Los narcotraficantes sinaloenses nacidos antes de la década de los setenta suelen ser campesinos que llegaron al narcotráfico orillados por la miseria. La mayoría no terminó el bachillerato. Una notable excepción es la de Dámaso López, a quien apodan “el Licenciado” o “el Lic.”, dado que concluyó su licenciatura en Derecho. López se terminó convirtiendo en la mano derecha del Chapo Guzmán e ideó sus dos fugas de prisiones de máxima seguridad. Tras la captura definitiva del Chapo en el 2017, el Lic. intentó tomar las riendas del cártel de Sinaloa. Lo logró efímeramente: lo detuvieron en mayo de ese año y lo extraditaron de inmediato a Estados Unidos. En noviembre del 2018, lo condenaron a cadena perpetua, una pena que le podrían reducir en breve, dado que Dámaso fue uno de los testigos estrella de la Fiscalía en el juicio contra el Chapo Guzmán.
López nació en Eldorado, Sinaloa, en febrero de 1966, en una familia pudiente. Su padre era ganadero, terrateniente y político del PRI (partido que gobernó México entre 1929 y 2000). El joven creció asistiendo a los mejores colegios privados de la zona y, posteriormente, estudió Derecho en la Universidad de Occidente. A los veinticinco años, en 1991, obtuvo su primer trabajo en la corruptísima policía judicial, en donde haría una carrera que duró una década. Una de sus labores fue poner en marcha un programa para detectar prófugos, y así ingresó al sistema de prisiones mexicano.
Sus conocimientos fueron recompensados en 1999, cuando lo nombraron subdirector del Penal de Máxima Seguridad de Puente Grande, en Guadalajara. Allí estaba preso el Chapo, y el Lic., según la periodista Anabel Hernández, llegó al cargo a petición del capo. El Lic. llegó al penal acompañado por un grupo de guardias, a quienes los internos apodaban “los Sinaloa”. Con ellos al mando, el Chapo y sus amigos tenían carta libre para introducir móviles, mujeres, drogas, y para hacer fiestas en la prisión.
El Licenciado renunció a su cargo en Puente Grande en octubre del 2000, pero siguió visitando al Chapo en prisión hasta diez días antes de su primera fuga (en un carrito de lavandería, según la versión oficial). Durante el juicio al Chapo celebrado en Estados Unidos el año pasado, López reconoció que él organizó esa fuga y que, con el Chapo libre, se convirtió en uno de sus hombres de confianza. Entre otras cosas tenía bajo su cargo a un grupo de sicarios (los Ántrax), que se encargaba de sobornar autoridades y de establecer contactos con los traficantes y productores en Colombia y Perú.
López logro permanecer más de una década sin llamar la atención de las autoridades, que centraban sus esfuerzos en capturar al Chapo. Anabel Hernández, quien entrevistó a personas de su entorno, lo describió como “un hombre astuto, explosivo, visceral y que no se tienta el corazón para tomar decisiones”. Al Chapo lo capturaron en febrero del 2014 y Dámaso quedó al frente del cártel de Sinaloa. Tiró de sus contactos en el sistema penitenciario para obtener los planos de la cárcel de máxima seguridad del Altiplano, en donde estaba preso su jefe. Durante meses cavó un túnel que desembocaba en la celda del Chapo y por el que escapó en julio del 2015. “[La obra] ocasionaba tantas molestias que el resto de los reclusos se quejaba –declaró el Lic. durante el juicio del Chapo–. El cemento estaba muy duro y no se podía romper”.
Cuando el Chapo volvió a la libertad, hizo de lado al Lic. y se apoyó en sus hijos Iván Archivaldo y Alfredo. Para entonces, el Lic. tenía su propio grupo paramilitar, llamado Fuerzas Especiales de Dámaso (FED), y siguió operando discretamente. A principios del 2016, el Chapo Guzmán apareció en la revista Rolling Stone tras una rocambolesca entrevista con Sean Penn y Kate del Castillo. La publicación enfureció a Dámaso, que siempre cultivó un perfil discreto, y a los pocos días detuvieron definitivamente al Chapo. Desde la cárcel escribió a Dámaso y le daba instrucciones para su sucesión: “Ahí le encargo que caminen muy de acuerdo para todo usted y mis cuatro hijos”.
El Lic. se veía encabezando el cártel de Sinaloa y no le sentó muy bien el papel de iguales con los hijos del Chapo. Buscó una alianza con el sanguinario cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y decidió enfrentarse a los hijos del Chapo. En agosto del 2016, el CJNG secuestró a los hijos del Chapo mientras cenaban en un restaurante del turístico Puerto Vallarta. El Mayo Zambada, el otro líder del cártel de Sinaloa, intercedió para que los liberaran y lo consiguió.
El Lic. lo volvió a intentar. En febrero del 2017 Iván y Alfredo Guzmán, dos de los hijos del Chapo, enviaron una carta a varios periodistas en la que acusaban a Dámaso de que intentó asesinarlos junto al Mayo Zambada para hacerse con el control del cártel. Según su relato, el Lic. los había citado con el fin de limar asperezas y aclarar su participación en el secuestro de los Chapitos. Al llegar al lugar Dámaso no estaba. En su lugar envió a unos sicarios para asesinarlos. Fracasaron, aunque lograron herir tanto al Mayo como a los hijos, que tuvieron que huir por el monte.
El hacker
"El hacker se reunió con Dámaso en un restaurante y lo grabó con un programa espía en la cámara de su móvil. Envió las imágenes a la policía, que finalmente pudo capturarlo"
Tras la difusión de la carta, la policía se centró en detener al lic. Había un problema: la última foto que tenían de él databa del año 2000, cuando trabajaba en Puente Grande. Además de los cambios normales de la edad, no era descabellado pensar que se había hecho cirugías para cambiarse el rostro. La historia dio un giro inesperado con la aparición de un hacker que solía trabajar para el Lic. Dámaso lo contrató en el 2016 para lanzar una campaña de fake news con el objetivo de desacreditar a los hijos del Chapo. El ingeniero informático contactó con las autoridades para denunciarlo y ofrecer información para su captura. A cambio le ofrecieron una recompensa de un millón y medio de dólares e ingresar a un programa de protección de testigos.
El hacker se reunió con Dámaso en un restaurante de la ciudad de México y lo grabó (y también el auto que conducía), con un programa espía en la cámara de su móvil. Envió las imágenes a la policía, que finalmente pudo montar el operativo para capturarlo, el 2 de mayo de 2017, apenas tres meses después del fallido atentado contra el Mayo y los Chapitos. Al Lic. lo detuvieron en un apartamento en una colonia de clase media en la ciudad de México sin tener que disparar un solo tiro. Lo extraditaron a Estados Unidos, donde se declaró culpable de los delitos de narcotráfico que le imputaban y cumple una sentencia de cadena perpetua.
Su sentencia podría ser reducida el próximo 7 de febrero, dado su cooperación en el juicio contra el Chapo Guzmán. Entre otras cosas testificó que la esposa de Guzmán, Emma Coronel, fue quien le pidió que coordinara la segunda fuga del Chapo y que hubo un amago de una tercera fuga antes de que lo extraditaran a Estados Unidos. Sin embargo, el traslado del Chapo a una cárcel de Ciudad Juárez frustró el intento. Durante su testimonio, el Lic saludó al Chapo llevándose la mano al pecho, y cuando el fiscal le preguntó el motivo confesó que quería al Chapo pero que las circunstancias le habían puesto en esa situación: “Estoy aquí porque los hijos de mi compadre me pusieron en este lugar y por las cosas que hice para él. Hice cosas malas”.