Cuando nos conocimos por primera vez en un evento sobre políticas de drogas en el 2018, Filip Dostovski, el activista cannábico más conocido de Macedonia del Norte, me habló con ojos brillantes de un sueño hecho realidad. Nikola Gruevski, el entonces primer ministro macedonio, no solo estaba interesado en iniciar un programa de cannabis medicinal, sino que había incorporado todas las demandas de Zelena Alternativa (Alternativa Verde), la asociación de derechos de los pacientes de la que Filip formaba parte.
Cuando hablamos dos años después, Filip se enfrentaba a una pena de prisión por guardar cannabis para su propio consumo. Sin embargo, fue nuestra conversación más reciente, en agosto del 2023, la más deprimente. Ahora, todos los sueños se han esfumado y está claro que el cannabis medicinal producido en Macedonia del Norte solo aliviará a los pacientes del extranjero. A los pacientes macedonios les queda la hierba del mercado negro, la cual es cada vez más cara. Pero vayamos paso a paso.
Un amor de toda la vida por el cannabis
Con una población de apenas dos millones de habitantes, los hábitos de consumo de hierba de Macedonia están determinados en gran medida por el hecho de tener frontera en el oeste con Albania, quizá el mayor productor ilegal de cannabis de Europa. Por eso, la gente ha optado durante mucho tiempo por la hierba albanesa, barata y de baja calidad, y no ha cultivado la suya propia ni ha hecho campaña a favor de la legalización.
La historia de Filip empezó de la siguiente manera: probó el cannabis por primera vez a los doce años y lo consume regularmente desde los dieciséis. A los quince le diagnosticaron un linfoma de Hodgkin, un tumor maligno del sistema linfático. Todo esto ocurrió en 1995, cuando los médicos sabían relativamente poco sobre los beneficios del cannabis, especialmente en la Europa del Este. Filip recibió en Eslovenia quimioterapia y tratamiento farmacológico, que le curaron el linfoma, pero tuvo que lidiar con efectos secundarios como el insomnio y la ansiedad constante.
“Una chica eslovena del hospital me ofreció un porro cuando le hablé de mis síntomas. Después de unas caladas me di cuenta inmediatamente de los beneficios. El consumo recreativo es un pasatiempo agradable, pero en afecciones médicas graves, como el dolor agudo, el cannabis proporciona un alivio real”, recuerda Filip de su primer uso medicinal.
El aceite de cannabis ha irrumpido en la conciencia pública
Durante su estancia en Eslovenia, Filip no ocultó a su madre ni a sus médicos que consumía cannabis, y les hizo comprender que la planta le había ayudado en su enfermedad. Incluso después de recuperarse, siguió siendo un consumidor ocasional y se dedicó al cultivo clandestino. En aquel momento, la motivación no era la prevención, ya que ni siquiera había oído hablar de los efectos anticancerígenos del cannabis. Solo años más tarde conoció la historia de Rick Simpson y el método de fabricación del aceite de cannabis (RSO), pero al principio se mostró escéptico. Por curiosidad, preparó un poco de hierba de no muy buena calidad y se la fumó en un cigarrillo. El intento no fue a más, hasta que dos años después, en el 2010, el linfoma de Filip reapareció y tuvieron que tomarle una muestra de los ganglios linfáticos. “Lo primero que pensé fue en el aceite, así que me preparé otra ración de hierba, que no fumé, sino que consumí siguiendo un protocolo como el de Rick Simpson. Dos meses después, el escáner mostró unos ganglios linfáticos sanos”.
Su médico era el mismo que le había curado quince años antes y que desde entonces se había convertido en amigo de la familia. Esta vez Filip no solo le contó su experiencia al médico, sino que le dio una jeringuilla llena de aceite. Fue la esposa anestesista del médico la primera en interesarse por el cannabis, así que se quedó con el aceite y lo utilizó con uno de sus pacientes. Dos años más tarde, Filip preparó el aceite para una madre con leucemia, que pronto empezó a mejorar. Habló públicamente de su recuperación con RSO, lo cual inició el auge del cannabis medicinal en Macedonia.
¿Curanderismo o medicina?
Con el creciente número de consultas, Filip empezó a tomarse en serio la causa y con unos amigos fundó Zelena Alternativa (‘Alternativa Verde’). En este tiempo, se podía comprar un quilo de cannabis albanés por doscientos o trescientos euros, suficiente para producir de cien a ciento veinte mililitros de RSO. Los activistas recaudaron esta cantidad y la organización entregó entre tres y cinco mililitros a los pacientes.
