Es uno de los crímenes más brutales en la historia del crimen organizado en México. El 4 de noviembre de 2019, en un camino de tierra entre las sierras de Sonora y Chihuahua, un grupo de sicarios acribilló y carbonizó a tres mujeres y seis niños, dos de ellos eran bebés de ocho meses. La Fiscalía encontró 3.500 casquillos. Las víctimas eran mormones, de nacionalidad mexicano-estadounidense, que viajaban en tres camionetas para asistir a una celebración familiar. Hacia la una de la tarde los interceptó un grupo de sicarios. Cuatro menores sobrevivieron al ataque; a uno de ellos, de ocho meses, le encontraron en la sillita del coche junto al cuerpo de su madre. Hasta la fecha hay una treintena de detenidos, aunque todavía no hay ningún condenado. El crimen, como suele ocurrir en México, sigue sin estar del todo resuelto y todavía quedan muchas incógnitas por aclarar, como saber quién y por qué ordenó el crimen.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se fundó en Estados Unidos en 1830 cuando a Joseph Smith, presuntamente, se le apareció Dios para decirle que fundara una nueva religión. Entre sus postulados, los mormones abogan por la poligamia, que era ilegal en Estados Unidos. Por ello, a finales del siglo xix, algunos mormones empezaron a emigrar al norte de México para huir de la persecución religiosa y poder casarse con muchas mujeres (incluidas, menores de edad). Alma Dayer LeBarón se marchó de Utah para establecerse en el norte de Chihuahua en 1924 con su numerosa familia. Allí fundó la Colonia LeBarón, sin saber que muchas décadas después estaría dentro del Triángulo Dorado de la droga y sería una zona disputada por varios cárteles. Sus descendientes todavía viven ahí; la Colonia tiene alrededor de dos mil quinientos habitantes.
La familia LeBarón acaparó la atención de los medios en el 2009, después de que uno de sus familiares, Erick, de diecisiete años, fuese secuestrado. Sus captores les exigían un rescate de un millón de dólares, pero la familia se negó. No solo en privado, sino que el hermano de Erick, Benjamín, acudió a la prensa a denunciar el chantaje y la inseguridad que sufren quienes viven en el Triángulo Dorado. Los LeBarón crearon una ONG, Sociedad Organizada Segura (SOS), con la que marcharon pidiendo la liberación de su hermano. La presión sufrió efecto, en México son pocos quienes denuncian los secuestros, y en este caso, además de mormones, quienes denunciaban tenían la nacionalidad estadounidense. A los siete días, los sicarios soltaron a Erick.
"Los LeBarón crearon una ONG, Sociedad Organizada Segura (SOS), con la que marcharon pidiendo la liberación de su hermano. La presión sufrió efecto, en México son pocos quienes denuncian los secuestros, y en este caso, además de mormones, quienes denunciaban tenían la nacionalidad estadounidense. A los siete días, los sicarios soltaron a Erick"
Benjamín apareció en la prensa como un héroe capaz de plantar cara a los narcos, algo que no gustó nada a los sicarios. Por ello, seis semanas después de que liberaran a su hermano, un grupo de diecisiete sicarios disfrazados de militares entraron en casa de Benjamín por la madrugada. Primero lo golpearon delante de su familia y después violaron a su esposa. Luego se lo llevaron junto a su vecino y cuñado, Luis Carlos Wildman, quien había acudido a ver qué pasaba cuando escuchó los gritos. Les asesinaron en una brecha de tierra a unos metros de sus casas. Sus asesinos dejaron una narcomanta junto a los cuerpos explicando que el asesinato era fruto del activismo de la familia.
