¿Qué hubiera sido de El Canijo de Jerez de no haberse cruzado una guitarra en su camino? “Estudiar, seguro que no, porque era muy torpe en el colegio. Me aburría en clase mucho, con respeto a todos los profesores”, me comenta en su piso de Chiclana, desde donde nos concede la entrevista. “No sé, trabajando en cualquier lado; no sé, de albañil, a lo mejor”. Lo que no sabe tanta gente es que El Canijo estuvo coqueteando con el fútbol y el destino casi le lleva por el camino del gol. “Me gustaba mucho el fútbol. Jugaba aquí en mi equipo de Jerez, incluso estuvimos en Francia. La pelota se me daba bien, pero es muy difícil llegar lejos”. El fútbol le abrió un horizonte más allá de su Andalucía: “Ir a Francia a jugar me conectó, porque fue una aventura supergrande: cruzar Despeñaperros, la Península y llegar hasta allí… Fuimos en el mismo autobús con las chicas del equipo de baloncesto, y allí hubo los tonteos normales entre nosotros… Estupendo, vaya”.
El Canijo de Jerez, junto con su compadre Miguel Ángel Benítez “Er Migue”, forman Los Delinqüentes a la sensible edad de quince años. Poco después se uniría Diego Pozo “Er Ratón” a las guitarras. La banda tuvo un rápido reconocimiento en el panorama musical español. Su disco debut, El sentimiento garrapatero que nos traen las flores, está repleto de himnos generacionales. Con poco más de dieciocho años tenían un disco de oro y toda la vida por delante para ofrecernos música.
En el 2012, Los Delinqüentes se separan. Dice el Canijo que estaba cansado y que se fue apagando la chispa. Decide entonces iniciar un proyecto personal en solitario. Manual de jaleo (El Volcán Música, 2018), su último disco en solitario, está cosechando unos frutos grandes y jugosos entre crítica y público: “Todo el mundo me dice que es el mejor disco, que es algo que no tenía claro porque en septiembre del año pasado no tenía nada. Ha sido todo muy rápido”.
Cómo está la via
El Canijo anda preocupado por cómo está el mundo. Mal momento para la libertad de expresión, la desigualdad (de género), los refugiados, las guerras que no acaban… Según el Canijo, Manual de jaleo va dirigido a escapar de los telediarios que “te quitan hasta las ganas de comer”.
¿Cuál te parece que es la canción más comprometida con el espacio social de todo tu repertorio?
Con Los Delinqüentes, la de “No llevamos na”. En solitario, “Vieja rata mentirosa”. Si la lees verás que va por ahí. De todas maneras, siempre vas a encontrar alguna frase que es una puya en cualquier canción. Pero no soy muy punki en ese aspecto, prefiero más el sentido figurado cuando me dirijo a los políticos; la onda de trabajar de Bob Dylan, Triana o Kiko Veneno. En la época del franquismo que estaba la gente aletargada, pues a lo mejor no se podían decir las cosas tan a la cara como lo que ha pasado con Valtònyc o César Strawberry (Def Con Dos). Por cierto, que se condene a alguien por expresar algo que quiera decir no entra dentro del garrapaterismo.
“El garrapaterismo no tiene límites, siempre que sea con respeto. La filosofía principal es no mirar por encima del hombro a nadie”
Bueno, tú eres de Cádiz. El Carnaval de allí es un buen ejemplo de compromiso social, reivindicación y festejo.
Claro, fíjate tú Cádiz. El Carnaval estaba para protestar y toda la vida te cachondeabas de los políticos, del alcalde. Todo valía. Pero la cosa está cada vez peor… Hasta ponen demandas a la gente. Al hermano de un amigo que tiene una chirigota le cayó una este año. Estamos al revés. “Devolucionando”, habría que decir. Lo de Valtònyc fue muy fuerte. Me parece terrible.
Además, tú asististe en el Primavera Trompetera de este año a la detención de Evaristo (La Polla Records).
Llegó la policía y se llevaron a Evaristo. Nos empezamos a sentir inseguros los que tocábamos en el festival. Sucedió antes de mi concierto, y hasta me daba miedo, no fuera a ser que hubiera algo en mis letras como para que me detuvieran. Hubo un poco de histeria en los camerinos. Estábamos gente como Macaco o Rosendo y todos hablábamos del tema. Me preocupa, pero confío en los ciudadanos y abriremos los ojos ante estas cosas. También confío en la justicia. Mira, por ejemplo, ya se ha visto que nuestro antiguo presidente era un ladronzuelo y que mucha gente de su partido hacía cosas ilegales. Se ha dado un paso hacia adelante: gobernar debe ser dar buen ejemplo.