En cuanto los pacientes obtuvieron resultados positivos, se les animó a fabricar ellos mismos el aceite RSO, que a su vez podían dar a otros pacientes. Esto también proporcionaba protección, porque distribuían el aceite sin que ello implicara una inversión de dinero y, en pocos años, habían enseñado a todo el mundo a hacer RSO. Las recetas y el método de producción están disponibles en su canal de vídeo, para que cualquiera pueda aprender. Sin embargo, no todo fue tan fácil, la organización, al principio, prestaba ayuda a personas necesitadas sin la participación de médicos, lo que a menudo acarreaba problemas.
“Aunque muchos han tenido muy buenos resultados, otros me han reprochado los efectos secundarios de la experiencia. Contacté con Rick Simpson, que a su vez me puso en contacto con expertos como el israelí Lumír O. Hanuš, el canadiense Paul Hornby y el estadounidense recientemente fallecido Robert Melamede. Les debo mucho a la hora de responder a las preguntas de los pacientes”. Y también compartieron sus conocimientos con los médicos macedonios. En un seminario sobre cannabis medicinal celebrado en el 2014 en Eslovenia, Filip conoció en persona a Rick Simpson y a otros expertos.
Ese mismo año se celebró el primer seminario en Skopie –la capital de Macedonia del Norte–, al que han seguido otras seis ediciones. La organización explica la respuesta positiva por el hecho de que, cuando se fundó en el 2014, ya llevaban dos o tres años produciendo el aceite y se había corrido la voz sobre las propiedades medicinales del cannabis. Se calcula que, en el 2015, alrededor del setenta por ciento de la población adulta apoyaba la causa.
Apoyo político, resultados desiguales
Aunque la ley establece que cualquiera que sea sorprendido en posesión de una pequeña cantidad de cannabis solo puede ser multado, no está claro qué es una ‘pequeña cantidad’. Depende del juez, y como la política de Macedonia del Norte es muy corrupta, a algunas personas con diez gramos les ponen una multa, mientras que otras pueden ser detenidas por un solo gramo.
El caso pronto atrajo la atención de los políticos progubernamentales, sobre todo porque el entonces primer ministro, Nikola Gruevski, estaba inmerso en un escándalo de corrupción. Cuando sus asuntos se hicieron públicos, se convirtió de repente en un defensor a ultranza del cannabis medicinal y trató de legislar su uso lo antes posible como estrategia electoralista para conservar el poder en los comicios del 2016.
Cuando Gruevski se dirigió a la organización de Filip, le plantearon tres exigencias: poder cultivar cannabis legalmente; no limitar el THC en los productos medicinales; permitir a los profesionales realizar investigaciones sobre el cannabis. “¡Nunca habría soñado que todo esto se aprobaría y se convertiría en ley!”, se entusiasmó Filip durante nuestra primera conversación.
A pesar de sus grandes esfuerzos por seguir en el poder, Gruevski perdió las elecciones y lleva huyendo de la cárcel desde el 2017. Lo que no fue un obstáculo para que el gobierno que le siguió apoyara la causa y aprobara la ley. Y en este proceso de normalización, los seminarios por su parte han ayudado mucho a que los médicos macedonios conozcan y acepten el uso médico del cannabis.
A Filip le preocupaba entonces que la ley fuera demasiado restrictiva en la lista de pacientes a los que se podía recetar cannabis medicinal, pero ya estaba surgiendo un problema mayor: las diez empresas que habían obtenido licencia para producir cannabis, por motivos económicos, solo lo cultivaban para la exportación. Como resultado, dos años después de la entrada en vigor de la ley, los preparados de cannabis producidos localmente seguían sin estar disponibles en las farmacias macedonias, dejando a los pacientes, como única posibilidad legal de acceso al cannabis, los caros productos extranjeros. Por eso, la mayoría siguió consumiendo la hierba barata e ilegal de la calle.
“Volví a cometer el delito cinco minutos después de la sentencia”
En el 2020, oscuros nubarrones empezaron a cernirse sobre Filip. En la página web de su asociación, se pueden ver fotos de Filip en una rueda de prensa, con un porro en la boca y rodeado de un círculo de simpatizantes con pancartas. Recordé que antes me había hablado de un caso que se había iniciado contra él por haber producido aceite para el familiar enfermo de un policía. Este valiente policía –que también había proporcionado la hierba para hacer el aceite– había denunciado a Filip.
Anteriormente, Filip también había sido acusado de tráfico, pero no se encontraron pruebas y se retiraron los cargos. En esta ocasión, la sentencia dictada en el 2020 le supuso dos años de prisión con suspensión de la pena durante cuatro años por producción y posesión de drogas. La condena, por tanto, fue severa en comparación con la acusación final de producción para consumo propio.
