He aquí una banda que no es una banda sino un club. Club del Río lo forman seis amigos de siempre que emergieron de las calles de Madrid y que proyectan su sonido a ambos lados del charco. Su música revienta algoritmos y rompe la tradicional distinción de géneros y subgéneros que tradicionalmente definen las canciones. Pocas agrupaciones pueden decir que la mayoría de sus integrantes cantan (y cómo).
Club del Río lo componen Esteban Bergia, a la voz y guitarra acústica; Adriano Pezzi (Pichi), guitarra eléctrica; Álvaro Ayuso, bajo y voz; Juan Espiga, percusión y voz; Álvaro Baños, piano y teclados, y Juan Feo, a la percusión. El Club acaba de publicar su quinto disco, Lejos (Tuétano Music, 2021), el cual incluye versos conceptuales como “Cuelgas de un hilo / y en un planeta tu telaraña” o “En este mundo convive otro mundo. Regalado, igualado para ti. / Pon las manos y abre la pintura, / deja que tu cuerpo / se convierta en arena cósmica”.
El Club está más allá de los cánones y así nos reciben, en su estudio a las afueras de la urbe madrileña, cuatro días antes de sacar su nuevo trabajo discográfico y una mañana antes de comenzar su gira. El estudio lo forman decenas de instrumentos que el técnico, Marcos Abad, sonoriza en ensayos y directos. Los retrato mientras repasan el repertorio que estrenarán al día siguiente en el Teatro El Albéitar, de León. Suenan algunos temas nuevos y charlamos acerca del artificio fotográfico, sobre las posibilidades de realizar una gira a través de América Latina y de Mareas, su último videoclip.
El nacimiento de un río
Sois amigos desde hace muchos años. ¿Club del Río ha sido un sueño brotado en el banco de un parque de Madrid, en un local de ensayo con hueveras en las paredes o en mitad del campo?
De las tres opciones que nos das, nos quedamos con el banco del parque; al final, todos hemos crecido en la urbe y sus alrededores. La reunión del parque nos sirvió mucho al principio para gambitear y perder el miedo, sobre todo para disfrutar de la colectividad que emana de la música grupal. Algo que ha sido nuestra ciencia durante todos estos años. Un pegamento que nos permite entendernos más allá de las palabras, con las emociones.
¿Por qué es tan presente el contacto con la naturaleza en vuestra propuesta?
Aunque vivamos en la urbe siempre, desde pequeños, hemos tratado de viajar al campo y encontrarnos en ese espacio. La naturaleza se la llama como si fuera un factor externo pero estamos dentro de ella y pertenecemos a ella. Para nosotros siempre ha sido inspiración, porque vista con los ojos despiertos es una fuente infinita de creatividad, de modelos metafóricos. Porque pertenecemos a ella, compartimos los mismos enigmas: la naturaleza es un espejo fiable de nosotros mismos.
"El Club usa el cannabis, hachís, sobre todo. Nos gusta para ensayar y componer, pero a la hora de tocar en directo preferimos estar serenos de todo. El nerviosismo en un escenario mejor no potenciarlo con sustancias. Ya de por sí, el ambiente y la situación nos embriagan. No hace falta nada más"
Imagino que de ese contacto viene la elección de vuestro nombre, ¿recordáis cómo y dónde surgió?
Surgió por primera vez como nombre de una canción. La canción hace una aproximación de lo que puede significar. Antes de llegar al Club del Río atravesamos un montón de etapas con nombres diferentes. Siempre ha sido un quebradero de cabeza ponerle nombre a algo tan amplio. La canción Club del Río nos dio un nombre para hablar de nosotros como grupo de personas más allá de la música. Así, y gracias a que Javier Liñán, de nuestro sello discográfico, nos animó a ello, un día decidimos que era el nombre más acertado.
¿Cómo es el método de trabajo de una banda de música formada por seis amigos de la infancia?
Nuestro método no es tanto algo pensado e intencionado; diría que es más una asimilación de un proceso que ha ido asentándose con el tiempo. El factor amistad ha ayudado mucho a crear una dinámica basada más en la comedia que en la proliferación de egos y roles marcados. Nos reímos de nosotros y nos queremos; no hay líderes. Esteban, Juan y Álvaro suelen traer una idea de canción con una letra, después entre todos tocamos en el estudio y decidimos cuáles desarrollamos y cuáles no. Diría que nos guiamos más por sensaciones que por criterio. En la parte administrativa, este nuevo álbum va a ser el primero que nos hemos autoproducido, y nos hemos dividido las tareas entre todos.
