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100 canciones sobre drogas (16)

“Ayer por la noche acabó siendo una locura / mientras viajaba en el tren nocturno / lo tomé calle abajo y alrededor de la manzana / me llevó al centro, nena, donde los tipos duros rockean / rodando, rodando / llévame donde pueda calmar mi dolor / el predicador dijo, chaval, ¿dónde has estado? / metiendo plomo en mis bolsillos / gastándome el dinero en pecar / cuando llegó la mañana no me quedaba ni un centavo / me lo fundí todo en el tren nocturno / correr, deja al pasajero correr / me desperté ayer a última hora de la tarde / las órbitas de mis ojos parecían dos globos / el doctor dijo que las cosas no van a cambiar nunca / hasta que deje de viajar en ese tren nocturno / hice un pequeño viaje, para evitar perder la razón / y pasé el resto de mi vida en el tren nocturno”.

60 The Allman Brothers Band, “All night train” (del álbum Where It All Begins, Sony, 1994) 

“Ayer por la noche acabó siendo una locura / mientras viajaba en el tren nocturno / lo tomé calle abajo y alrededor de la manzana / me llevó al centro, nena, donde los tipos duros rockean / rodando, rodando / llévame donde pueda calmar mi dolor / el predicador dijo, chaval, ¿dónde has estado? / metiendo plomo en mis bolsillos / gastándome el dinero en pecar / cuando llegó la mañana no me quedaba ni un centavo / me lo fundí todo en el tren nocturno / correr, deja al pasajero correr / me desperté ayer a última hora de la tarde / las órbitas de mis ojos parecían dos globos / el doctor dijo que las cosas no van a cambiar nunca / hasta que deje de viajar en ese tren nocturno / hice un pequeño viaje, para evitar perder la razón / y pasé el resto de mi vida en el tren nocturno”. Coincidiendo con su periodo de mayor popularidad, 1973, la banda insignia del rock sureño se quebraba por dentro a medida que escalaba su consumo de drogas. En 1978, Gregg Allman testificaba contra su jefe de seguridad en el juicio que le condenaba a setenta y cinco años de cárcel por traficar con cocaína. Un turbio asunto en el que estaba implicada toda la banda. No acababan ahí los problemas de sustancias para Allman y el guitarra Dicky Betts. Alguna sobredosis y varios naufragios etílicos después, el primero conseguía desintoxicarse a los cuarenta y siete años, después de grabar el álbum al que pertenece esta rememoración de unas dependencias que le acompañaron la mayor parte de su vida adulta. 

Gil Scott-Heron
Gil Scott-Heron

59 Gil Scott-Heron, “Angel dust” (del álbum Secrets, Arista, 1978) 

Una de las más lúcidas e hirientes voces de la música afroamericana contemporánea, la de Scott-Heron, abordó múltiples problemáticas sociales, básicamente referentes a la comunidad negra pero también de alcance interracial. Incisivo comentarista, poeta, activista, pionero del rap y, en definitiva, figura capital de la contracultura negra; uno de sus temas más populares, España incluida, sería “The bottle” (1974), bailable y turgente groove tras cuya lúdica superficie acechaba una amarga crítica de los sórdidos efectos del alcoholismo en el gueto: “Mira a ese chaval negro por ahí / corriendo asustado / su viejo tiene un problema / lo empeñó casi todo / incluido el anillo de boda de su esposa / para poder darle a la botella / fíjate en esa hermana / estaba bien antes de que / empezara a beber vino / de la botella / dijo que su hombre había cometido un crimen / y está cumpliendo condena / así que ahora ella anda metida en la botella / vive en la calle sola / necesita la ayuda de la botella / ¿no crees que es un crimen / que una y otra vez la gente caiga en la botella?”.

Aunque las drogas ilegales fueran una de las plagas endémicas de los suburbios negros de América, Scott-Heron tan solo haría objeto de admonición al tema en una ocasión, centrándose en la fenciclidina, PCP o angel dust, esto es, ‘polvo de ángel’. En origen un anestésico quirúrgico y pariente de la ketamina, sus efectos psicóticos y disociativos causaban casi tantos estragos como la free base: “El tío estaba divirtiéndose / y entonces era cuando podía jurar / la habitación se movía / pero eso sucedía solo en su mente / estaba navegando / nunca pareció darse cuenta / le fallaba la visión / porque todo era parte del colocón / el sudor chorreaba / no podía resistirlo / la habitación estaba explotando / podría no conseguirlo / Polvo de ángel, niños, deberíais escuchar / Polvo de ángel, no está donde está / Polvo de ángel, no recuerdas lo que te estás perdiendo / pero en esos callejones sin salida / no hay marcha atrás / estaban ahí de pie / todos formando un círculo / la familia al completo / escuchando las palabras del predicador / Sis estaba llorando / ella sola guardaba todos los secretos / de sus lágrimas moribundas vertiéndose / puede que fuera su culpa / él era tan confiado / solo Dios sabía por qué / estaban dándole al polvo / aléjate del polvo / créeme, hermana / el polvo no es bueno para nadie de ningún modo / Polvo de ángel, por favor, niños, es duro de oír pero / no estoy intentando manejar vuestra vida / podría parecer otro buen rato / pero en esos callejones sin salida / no hay marcha atrás”. 

Habría resultado provechoso que Scott-Heron atendiera igualmente a la cocaína y el crac, sustancias de las que fue esclavo durante décadas, provocándose un deterioro físico y mental del que se recuperaba milagrosamente, aunque no del todo y no sin antes ser sentenciado en el 2001 a tres años de prisión por posesión de farlopa. Liberado bajo palabra en el 2003, a los pocos meses volvía a ser arrestado por tenencia de una pipa de crac, cumpliendo medio año. Ya en el 2006, le condenaban a cuatro al evadirse de un centro de rehabilitación en el que purgaba otra pena por posesión, de los que solo servía uno para salir nuevamente a prueba. 
 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #249

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