Forzados a dejar su histórico local en Lavapiés, la Asociación Madrileña de Estudios sobre el Cannabis recapitula algunas de las anécdotas vividas en sus dos décadas de feliz y cannábica existencia.
Hablar de la historia de nuestra asociación AMEC es hacer un repaso de veinte años de activismo cannábico en Madrid, de las veinte Copas de la Marihuana y de las veinte ediciones de la Marcha Mundial de la Marihuana de Madrid (MMMM). Ambas actividades surgieron como actos reivindicativos para conseguir lo que por aquel entonces llamábamos “normalización del uso del cannabis”, objetivo que después de dos décadas creemos logrado. A día de hoy, cientos de personas cultivadoras participan todos los años en los numerosos concursos, catas y copas que se reparten por toda la geografía española, cada una con sus normas y características propias. Y la MMMM que celebramos en mayo se ha convertido en una cita clásica y casi obligatoria, no ya para cualquier activista del movimiento cannábico, si no para cualquier usuario de cannabis medianamente concienciado con reivindicar sus derechos.
La I Copa de la Marihuana
La Copa nace en 1997 de la inquietud de algunos socios y socias cultivadores motivados por realizar una cata de sus mejores cosechas. En ningún caso se pretendía competir entre la mejor y la peor, simplemente se buscaba intercambiar opiniones gustos, sabores, aumentar el conocimiento y el estudio de nuestra querida planta. A día de hoy se mantiene la receta original del concurso, en donde todas las personas que participamos somos a la vez jueces y concursantes, valorando la marihuana intercambiada con los otros cultivadores. De esta forma se puede justificar legalmente el evento, al basarnos en las sentencias del Tribunal Supremo que reconoce el derecho a “compartir droga entre adictos”. Estábamos cerca del límite, pero dentro de la legalidad, tal y como reconocía la comunicación que nos trajo, unos días antes, un motorista enviado por la Delegación del Gobierno a raíz del revuelo que se había montado cuando la noticia del concurso saltó a los medios de comunicación. También nos avisaban de que iban a estar vigilantes, lo que se tradujo en cacheos y multas a varios participantes, e incluso la detención con excusas varias de nuestro mediático portavoz, que pasó la noche en comisaría (detenido el “promotor” de un “concurso de porros”, El País, 26 de octubre de 1997). Recordamos que entre las personas participantes había unos asturianos que se fueron a catar sus muestras al parque del Retiro y allí les pilló la Policía en plena faena; ellos explicaron que no les podían quitar la hierba, cuidadosamente empaquetada, numerada y grapada a las hojas de voto, que venían desde Asturias para la Copa de la Marihuana, y mostraron los carnés de participantes que así lo acreditaban. El policía, un tanto desconcertado y sin saber qué hacer, llamó a su superior para pedir instrucciones, y tras la regañina de este volvió a quitarles las muestras y les puso la multa.
¿Dónde estará mi copa?
Al año siguiente, con un poco de susto por la detención de nuestro portavoz y el acoso con multas sufrido buscamos un local un poco mas “protegido”, y fuimos a la sede de IU en el barrio de Hortaleza. Ese año contamos con un conferenciante excepcional, D. Manuel Guzmán, en aquel tiempo un joven investigador y hoy un prestigioso científico, que nos dio una interesantísima charla de su trabajo sobre el efecto del THC en las células tumorales. El problema de aquella Copa fue el tiempo: empezaba y terminaba el mismo día, y claro, había que preparar y repartir las muestras, catarlas, valorarlas, llegar hasta la casa ocupada (Antracita), donde contamos los votos y celebramos la entrega de premios. Y claro, son quince gramos de las mejores marihuanas, así que imaginaos… Cuando entregamos el premio, una hoja de hierro magnífica que habían hecho unos socios de los talleres de Renfe, el premio se lo llevó el primero que pasó por allí, literalmente. La persona que subió a recogerlo ni siquiera había participado en la copa, pero a ninguno se nos ocurrió pedirle el carné de participante antes de entregarle el trofeo. Cuando nos dimos cuenta, el tipo había desaparecido y con él nuestro magnífico premio. Menos mal que tenía más sentido del humor que sitio en casa y volvió al cabo de un rato muerto de risa a devolvérnoslo. Así que pudimos continuar con la fiesta de entrega de premios y se lo dimos a otro que al final resultó (tras el recuento del día siguiente) quedar como el treinta y tantos de cincuenta participantes que éramos. En fin, un despropósito. Así que para las siguientes convocatorias decidimos dejar una semana (ahora es un mes) de plazo para la cata.
Vecinos improbables
Nuestra puesta de largo fue en la siguiente convocatoria, la III Copa de la Marihuana. Se nos ocurrió preguntar si podíamos celebrar la entrega de premios en el Círculo de Bellas Artes y se les ocurrió decirnos que sí. Y allí nos fuimos los ciento treinta participantes y sus allegados con nuestras cosas, entre ellas una pequeña barra con algunas vituallas y la costumbre de fumar la aromática hierba por cuya causa nos reuníamos. Aquel icónico edificio nunca había olido tan bien, y menos mal que estábamos en el último piso. Para más contraste, en la planta inmediatamente inferior se reunía ese mismo día una asociación dedicada a mantener los valores morales de la familia. Desde entonces numerosos espacios han acogido uno de los eventos cannábicos más entretenidos y alegres de Madrid, espacios como la sala de exposiciones Artépolis o el Ateneo Libertario de Villaverde, salas de fiesta como el Yasta o la Caracol, el conocido Colegio Mayor San Juan Evangelista y muchos centros sociales como El Laboratorio, La Tabacalera, La Lavandería, Eko, La Morada o La Traba.