¿Qué géneros musicales y qué artistas son importantes para Club del Río?
Somos muchos y tenemos gustos bastante variados entre nosotros. Sin especificar géneros, Esteban elige a Elliot Smith; Álvaro, a Coetus; Juan Serra, a Star Feminine Band; Álvaro Baños, a First Aid Kit; Juan Feo, a Radiohead, y Adriano Pezzi, a Fran Aguilar.
¿De dónde nace vuestro peculiar sonido?
No tenemos mucha idea, y preferimos que así sea. Un misterio. La música y las artes siempre parten de un recodo misterioso de la realidad. Intentamos buscar hacia dentro en lugar de mirar hacia fuera. Aunque nos encanta la música y tenemos cada uno miles de referencias, nos interesa descubrir qué venimos a aportar nosotros. Pienso que de allí viene nuestro sonido peculiar: intentamos transmitir nuestra peculiaridad en el mundo.
Tras el afloramiento, los afluentes
Hace siete años lanzasteis Monzón (El Volcán Música, 2014), un disco que, como dijisteis en alguna entrevista, surge de viajar del norte de Europa a los Balcanes, de dormir en las calles, de bañaros en los ríos y “de tocar en pelotas”. ¿A dónde os gustaría viajar?, ¿puede ser que América Latina sea uno de esos destinos?
Latinoamérica es un sueño que está cerca de hacerse realidad. Ya en el 2019 estábamos planteando la idea de viajar en el 2020, pero una pandemia mundial nos puso en nuestro sitio. Intentaremos ir en cuanto nos dejen.
Creemos que nuestra música puede entrar muy bien en todas las culturas que alberga el continente; el hecho de compartir idioma también permite que la gente pueda entrar a fondo en nuestras canciones. Ya recibimos todos los días en redes el amor de mucha gente latinoamericana y nos llena de alegría. ¡Pronto estaremos por allí!
Para vuestro segundo disco, Un sol dentro (El Volcán Música, 2016), os instalasteis durante dos años en una casa abandonada con jardín, perros, chimenea y local de ensayo, ¿cómo se desarrolló esta etapa artística y social?
Fue un delirio maravilloso. Aprovechamos una casa vieja y montamos nuestra base de operaciones. Tuvo muchísimos momentos que nunca olvidaremos y complicaciones de todos los colores. Fue un ir y venir constante de personas; nos permitió montar nuestra propia familia más allá de la sangre. Artísticamente, nos incentivó muchísimo a crear y a tocar a todas horas en pijama si queríamos, aunque hacía un frío del carajo. Fue una experiencia increíble, pero tenía mucho que ver con el momento vital que vivíamos. No creo que repitiéramos; igual sí, pero de otra forma. Fue bastante batallero...
Hasta hace dos meses vuestro último trabajo discográfico era Sustancia (El Volcán Música, 2018), ¿qué significó este disco en vuestra carrera musical?
Realmente, entre Sustancia y Lejos sacamos también un álbum digital llamado Club en el que juntamos varias canciones de nuestro repertorio antiguo reinterpretadas con personas maravillosas del entorno musical madrileño que accedieron a compartir su talento con nosotros. Sustancia fue un disco muy importante, un paso hacia delante en nuestro sonido. Contiene varias canciones que se han compartido mucho y nos ha dado más visibilidad y proyección.
Último trabajo: ‘Lejos’
Acabáis de lanzar Lejos (2021, Tuétano Music), quinto disco del Club. Vuestro sonido sigue escapando de las etiquetas y de lo comercial, ¿es vuestro camino una muestra de cómo se puede hacer lo que uno quiera sin ser absorbidos ni etiquetados por la industria?
Nosotros queremos demostrar que nuestra música nace de dentro; no queremos seguir una estrategia definida ni imitar sonidos que nos gustan. Hay algo único en nuestras personalidades y queremos que nuestra música sea igual. De todas formas, la industria no hay manera de evitarla. Hemos tenido suerte de encontrar gente motivada con nuestro proyecto que nos han ayudado a crecer sin meterse en cómo ni cuándo hacemos nuestro arte. Desde que vivimos con internet, la industria ha perdido peso en favor de un crecimiento que depende de las personas individuales. Hoy en día, si llegas a la gente, tienes mucho terreno ganado para hacer lo que te gusta.
Lejos se fue dando a conocer en las plataformas digitales mediante tres singles: “De una piedra”, “Arena cósmica” y “Mareas”. Este guiño a dos de los elementos y a fenómenos naturales como la gravedad, ¿son la presentación de un disco conceptual?
