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Las lágrimas del Marro

Las lágrimas del Marro
José Antonio Yépez, “el Marro”, líder del cártel de Santa Rosa de Lima (CSRDL)

Desde hace más de una década que los narcos utilizan las redes sociales para sus negocios. Algunos suben a YouTube las torturas y las ejecuciones de sus rivales; otros las utilizan para arengar a su tropa, y luego está el Marro.

Desde hace más de una década que los narcos utilizan las redes sociales para sus negocios. Algunos suben a YouTube las torturas y las ejecuciones de sus rivales; otros las utilizan para arengar a su tropa, y luego está el Marro. A pesar de lo frecuentes que se han vuelto estos vídeos, en junio pasado José Antonio Yépez, “el Marro”, subió uno nunca visto en la historia del narcotráfico. Sentado en un banco y con los ojos rojos, al sanguinario narco se le rompía la voz: “Siempre voy a estar con ustedes hasta que me cargue la verga, siempre los voy a apoyar, aunque me quede solo, aunque me dejen solo como pinche perro”. A lo largo del vídeo, pensado para animar a su base, el capo luchaba para no romper a llorar.

El Marro es el líder de un cártel relativamente nuevo, el de Santa Rosa de Lima (CSRDL). Es el nombre de una ciudad en Guanajuato, un estado sin costa y muy lejos de la frontera y que, por ello, históricamente no había sido infiltrado por el crimen organizado. Sin embargo, en los últimos años se ha convertido en una de las zonas más peligrosas de México, y hoy se cometen ahí el dieciocho por ciento de todos los homicidios del país (a pesar de que es uno de los estados más pequeños de los treinta y dos que componen México). El logo del cártel es un triángulo rojo, y en su interior hay un cráneo con dos hachas cruzadas. La figura geométrica es una referencia al Triángulo de las Bermudas, que es como se conoce la zona donde está Santa Rosa de Lima, porque el combustible que pasa por ahí desaparece sin dejar rastro.

El cártel empezó a operar en el 2014 y, en sus inicios, se dedicaban exclusivamente al robo de combustible –o huachicoleo, como se le llama coloquialmente–. México es un país productor de petróleo y en el estado de Guanajuato está la refinería de Salamanca, una de las más grandes del país, y centenares de kilómetros de oleoductos. Para cometer los hurtos buscan tramos sin vigilancia (algo sencillo, dado que la red es de diecisiete mil kilómetros). Después le hacen un pequeño agujero al ducto y “ordeñan” la toma. Se trata de una operación compleja y peligrosa, dado que una chispa puede provocar una explosión. También requiere tener alguien que trabaje en Pemex (la empresa estatal productora de petróleo) para que informe de las horas a las que se bombea combustible y la presión a la que se hace. Es un negocio lucrativo que, según las autoridades mexicanas, en el 2018 generó beneficios por tres mil millones de dólares.

Además del robo de combustible, el cártel de Santa Rosa de Lima empezó a involucrarse en otras actividades, como la extorsión de comerciantes. Los sicarios del Marro suelen asesinar a familias enteras cuando alguien rehúsa pagarles el “derecho de suelo”. El pasado 18 de junio, por ejemplo, una familia de comerciantes fue ejecutada. Entre los siete cadáveres había una mujer embarazada y una niña de dos años. El cártel también se dedica al robo de tráileres y, eventualmente, al tráfico de cocaína. También se expandieron a estados vecinos como Querétaro y Michoacán. Su negocio era tan lucrativo y boyante que llamó la atención de algunos grupos rivales, en concreto del cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), un cártel que posiblemente ya ha desplazado al de Sinaloa como el más poderoso de los grupos del crimen organizado mexicano.

Se sabe muy poco de los primeros años de vida del Marro. Las autoridades policiales le siguen el rastro desde el 2008, cuando el Marro trabajaba para David Rogel, “el Güero”, un conocido huachicolero. Ese año, las autoridades lo detuvieron y le acusaron de pertenecer a una banda del crimen organizado. El Marro pagó una fianza y no se presentó al juicio. Para el 2017 se había hecho con el control del cártel y se dio a conocer en redes sociales a lo grande. En un vídeo grabado en algún lugar de Guanajuato, el Marro aparecía rodeado por unos sesenta hombres con pasamontañas y metralletas. Montados en camionetas pick-up, disparaban al aire, y advertían al CJNG que no podrían arrebatarles Guanajuato.

