79 Funkadelic, “Super stupid” (del álbum Maggot Brain, Westbound, 1971)
La psiquedelia también alteró la música negra. Tanto al frente de Funkadelic como de Parliament, George Clinton sería uno de los más inveterados exponentes de esa transformación: “El LSD cambió positivamente mi mente en muchos aspectos. Con Funkadelic nos ayudó a intentar cosas que de otro modo no habríamos intentado”. Además de LSD, también formaron parte de la dieta de Clinton hasta principios del siglo xxi caballo, cocaína y crac. En lo que respecta a la lisérgida, se dice que el segundo álbum de Funkadelic, Free Your Mind and Your Ass Will Follow (‘Libera tu mente y tu culo la seguirá’), lo grabó la banda hallándose todos sus miembros tripando. La misma teoría se aplicaba a su siguiente trabajo, Maggot Brain, cénit del rock negro psicodélico, al parecer ungido en el ácido Yellow Sunshine. “Mi problema con las drogas es que no me impidieron ser creativo, por lo que pensé que no me causaban ningún problema. Nada más lejos de la verdad. El concepto de colocarse es acabar bien jodido. Y cuando estás jodido, la jodes”. Así lo ejemplificaba el protagonista de “Super stupid”: “Superestúpido compró una papela de cinco centavos / pensaba que era farlopa, pero resultó ser caballo / Superestúpido se lo metió todo de una tacada / entonces sus ojos empezaron a disolverse, y su nariz empezó a correr / oh, estúpido, con tus altos y bajos / tu cerebro de gusano / tus muecas y tu ceño fruncido / Superestúpido aquí estás hoy / has perdido el combate y el ganador es el miedo”.
78 Marilyn Manson, “I don’t like the drugs” (del álbum Mechanical Animals, Nothing-Interscope, 1998)
Depositario del grand guignol de Alice Cooper, Manson se erigía en nuevo Ziggy Stardust del nihilismo distópico con la trilogía de álbumes formada por Antichrist Superstar, Mechanical Animals y Holy Wood. Dicho tríptico conceptual ilustraba con vistosa truculencia las consecuencias de los excesos de fama y drogas: “Mientras grabábamos el primero de esos discos experimenté con varias drogas de prescripción legal, como sulfato de morfina, Percocet y Lorcet. También me clavé agujas de coser bajo las uñas para comprobar mis límites de dolor, dado que los emocionales ya los había cruzado. Me mantuve despierto por primera vez durante cuatro días seguidos con cristal de metanfetamina, y empecé a escribir la música”. En Mechanical Animals se hallan tres temas clave de ese eje argumental: “The dope show” o la fama como droga; “Great big white world” o la perniciosa esclavitud de la coca, y “I don’t like drugs”, una cínica racionalización gnóstica de la ebriedad: “Vida normal, nena / somos unos rajados y estamos sobrios / nuestras confesiones serán televisadas / tú y yo estamos subdosificados, listos para caer / criados en la estupidez, adiestrados para ser nada de nada / no me gustan las drogas pero yo les gusto a las drogas / solo soy la muestra de un alma / hecho para parecer humano / estamos rehabilitados y preparados / para nuestros quince segundos de vergüenza / hay un agujero en nuestra alma que llenamos con droga / y nos sentimos bien”.
77 The Small Faces, “Here come the nice” (7” Immediate, 1967)
Normalmente vilipendiada, la figura del camello también ha sido objeto de elogios y reconocimiento. “Aquí viene el enrollado, con un aspecto estupendo / me hace sentir como nadie más puede hacerlo / sabe lo que quiero, tiene lo que necesito / siempre está ahí si preciso algo de speed / aquí viene el enrollado (está claro) / aquí viene el enrollado (te hará sentir bien) / sería como él (si pudiese) / (sabes que deberías) / sabes que deberías conocer al hombre / el hombre te ayudará todo lo que pueda / no necesitas dinero para ser sabio / aquí viene el enrollado, con un aspecto enrollado / todo el mundo sabe que el enrollado no es ningún memo / te pondrá las pilas, te mostrará por ahí / siempre está ahí si entras en acción / ya sabes que has de intentar reunirte con el hombre / el hombre va a enseñarte todo lo que pueda / no necesitas dinero para abrir los ojos”. Los Small Faces homenajeaban así a su proveedor de metedrina, escapando incomprensiblemente a la estricta censura británica, lo que hizo posible que este single se asentara en listas, perpetuándose como himno generacional del anfetaminoso colectivo mod. Sincopada, vigorosa y dulce al unísono, ilustra diligentemente la euforia química y el preceptivo post festum, pestum, este con unos luctuosos efectos de sonido, el único detalle psicodélico de la canción. Otra pieza de resistencia del grupo sería “Itchycoo Park”, cuya celebración del LSD vetaba momentáneamente la BBC.