No solemos trabajar de manera conceptual, los años pasan, también nuestras vivencias y las canciones brotan para ayudarnos a entender el presente. Lejos es un trabajo que ahonda en las relaciones humanas de amor. Está centrado en cómo nos interpelamos como personas y cómo, en definitiva, necesitamos del otro o la otra para entendernos y diluir nuestro ego.
Creo que vuestra música consigue transmitir estadios muy profundos y contrastados, ¿cómo lo lográis?
Percibimos la música de esa manera; para nosotros es un asunto bastante serio. Las palabras nos sirven para comunicarnos, pero cuando se cantan y se acompañan de música se añade ese elemento subjetivo que rodea cada palabra. Nos sentimos identificados con esto. No queremos sermonear, queremos cantar.
El último videoclip que habéis colgado es Mareas, cuya idea original nace de Natalia Arranz y del actor Óscar Jaenada, que también protagoniza el vídeo, ¿cómo entró Jaenada a formar parte del Club?
Nos conocemos desde hace años. Óscar es, además de un actor de referencia, una persona muy inquieta. Le encantan la música y todas las artes. Nos conocimos en los escenarios; a él le gustó lo que hacíamos y nosotros estábamos nerviosos de conocerle. El tiempo nos ha hecho colegas y, consecuencia de todo esto, ha participado en Mareas. Ojalá se apunte a más saraos.
El Club
Sois una banda que comparte temas con muchos artistas, ¿qué aportan estas mixturas sonoras?, ¿por qué apostáis y confiáis tanto en vuestra red o club?
Porque es la esencia de todo; primero fue entre nosotros. Construimos nuestra red y después proyectamos hacia fuera. La comunidad y el compañerismo nos han traído hasta aquí. Si queremos vivir, la comunidad es el camino.
En mayo del 2020, en el epicentro del confinamiento, colaborasteis en “Aire”, tema del dúo madrileño Ombligo (Anika y Ángel Cáceres). Vosotros, junto a Anika, cantasteis: “A veces el mundo me atrapa / Siento como todo se derrumba delante de mí / Y no puedo hacer nada”. ¿Qué creéis que aportó esta letra dentro de la crisis que estábamos (y estamos) transitando?
Lo primero de todo, Ombligo (Anika y Ángel) son referencia absoluta para nosotros. Puro talento. Cuando nos dijeron de colaborar nos temblaron un poco las piernas. Esa canción tiene algo que te envuelve, las palabras son un bálsamo. Una llamada a la acción. Todo lo que hagan estos dos seres es necesario para el mundo.
Mientras pensaba en las preguntas que os iba a plantear escuchaba vuestra música en YouTube. Tras vuestro videoclip del tema “Montaña” –para el cual os acompañó la banda de bluegrass castizo Kinfolks– me saltó un spot de una conocida marca de cosmética que anuncia una crema elaborada con semillas de cannabis sativa. Cosas del algoritmo. En cuanto al estigma hacia la planta en cuestión, ¿creéis que los artistas deben visibilizar su relación con el cannabis?
Creemos que quien lo use no debe avergonzarse ni tratarlo como algo tabú. En nuestro país está muy normalizado el consumo de cannabis. A día de hoy cada vez más gente se expone, sobre todo a través de la música urbana. No debería haber tanto estigma sobre el cannabis, sobre todo cuando tenemos el alcohol campando a sus anchas en la sociedad. Algo huele a chamusquina, y no es la velita que me acabo de encender.
Cuando os propuse realizar esta entrevista para la revista Cáñamo, me contestasteis: “Fans del cannabis, así que gracias”. ¿Qué tipo de cannabis y cómo lo utiliza el Club en su vida?
El Club usa el cannabis, hachís, sobre todo. Nos gusta para ensayar y componer, pero a la hora de tocar en directo preferimos estar serenos de todo. El nerviosismo en un escenario mejor no potenciarlo con sustancias. Ya de por sí, el ambiente y la situación nos embriagan. No hace falta nada más.
¿Habéis experimentado con alucinógenos?
En cuanto a alucinógenos, es otra liga. Las veces que los hemos usado cuidamos mucho cada detalle. Buscamos un lugar natural rodeados de gente amada y lo afrontamos con respeto. Los alucinógenos son herramientas muy profundas que hay que poner en su contexto. Hay que usarlos con medida y en momentos especiales. Con la mente abierta se puede aprender muchísimo de ellos.