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Eurogrow, desde Ávila a Europa

Eurogrow, desde Ávila a Europa

Miguel José, director y fundador de Eurogrow a las puertas del almacén.

Eurogrow cumple diez años en el negocio de la planta. Lo que comenzó con tan solo 300 euros, un ordenador y un teléfono, hoy es una de las firmas más importantes de la industria del cannabis en España, distribuyendo productos también a otros países de Europa. Hablamos con su director y fundador, Miguel José Villar Martínez, sobre esta aventura empresarial de éxito que ha cumplido una década.

“No me imaginaba a dónde íbamos a llegar, ni mucho menos. Pero tenía una visión que era mi motor: en las primeras semanas me decía que tenía que hacer la mejor tienda de España”. Las palabras son de Miguel José Villar Martínez (34 años) creador y dueño de Eurogrow, una de las distribuidoras de productos destinados al cannabis más importante del país y de Europa, enclavada en la ciudad de Ávila. Allí, Martínez tuvo que lidiar no solo con los desafíos propios de montar un negocio desde la nada misma, sino que debió darle batalla a la ignorancia policial y social en un municipio que consideraba a la marihuana como la peor droga que podía existir.

En la actualidad ya se puede confirmar que es una historia de éxito y en constante crecimiento: trabajan con más de 50 marcas diferentes que se distribuyen dentro de España, además de en Francia, Italia y Alemania, principalmente; tienen dos growshops, en su municipio y en Madrid, un local de productos derivados del CBD y una nave de nueve mil metros cuadrados donde almacenan la mercancía y emplean a más de una veintena de personas. Hoy celebran su décimo aniversario como protagonistas fundamentales en la industria del cannabis, y tuvieron su debida fiesta durante el mes de septiembre.

300 euros y un ordenador de mierda

Eurogrow, desde Ávila a Europa

Una veintena de trabajadores se emplea en atender cada día los pedidos de Eurogrow.

Este camino al éxito comenzó con muchos obstáculos por esquivar y mucho tiempo antes de su inauguración casi casual. Esta es una historia que enorgullecería al mismo Sísifo y que muestra, una vez más, cómo la planta pasa de la clandestinidad a transformarse en un negocio legal y rentable.

Aunque Martínez no podía ni siquiera imaginárselo, la creación de Eurogrow comenzó cuando conoció al cannabis con sus primeras caladas juveniles. “A la planta la conocí en el colegio, con los chavales. Cuando tenía once años, había compañeros que robaban alguna planta y traían las hojas. Eso me llamaba la atención. Yo creo que me gustaba el mundo de la marihuana porque era lo prohibido en aquel entonces”, dice sobre hechos sucedidos al comienzo del milenio. “A los 14 años empiezo a fumar, y cuando entras en este mundo, también entran otras cosas como la música, como Ska-P”, cuenta. Con el correr de los años, su relación con la planta se vuelve cada vez más íntima. El interés crece y Martínez decide iniciar su primer cultivo.

“Hice varios intentos de cultivo cuando tenía 16 y 17 años. Pero siempre se morían o me las robaban”, cuenta. Incluso, hasta se las llevó la policía. “El hijo de puta de mi padrastro me denunció. Él mismo llamó a la Guardia Civil y me llevaron a la comisaría, donde me pusieron una multa”, dice sobre el único conflicto que tuvo con las fuerzas de seguridad. “Por esos años había bastante persecución y no era como ahora. Pero nunca me pararon en la calle”, dice. Recién pasados sus veinte años, cuando logró independizarse, Martínez se compró su propio armario con luces y empezó a tener sus cosechas tan ansiadas. 

“Hice varios intentos de cultivo cuando tenía 16 y 17 años. Pero siempre se morían o me las robaban”

Con cada cosecha que Martínez realizaba, él pretendía perfeccionar sus técnicas para el ciclo siguiente. De esta manera, fue probando diferentes métodos como hidroponía, tipos de sustrato, mecanismos de riego y mantenimiento de plantas madre, entre otros. Pero también fue mejorando la infraestructura en los equipos y esto fue un elemento crucial en la creación de Eurogrow. “Yo tenía productos propios de segunda mano que vendía por internet, como un extractor. Entonces cogí práctica en los envíos de cosas de mi propio cultivo”, cuenta. 

Hasta que, en el año 2013, Martínez se encontraba sin trabajo. “Me dedicaba a cultivar solamente”, recuerda y, luego, cuenta: “Un amigo que sacaba productos muy baratos había cerrado su growshop. Me daba acceso a la página del distribuidor y me decía que cogiera lo que quisiera”. Así Martínez se dio cuenta de que, por ejemplo, focos de luces de sodio de 600W que se vendían por 90 euros en aquel entonces, él podría conseguirlo por 50. “Había margen de beneficio”, pensó al instante. “Ahí ya me gustaba internet. Entonces decidí arriesgarme: monté una página web y me puse a vender”, dice.

“Yo no hice ninguna inversión. Tenía 300 euros, que era lo que me quedaba de dinero, un ordenador de mierda y un teléfono. Con eso compré lo que me pidió el primer cliente. Vendía 20 euros y me quedaba con 5 por ejemplo. Poco a poco, compraba y vendía. Al principio no tenía local ni nada; solo tenía cojones de estar todos los días dándole duro”, cuenta Martínez. En estas primeras ventas de Eurogrow, él mismo se dedicaba al dropshipping: compraba los productos, monitoreaba las entregas desde un teléfono y luego cobraba. El centro de operaciones era su propia casa.

Dificultades y triunfos

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Una nave de nueve mil metros cuadrados es la última adquisición de Eurogrow.