El crimen no amedrentó a los LeBarón. De hecho, a la mañana siguiente del asesinato, varios de sus miembros viajaron a Estados Unidos para comprar armas para defender la Colonia de los narcos y para salir a buscar a los responsables del crimen. Julián LeBarón, uno de los cincuenta y dos hermanos de Erick y de Benjamín, quedó al frente de SOS Chihuahua y se convirtió en un crítico feroz de la guerra contra el narco que había lanzado el presidente Felipe Calderón y que disparó el crimen en México. En el 2011, SOS Chihuahua fue una de las organizaciones que participaron en la Caravana por la Paz, convocada por víctimas del narco, que recorrió el país ese año recopilando testimonios de otras víctimas. Posteriormente, presentaron un informe en Washington ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos denunciando la violencia que sufre la población civil mexicana.
¿Quién y por qué?
Durante los siguientes años, los LeBarón continuaron haciendo activismo y denunciando la violencia hasta la masacre del 2019. De momento, las autoridades les han indicado que lo que les sucedió se explica en el contexto de la extradición de El Chapo Guzmán a Estados Unidos en julio del 2019. Aprovechando el vacío de poder, el narco Rafael Caro Quintero (entonces en libertad) se asoció con el cártel La Línea e intentaron arrebatar el control del municipio de Bavispe (donde se cometió el asesinato) al cártel de Sinaloa. Según esta hipótesis, las integrantes de la familia LeBarón cruzaron esa zona de guerra sin saberlo y fueron víctimas inocentes de la guerra entre cárteles.
Otras versiones, sin embargo, apuntan a que no fue un error de los sicarios, sino que el objetivo real era la familia LeBarón. Desde que los mormones saltaron a la opinión pública en el 2009, algunas voces les han acusado de colaborar con el cártel de Sinaloa, quienes, entre otras cosas, les proporcionarían armas. En el 2022, la periodista Sally Denton publicó el libro The Colony, sobre los LeBarón, en el que destapaba las acusaciones que existen contra la familia por abuso sexual infantil. Julián LeBarón concedió en una entrevista a El País en el 2022 que “pensar que puedes vivir en el Triángulo Dorado y no tener contacto con el narco es ingenuo”. Según esta versión, el crimen fue un recado de La Línea para que renunciaran a su presunta vinculación con los Guzmán Loera. LeBarón rechazó tajantemente estos señalamientos: “Aunque no es la primera vez que nos acusan de ser cómplices del narco, nadie ha podido demostrar nunca nada. Si fuéramos narcotraficantes nos hubieran arrestado desde cuándo, porque siempre hemos sido incómodos”.
La masacre provocó un escándalo no solo en México, sino también en Estados Unidos (los LeBarón tienen también la nacionalidad estadounidense). El entonces presidente Donald Trump tuiteó que era el momento para que México, “con la ayuda de Estados Unidos, le declare la guerra a los cárteles de la droga y los borre de la faz de la Tierra”. Los LeBarón le enviaron una carta donde le pedían colaborar con el gobierno mexicano y designar a los cárteles como organizaciones terroristas. Esta carta debe de haber sembrado una semilla en Donald Trump, quien, en una de sus primeras acciones como presidente durante su segundo mandato, declaró a algunos cárteles mexicanos como organizaciones terroristas. Además de sanciones económicas, el gobierno estadounidense abrió la puerta a que su país actué militarmente en México en aras de prevenir la expansión de la amenaza terrorista.
El llamado no fue escuchado. El presidente López Obrador, de hecho, se mostró escandalizado en enero del 2024, cuando Trump amenazó con declarar a los cárteles como organización terrorista porque “sería una violación flagrante a nuestra soberanía, eso nunca se debe de permitir”. En esa misma conferencia, el presidente aseveró que el crimen de la familia LeBarón había sido resuelto. Es verdad que hasta el momento hay treinta y cinco detenidos, el último de ellos apenas en julio pasado. Entre ellos hay algunos narcotraficantes del cártel de La Línea, un soldado y un policía local de Ciudad Juárez. Algunos de ellos han sido condenados por pertenencia a bandas de crimen organizado, pero ninguno por su participación en la masacre de Bavispe.