“Esto significa que, si me pillan, aunque sea con un porro, tendré que ir dos años a la cárcel”, añadió Filip, que no ocultó ante el tribunal que es consumidor médico y recreativo. Por eso no debió sorprenderles que volviera a cometer el delito fuera del edificio del tribunal, tan solo cinco minutos después de su condena. “Tengo un gran apoyo social en Macedonia. Soy una patata caliente en manos del Estado, que no pueden colocar en ningún sitio”.
Medicinas en el mercado negro
En los últimos años, los sueños de un programa de cannabis medicinal en Macedonia parecen desvanecerse. Aunque Filip no ha entrado aún en la cárcel –y su sentencia solo dura suspendida hasta septiembre del 2024–, las operaciones de Zelena Alternativa han sufrido un serio declive. A pesar de que el grupo de Facebook sigue sumando nuevos miembros, lo que significa que la demanda sigue creciendo, cada vez es más difícil producir aceite de cannabis.
La razón principal es que el precio del cannabis en el mercado negro se ha disparado. Mientras que hace un par de años un kilo costaba entre trescientos y quinientos euros, ahora cuesta entre tres mil y cinco mil. Así que a los pacientes les resulta difícil seguir tratándose. Mientras tanto, los productos con THC han desaparecido de las farmacias, y solo venden productos con CBD que se pueden encontrar en casi cualquier parte de Europa.
Todo esto no significa que la industria del cannabis medicinal haya abandonado Macedonia del Norte. Al contrario, entre setenta y ochenta empresas tienen actualmente licencia para producir cannabis con alto contenido de THC, pero solo para la exportación. Por lo tanto, los pacientes macedonios deben seguir confiando en el mercado negro, donde también ha aparecido el cannabis para uso medicinal.
Cuando entró en vigor la Ley del Cannabis Medicinal, las empresas tenían que cumplir las llamadas BPF, que son las siglas de buenas prácticas de fabricación. Pero cuando Europa empezó a regular el cannabis medicinal en un ámbito más amplio, la Agencia Europea del Medicamento mejoró las normas a BPAR (buenas prácticas agrícolas y de recolección). No todas las empresas pudieron adaptarse a estas nuevas normas a tiempo, por lo que muchas se quedaron sin poder vender su cannabis medicinal. Estos lotes suelen acabar en el mercado negro. Las empresas a las que se sorprende vendiendo cannabis o cuyas muestras se encuentran en el mercado negro solo reciben multas. Mientras tanto, la policía sigue deteniendo a la gente por unos porros.
Despenalización contra los pacientes
Recientemente, la legislación macedonia aceptó una extraña forma de alivio legislativo: la “despenalización fascista”, como la llama Filip. Aunque la ley establece que cualquiera que sea sorprendido en posesión de una pequeña cantidad de cannabis solo puede ser multado, no está claro qué es una “pequeña cantidad”. Depende del juez, y como la política de Macedonia del Norte es muy corrupta, a algunas personas con diez gramos les ponen una multa, mientras que otras pueden ser detenidas por un solo gramo. Los que quieran hacer aceite comprando al menos cien gramos serán perseguidos. “Por eso pensamos que es una ley fascista, porque ahora los pacientes médicos son considerados delincuentes por su necesidad de la medicina. Al menos entre diez y quince personas son detenidas a diario por consumo de cannabis, mientras que nadie es detenido por cocaína”, resume Filip.
La Ley del Cannabis Medicinal se aprobó en el 2016 para permitir a los pacientes en condiciones graves acceder a la planta. En comparación, los pacientes son actualmente las mayores víctimas de la ley. Filip también señaló que, aunque las empresas tienen prohibida la exportación de cannabis medicinal, siguen haciéndolo debido a una laguna legal. Porque, aunque la ley prohíbe la exportación de inflorescencias de cannabis medicinal, sí se pueden vender ingredientes farmacéuticos activos, así que denominan de esta manera a sus productos.
Filip también compartió que Zoran Zaev, un antiguo primer ministro del partido gobernante, es el propietario de tres o cuatro empresas de cannabis medicinal, las cuales han sido pilladas vendiendo cannabis en el mercado negro. Incluso la DEA investigó el caso y algunas personas fueron detenidas, pero no hubo consecuencias mayores pasado un mes. “Así que, en realidad, Macedonia está dirigida por criminales, que deciden quién cultiva y quién no. Todos somos rehenes de un par de malas personas. Seguimos exportando a Alemania sin dar nada a nuestro pueblo. Y ahí se acaba la historia”.