Cerco

Combatir el huachicoleo ha sido una de las prioridades del presidente López Obrador, quien nada más jurar el cargo, en diciembre del 2018, cerró los oleoductos durante varias semanas y desplegó al Ejército a resguardar los ductos. También puso en marcha la Operación Golpe de Timón, cuyo objetivo es la captura del Marro y desmantelar su red de robo de hidrocarburos. Desde entonces ha logrado escapar a todos los intentos por capturarlo, algo que Yépez atribuye al “apoyo social” que tiene en la región. Cada vez que el Ejército se acerca, sus sicarios ponen barricadas, prenden fuego a camiones y gasolineras y le dan tiempo de escapar. Pero el cerco está funcionando y los reportes de inteligencia aseguran que el Marro está escondido en la sierra viviendo en cuevas.

Las autoridades estiman que el noventa por ciento de los ingresos del CSRDL provienen del robo de combustible. Otro elemento que explica su debilidad es la COVID-19 y la reducción del uso del automóvil. Recientemente, el presidente López Obrador fue preguntado por los vídeos del Marro y por la violencia en Guanajuato: “Tiene presencia porque se dejó crecer, no se atendió a tiempo”. Sobre las amenazas, aseguró que en su gobierno “no vamos a permitir la violencia, no podemos actuar como el avestruz, meter la cabeza en la arena y como si no pasara nada”. Tras la captura del Chapo Guzmán, los nuevos delincuentes más buscados parecen ser el Marro y el Mencho, este último, líder del CJNG.

En el vídeo, el Marro lloraba porque la policía acababa de detener a su mamá y les decía que no valía meterse con las mujeres. Como parte de la Operación Golpe de Timón, las autoridades también han vigilado a sus familiares cercanos. La violencia de la que ha hecho gala el CSRDL en su guerra contra el CJNG le ha convertido en uno de los principales objetivos del gobierno mexicano. En un vídeo subido horas después, el Marro adoptó un tono amenazante contra el gobierno por haber detenido a su madre. Esa misma tarde, sus sicarios pusieron barricadas en veintiocho puntos de Celaya, quemando coches y gasolineras. Increíblemente, su madre quedó libre a los pocos días, por “falta de pruebas”. La Fiscalía fue incapaz de acusarla, aunque cuando la detuvieron le decomisaron un kilo de metanfetaminas y ochenta mil euros.

Las autoridades de Guanajuato aseguran que el Marro está muy debilitado por la larga persecución policial y porque está perdiendo la guerra contra el CJNG. El periodista Héctor de Mauleón sostiene que el CSRDL recibe recursos y armas del Mayo Zambada, del cártel de Sinaloa, para que combatan contra el CJNG. Y esa guerra la está perdiendo. Por ello, aseguran, el Marro ha tenido que recurrir a sus familiares más cercanos –incluidas las mujeres– para lavar dinero o vender droga o mercancía robada. Además de su madre, en los últimos meses han sido detenidos su padre, su esposa y algunos primos y sobrinas. El Marro, sin embargo, sigue libre.

Junio rojo

Mientras el Marro sigue escondido y huyendo del Ejército y del cártel Jalisco Nueva Generación, estos últimos han estado muy activos. En el pasado mes de junio, el Mencho –líder del CJNG– ordenó dos crímenes que han conmocionado a la sociedad mexicana. El primero de ellos ocurrió el pasado 17 de junio, cuando asesinaron a Uriel Villegas, un juez federal encargado de llevar casos de delincuencia organizada. La familia Villegas puso un anuncio para vender un coche y los sicarios respondieron al mismo. Los ejecutaron, a él y a su esposa, delante de su casa a plena luz del día. Uno de los motivos que explicarían el crimen es que Villegas autorizó el traslado de cárcel del Menchito, algo con lo que evidentemente no estaba de acuerdo el fundador del CJNG.

Diez días después del asesinato de Villegas, el cártel volvió a cruzar una línea roja cuando intentó asesinar a Omar García Harfuch, el secretario de Seguridad Pública de la Ciudad de México. Para ello utilizaron a una veintena de sicarios, que lo esperaron en una calle de las Lomas –una de las zonas más exclusivas de la Ciudad de México–. Los sicarios estaban escondidos en un camión, que se atravesó en una de las principales avenidas de la capital, y después abrieron fuego contra el secretario. Utilizaron fusiles Barrett 50, de uso exclusivo del Ejército y que por primera vez se veían en la Ciudad de México.

 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #272

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