Al poco tiempo, Martínez empezó a tener cada vez más ventas a partir de una estrategia de precios mucho más bajos en relación a la competencia. “Productos que todo el mundo los tenía a 90, yo los ponía a 65. Era descarado. Entonces la gente veía que mi página era la más barata y eso me hacía tener más visitas en la web, por lo que me posicionaba en las búsquedas y entraban clientes”, cuenta. 

Las ventas crecían cada vez más. Pero también empezaron los problemas. “A los tres meses, me empezaron a llamar marcas de todos lados diciéndome que no podía tener precios tan bajos y el distribuidor me deja de vender”, cuenta sobre el momento en el que Martínez cayó en la frustración. “Las cosas me iban bien y tenía una ilusión que me la quitan. En ese momento me hundí un poco porque fui a intentarlo con otro distribuidor y a los cuatro meses me sucede lo mismo”, dice. Entonces, tomó una decisión: “Invertí todo lo que había ganado, que eran unos cuatro mil euros: me llené la casa de productos, dormía con ellos al lado, y trabajaba desde mi casa”. Desde ese entonces, la escalada no tiene fin.

“Sin esfuerzo y sin sacrificio no hay nada. Hay que tragar mucha mierda. Yo me he tirado ocho años sin irme de vacaciones y trabajando de lunes a domingo, sin amigos ni familia”

Cuando ya no le entraban más productos en su casa, Martínez alquiló un garaje, donde montó sus primeras estanterías y continuaba con la venta online. Luego, tampoco le cabían las cajas allí y pasó a un local/almacén de un edificio que tenía doscientos metros cuadrados. “En ese momento ya trabajábamos con mi pareja y otro chaval”, recuerda. En 2016, Martínez abre su primer growshop en Ávila y, al año siguiente, hace lo mismo en Madrid. Pero volvió a quedarse sin espacio, así que una de sus últimas inversiones fue la incorporación de una nave de nueve mil metros cuadrados donde almacenan los productos a distribuir por toda España, Francia y Alemania. “Nos gustaría vender en América Latina, pero es muy difícil realizar los envíos”, dice sobre los próximos desafíos. Además, emplean a más de veinte personas y tienen su local de venta de productos de CBD, con su propia marca “CBD Natura”. También han incorporado marcas de semillas y fertilizantes, como Frenetik Seeds y Special Nutrients, respectivamente.

Ávila, una ciudad difícil que se va abriendo

Eurogrow, desde Ávila a Europa

Fachada de la antigua nave de Eurogrow.

Si bien uno de los grandes desafíos de Eurogrow pasó por establecerse en la industria y sortear trabas comerciales, también tuvo que lidiar con la propia sociedad de Ávila, ubicada en la Comunidad de Castilla y León. “Es una ciudad difícil”, dice Martínez. Luego, explica que en Ávila “está la Academia de Policía Nacional y con eso digo todo. Aquí la gente es más cerrada que en otros sitios, como buen lugar frío y pequeño. Al principio, la policía venía todo el tiempo a ver qué era esto. Nos revisaban la tienda porque se hablaba de marihuana y se pensaba que era droga, lo peor que hay. Pero nunca pasó a mayores y hace años que no vienen”, cuenta. 

Esta situación de una sociedad más cerrada al cannabis también implica que sea complicado encontrar personal para emplear. “En nuestra ciudad no hay tanta gente de nuestro sector, entonces las posibilidades son más pequeñas”, dice sobre una comunidad que tiene más dificultades de informarse y, consecuentemente, dedicarse a la planta. De hecho, Martínez cuenta que en Ávila han existido otros dos growshops, pero imagina que han tenido que bajar sus persianas definitivamente porque no han resistido. 

Sin embargo, el dueño de Eurogrow asegura que la empresa también ha contribuido a producir un cambio de mentalidad en la sociedad de Ávila en favor del cannabis. “Yo creo que se han generado cosas. Hay más gente que se acerca a nosotros porque es algo natural y que se está normalizando. Como todo pueblo, hay mucha gente mayor que llega por los usos medicinales y, en la actualidad, compran semillas o productos de CBD porque les ayuda”, cuenta Martínez.

Eurogrow, desde Ávila a Europa

Un día cualquiera, atendiendo los pedidos.

Con respecto al uso terapéutico de la planta, Martínez cree que ahí se encuentra la principal evolución dentro de la industria del cannabis. En esta década, como uno de los principales distribuidores de productos dedicados al cultivo, ha sido protagonista de esta evolución. “Ha cambiado mucho. Al principio, la gente compraba muy poquito. Desde el 2017, se ha notado la expansión del tema medicinal con los usos del CBD, cremas y aceites. Antes la gente compraba para su autocultivo. Hoy, estamos en un 50-50 entre medicinal y lúdico para no acudir a los circuitos de compra ilegal”, asegura el dueño de Eurogrow. 

Hoy, Eurogrow es una de las compañías más sólidas de la industria del cannabis. Pero el testimonio de su fundador para llegar a la prosperidad actual da cuenta de que no ha sido el resultado de la magia. “Sin esfuerzo y sin sacrificio no hay nada. Hay que tragar mucha mierda. Yo me he tirado ocho años sin irme de vacaciones y trabajando de lunes a domingo, sin amigos ni familia. Mi vida estuvo centrada en Eurogrow. Cuando la gente dice que hubo suerte, no es así. Hubo mucho trabajo. También hay que recordar que es muy importante el equipo, que es gente buena y comprometida con el trabajo. Sin ellos no sería posible. Cualquiera puede conseguir lo que quiera, pero hay que luchar por eso”, cierra Martínez. 

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