una vida un poco mejor, pero tanto como resurgir… No se resurge de nada. De hecho, aparecen otros problemas. A mucha gente, por ejemplo, le incomoda más tener cerca a una persona que se reconoce como alcohólico y que ha dejado la bebida que a un bebedor, porque se sienten juzgados por el hecho de que tú ya no bebas y ellos continúen haciéndolo”, comenta Matías que, como Balbuena, finalmente consiguió superar su adicción a la bebida. “En mi caso va y viene, con idas y vueltas, como cualquier relación problemática. Pero siempre con mucha consciencia y reglas”, explica Sofía Balbuena que, al igual que Jorge Matías, realizó el proceso sola, sin ayuda externa.

“Si quieres dejar el alcohol, no tienes nada a tu favor. Menos aún si eres de clase trabajadora. Yo no podía ingresarme en una clínica porque ni tenía el dinero ni me podía permitir dejar mi trabajo todo ese tiempo –comenta el autor de Vinagre, cuya principal fuente de ingresos procede de su trabajo como obrero en una empresa metalúrgica–. Por otra parte, tampoco quise acudir a Alcohólicos Anónimos o a los grupos evangélicos que estaban en mi barrio, porque no estaba dispuesto a colaborar con gente que se aprovecha de personas en situaciones de debilidad para captarlos en sus grupos sectarios. Pareciera como si, por ser alcohólico, perdieras todos tus derechos o tuvieras que aceptar que, debido a tu situación, tampoco pudieras quejarte de que, a cambio de esa ayuda, te adoctrinen. Por eso, aunque creo que la forma en como dejé el alcohol no es muy recomendable, bastante tenía ya con lo mío como para meterme en sitios como esos”.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #322

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