Sobre el sentimiento garrapatero. Ahora que se habla de “límites del humor”, ¿dónde están los límites del garrapaterismo? ¿“Ir a un concierto de Iron Maiden en chanclas”, como dijiste en una ocasión?
(Risas.) Eso le pasó a mi compadre Diego “Er Ratón”. Yo creo que el garrapaterismo no tiene límites, siempre que sea con respeto. La filosofía principal del garrapatero es no mirar por encima del hombro a nadie. Es un poco una filosofía hippy. Los garrapateros tenemos un punto punk-underground. Nos gusta estar en el escalón con el litro de cerveza, la fogata…
‘Manual de jaleo’ y la alegría de vivir
Se comenta que Manual de jaleo lo compones en tu viaje a la India después de que te vieses en un bloqueo creativo importante.
El año pasado fue de los peores en cuanto a bloqueo creativo. Me veía sin tocar, que para mí es impensable. Me puse las pilas, a componer, a leer libros… Me fui para la India, dejé el móvil en casa y abandoné las redes sociales para desconectar. Menos un par de canciones que ya llevaba medio hechas, la mayor parte del disco la escribo en la India. Me fui en octubre, volví en diciembre y en enero ya estábamos en el estudio. Fue mágico, la verdad.
¿No te trajiste ninguna influencia de la India?
Quiero pensar que al componer hago lo que me gusta sin meterme en camisas de once varas. Es como cantar en inglés; yo respeto al que lo haga, pero a mí me gusta cantar en jerezano. Yo era un jerezano en la India. Me iba a la plaza de Jaipur por la mañana temprano a cantar mis canciones. De ese contacto con la gente me iba inspirando, porque en el fondo no somos tan diferentes. Allí estábamos todos disfrutando del sol. Como si estuviese en Jerez. Conocí a mucha gente, vi paisajes muy bonitos. También vi pobreza y tristeza. Podía haber metido una tabla hindú o un sitar, pero me parece premeditado, forzado. Prefiero que sea flamenco y rock’n’roll de Jerez.
¿Conectaste allí con el espíritu de George Harrison?
Fui a Agra, al Taj Mahal, y me hice un selfie como el de George Harrison. Le copié la foto. Me llevé incluso una lista de reproducción con sus discos. Me conecté, vaya. Me encanta Harrison. Un tipo que hacía sus rollos hindúes pero luego también escribía cosas muy británicas. En ese sentido, me siento identificado.
Si te dijera: “Canijo, ando muy fastidiado, no le veo sentido a la vida”, ¿qué canciones tuyas me recetarías para el ánimo?
“Donde crecen las setas”, de Bienvenidos a la época iconoclasta, de Los Delinqüentes, muy reggae, muy de Cáñamo. La monté con Roberto de Tabletom, un grande; “Gladiadores emplumados”, una bulería garrapatera, muy cañera de echarse pa’adelante; “Volar sin alas”, que posiblemente sea de los mejores temas que he compuesto, y es curioso porque es de esas canciones que salen en diez minutos y luego quedan bien, como “Primavera trompetera”.
Si te tuviesen que recetar canciones, ¿cuáles te sirven? (que no sean tuyas, claro).
Soy bastante melómano, tengo como dos mil vinilos. Me gusta casi de todo… Es difícil. Pero hay canciones que siempre acabo escuchando. “Highway Star”, de Deep Purple, la versión del directo de Japón, siempre la pongo a to carajo. “Volando voy”, de Camarón, tiene una fuerza que te cagas; “Could you be loved”, de Bob Marley. El otro día hicimos una barbacoa, pinché la canción de Marley y la gente se vino arriba.
‘Volar sin alas’
Cuentas medio en broma que escribiste Manual de jaleo a los pies del Himalaya, en un chiringuito fumando tabaco y algo más… ¿Crees que el cannabis tiene un componente liberador tanto para el espíritu como para la creatividad?
(Risas.) Sí, sí. Encontré la yerba nepalí y me encantó. Para lo creativo recurro al cannabis porque otras drogas me parecen antimusicales: el éxtasis o la cocaína, por ejemplo; son drogas que no te llevan al lugar de la música. El cannabis sí que te expande la mente, y para la música es superbueno. Te ayuda a descubrir los sonidos, te abre puertas que están ahí cerradas, te agudiza el ingenio, te eleva. Intento no atiborrarme antes de los conciertos, eso sí, por si se me olvidan las letras.
¿Las relaciones con las drogas fueron complicadas en la época de Los Delinqüentes? La pérdida de Er Miguel tuvo que ver bastante con esto, ¿no?
