60 The Allman Brothers Band, “All night train” (del álbum Where It All Begins, Sony, 1994)
“Ayer por la noche acabó siendo una locura / mientras viajaba en el tren nocturno / lo tomé calle abajo y alrededor de la manzana / me llevó al centro, nena, donde los tipos duros rockean / rodando, rodando / llévame donde pueda calmar mi dolor / el predicador dijo, chaval, ¿dónde has estado? / metiendo plomo en mis bolsillos / gastándome el dinero en pecar / cuando llegó la mañana no me quedaba ni un centavo / me lo fundí todo en el tren nocturno / correr, deja al pasajero correr / me desperté ayer a última hora de la tarde / las órbitas de mis ojos parecían dos globos / el doctor dijo que las cosas no van a cambiar nunca / hasta que deje de viajar en ese tren nocturno / hice un pequeño viaje, para evitar perder la razón / y pasé el resto de mi vida en el tren nocturno”. Coincidiendo con su periodo de mayor popularidad, 1973, la banda insignia del rock sureño se quebraba por dentro a medida que escalaba su consumo de drogas. En 1978, Gregg Allman testificaba contra su jefe de seguridad en el juicio que le condenaba a setenta y cinco años de cárcel por traficar con cocaína. Un turbio asunto en el que estaba implicada toda la banda. No acababan ahí los problemas de sustancias para Allman y el guitarra Dicky Betts. Alguna sobredosis y varios naufragios etílicos después, el primero conseguía desintoxicarse a los cuarenta y siete años, después de grabar el álbum al que pertenece esta rememoración de unas dependencias que le acompañaron la mayor parte de su vida adulta.
59 Gil Scott-Heron, “Angel dust” (del álbum Secrets, Arista, 1978)
Una de las más lúcidas e hirientes voces de la música afroamericana contemporánea, la de Scott-Heron, abordó múltiples problemáticas sociales, básicamente referentes a la comunidad negra pero también de alcance interracial. Incisivo comentarista, poeta, activista, pionero del rap y, en definitiva, figura capital de la contracultura negra; uno de sus temas más populares, España incluida, sería “The bottle” (1974), bailable y turgente groove tras cuya lúdica superficie acechaba una amarga crítica de los sórdidos efectos del alcoholismo en el gueto: “Mira a ese chaval negro por ahí / corriendo asustado / su viejo tiene un problema / lo empeñó casi todo / incluido el anillo de boda de su esposa / para poder darle a la botella / fíjate en esa hermana / estaba bien antes de que / empezara a beber vino / de la botella / dijo que su hombre había cometido un crimen / y está cumpliendo condena / así que ahora ella anda metida en la botella / vive en la calle sola / necesita la ayuda de la botella / ¿no crees que es un crimen / que una y otra vez la gente caiga en la botella?”.
Aunque las drogas ilegales fueran una de las plagas endémicas de los suburbios negros de América, Scott-Heron tan solo haría objeto de admonición al tema en una ocasión, centrándose en la fenciclidina, PCP o angel dust, esto es, ‘polvo de ángel’. En origen un anestésico quirúrgico y pariente de la ketamina, sus efectos psicóticos y disociativos causaban casi tantos estragos como la free base: “El tío estaba divirtiéndose / y entonces era cuando podía jurar / la habitación se movía / pero eso sucedía solo en su mente / estaba navegando / nunca pareció darse cuenta / le fallaba la visión / porque todo era parte del colocón / el sudor chorreaba / no podía resistirlo / la habitación estaba explotando / podría no conseguirlo / Polvo de ángel, niños, deberíais escuchar / Polvo de ángel, no está donde está / Polvo de ángel, no recuerdas lo que te estás perdiendo / pero en esos callejones sin salida / no hay marcha atrás / estaban ahí de pie / todos formando un círculo / la familia al completo / escuchando las palabras del predicador / Sis estaba llorando / ella sola guardaba todos los secretos / de sus lágrimas moribundas vertiéndose / puede que fuera su culpa / él era tan confiado / solo Dios sabía por qué / estaban dándole al polvo / aléjate del polvo / créeme, hermana / el polvo no es bueno para nadie de ningún modo / Polvo de ángel, por favor, niños, es duro de oír pero / no estoy intentando manejar vuestra vida / podría parecer otro buen rato / pero en esos callejones sin salida / no hay marcha atrás”.
Habría resultado provechoso que Scott-Heron atendiera igualmente a la cocaína y el crac, sustancias de las que fue esclavo durante décadas, provocándose un deterioro físico y mental del que se recuperaba milagrosamente, aunque no del todo y no sin antes ser sentenciado en el 2001 a tres años de prisión por posesión de farlopa. Liberado bajo palabra en el 2003, a los pocos meses volvía a ser arrestado por tenencia de una pipa de crac, cumpliendo medio año. Ya en el 2006, le condenaban a cuatro al evadirse de un centro de rehabilitación en el que purgaba otra pena por posesión, de los que solo servía uno para salir nuevamente a prueba.