Abusamos bastante. Nos pilló la época del break-beat cuando llegó a España, y nos íbamos a las fiestas pastilleras. Nos poníamos de grana y oro. Esos años los recuerdo de atiborramiento total. Teníamos dieciocho años y nos llegaba mucho dinero del disco. Ahora sí que me pongo a pensar en los pasotes que nos pegábamos y, claro, no era bueno. A Miguel le pasó factura. No fueron las drogas la causa de la muerte, como se dice. Fue un problema del corazón. El abuso influyó, pero de no tener esa enfermedad no hubiese fallecido. Yo ya no me suelo pegar esos pasotes, me dedico más a cultivar mi cannabis.
¿Cómo ves la legalización del cannabis?
Estoy de acuerdo con la legalización, claro. Además, he tenido la suerte de viajar a sitios donde es legal como en Los Ángeles, y veo que el país funciona perfectamente. Me encantaría que en España se legalizara. Poco a poco lo conseguiremos.
¿Cómo ves este asunto con otras sustancias prohibidas?
Creo que mientras haya control y medida, cada uno puede hacer lo que quiera con su vida. En ese sentido soy muy liberal.
En septiembre vas a estar en el Expogrow de Irún. ¿Qué tiene de especial?
Expogrow es como ir a Disneylandia. La cultura del cannabis me parece superbonita y superpacífica. Expogrow es una iniciativa genial. Por las charlas, por las cosas que se presentan, los grupos, el sitio de Irún… Estoy preparando un repertorio exclusivo para la ocasión relacionado con el cannabis. Y tenemos tantas que ¡voy a tener que dejar alguna fuera!
“Me iba a la plaza de Jaipur por la mañana temprano a cantar mis canciones. En el fondo no somos tan diferentes. Allí estábamos todos disfrutando del sol. Como si estuviese en Jerez”
En la música que se hace en el sur de España que bebe del flamenco hay como una brecha. Por un lado están los que tiraron por la rumba, con influencias de Dylan y cantaores como Manuel Agujetas. Por otro lado están los que se ven influenciados por Lou Reed, el maestro Enrique Morente y Federico García Lorca. Son dos maneras muy diferentes de reinterpretar la fusión flamenca. La primera vertiente, con la que identifico a Canijo, enfatiza la diversión y la alegría ante todo, mientras que en el otro lado, con grupos como Los Planetas, predominan una presencia más solemne y un tono trascendente. Tal vez el punto en común de ambas corrientes esté en La leyenda del tiempo, de Camarón. ¿Lo percibes así o esta es la típica tontería de crítico cultural?
Esto lo he pensado bastantes veces y lo hablamos mucho entre los compadres. De dónde venimos, las influencias y así. Por ejemplo, Kiko Veneno, para mí, es un espejo donde mirarme. Me encanta que se le reconozca lo que ha hecho desde siempre. Luego el rock andaluz de Sevilla de los setenta, que es parecido a lo que le pasa a Granada ahora con gente como Los Evangelistas… Lo que me da la impresión es que en esta brecha que comentas los de Jerez estamos en el medio. Podría decirse que son tres las maneras de entender la fusión desde Andalucía, y Jerez es como Nueva Orleans. En Estados Unidos tienes la música de las dos costas, pero en medio está Nueva Orleans: la fiesta, el carnaval y la música de Dr. John. Aquí hay gente como Diego Carrasco, Tomasito y Los Mártires. A los de Jerez, la jovialidad y la alegría nos viene de eso: somos del sur, está el mar y tenemos el Carnaval, como en Nueva Orleans. A lo mejor todo es más de cachondeo porque los gaditanos somos así.
Dices siempre que el nombre de tus canciones son como eslóganes. ¿Se trata de que se pueda entender el mensaje de la canción incluso antes de que alguien la escuche?
Me gustan los títulos con fuerza, y mira que con Los Delinqüentes hemos sido complicados con los títulos. Pero uno corto y directo como lo que dice el estribillo me gusta.
¿En qué punto de la relación estás con los compadres Delinqüentes? ¿Vais a asumir por fin que el rencuentro es inevitable?
Es un tema que me lleva dando vueltas un montón este año. En Manual de jaleo llamé a mi compadre Diego “Er Ratón” y vino a hacer las guitarras de “Volar sin alas”. La verdad es que grabar con él me ha hecho que nos rencontremos. Le estamos dando vueltas a lo de volver, pero no lo tenemos claro porque cada uno estamos con nuestras cosas. Si nos reunimos es para crear algo porque queremos canciones nuevas. Si al terminar nuestras cosas todo nos cuadra, nos juntaremos con las guitarras a ver qué surge. Lo mismo nos hacemos un dúo. Juntarnos… Yo sé que ese día va a llegar más pronto que tarde.