La segunda Copa empezó y terminó el mismo día. Preparamos, repartimos, catamos, valoramos, contamos los votos y celebramos la entrega del premio. Y el trofeo se lo llevó uno que ni siquiera había participado en la copa.
En algunas de las ediciones, antes de que proliferaran las catas por la geografía española, se llegó a la notable cifra de ciento sesenta participantes, con mucha gente venida desde fuera de Madrid. En la actualidad llevamos ya varias ediciones con una estabilidad en torno a los cincuenta participantes, de los que aproximadamente una treintena repetimos todos los años. Nuestros recursos siguen siendo limitados, y los espacios donde poder desarrollar la Copa, muy difíciles de encontrar. Pese a ello, el espíritu y las ganas permanecen intactos año tras año, y las socias y socios implicados en organizar el concurso lo hacemos con la misma ilusión del primer día, de aquella primera Copa en el año 1997.
Desde estas líneas queremos aprovechar la ocasión para agradecer, ahora que estamos haciendo memoria, a la revista Cáñamo por colaborar en todas nuestras copas. Siempre hemos contado con sus premios para los ganadores, lo cual, después de veinte ediciones es de agradecer.
La Marcha Mundial de la Marihuana de Madrid
Al final de la primavera de ese mismo año de 1997 habíamos celebrado la primera concentración de protesta en la Puerta del Sol por las numerosas multas que comenzaban a llegar en aplicación de la Ley de Seguridad de 1992 o “ley Corcuera”, la antecesora de la “ley mordaza” de hoy. Entonces eran cincuenta mil multas al año y nos parecían una barbaridad. En la actualidad rondan las cuatrocientas mil. Hay que reconocer que si el número de multas se ha multiplicado por ocho, el número de asistentes a las manifestaciones lo ha hecho aún en mayor proporción. De las pocas más de doscientas personas que asistimos a aquella primera convocatoria a los varios miles en las últimas.
En aquella concentración no teníamos ni equipo de música para amenizar la sentada delante del Oso y el Madroño, era la primera vez que organizábamos algo así y ni se nos había ocurrido. Menos mal que pasó por allí Calamaro, que al vernos en una situación tan precaria se fue a comprar un radiocasete (esos aparatos que había entonces) a una tienda cercana y con él pudimos alegrar un poco el evento.
La mani cobra vida propia
Al año siguiente nos adherimos, junto con otras ciudades del mundo como San Francisco, Berlín, Sídney, etc., para los días globales contra la política de drogas de la ONU y llevar a cabo una reivindicación coordinada con manifestaciones en todas ellas, lo que terminaría siendo conocido como la Global Marijuana March. Aquí, con el lema “¡Libertad para María!”, convocamos una marcha que recorrió la calle Atocha. Desde entonces, la Global Marijuana March, de la que la MMMM es parte, se ha desarrollado en casi novecientas ciudades de setenta y dos países del mundo.
Para esta ocasión llevábamos un vehículo con varios altavoces y en el que no paraba de sonar la canción “Legalización”, de Ska-p. En aquella época era costumbre para los movimientos sociales en Madrid manifestarse los domingos a las doce de la mañana, y hay que reconocer que para la hora, la asistencia fue muy numerosa y la manifestación muy animada. No obstante, a partir de entonces, para que la gente pudiese venir desde fuera de Madrid (y de paso madrugar un poco menos el domingo) decidimos hacer la convocatoria los sábados por la tarde.
En una ocasión nos retrasamos un poco terminando de preparar el vehículo con la megafonía y las pancartas para la cabecera, y cuando llegamos a Sol la manifestación, muy numerosa, había cobrado vida y había comenzado a moverse por sí sola. Tuvimos que bordear por varias calles aledañas para poder llegar con la furgoneta hasta la cabecera.
Una de las más grandes fue la MMMM del 2004, tras la victoria de Zapatero en las elecciones generales. La gente tenía ganas de cambio y muchas personas se sumaron para difundir el evento, incluso hicieron sus propios carteles convocando a la manifestación. Lo simpático es que corrían varias versiones con horarios distintos (6.30, 7 y 7.30), por lo menos sí coincidían en el día y el lugar. Cuando nos dimos cuenta tuvimos que dejar a varios compañeros en Sol para indicar a los que iban llegando (según el cartel que había visto) por dónde iba la manifestación.
En todos estos años, el modelo de protesta ha ido alternando entre manifestación y concentración. De tanto en tanto también nos hemos sumado a la celebración de San Canuto, ya que cualquier ocasión es buena para salir a la calle y reivindicar la normalización.
El banco bueno
Una de nuestras prioridades, como asociación de estudios cannábicos, ha sido la conservación de genéticas, sobre todo, las dedicadas al uso terapéutico con alto contenido de CBD. Hemos conseguido, tras muchas vueltas y triquiñuelas verbales, que el registro de asociaciones nos aceptara esta actividad como parte de nuestros fines como asociación de estudios cannábicos. Con gran satisfacción por estos logros, pusimos en marcha este banco de variedades cannábicas, que tantas satisfacciones nos vienen dando. Es este un proyecto interesante tanto a nivel cooperativo como divulgativo e instructivo, todo un logro para quienes cultivan y forman parte de esta longeva institución.
La AMEC sufre los estragos de la gentrificación en Lavapiés
Ahora, muy a nuestro pesar, la AMEC se ve forzada a dejar el local que históricamente venimos usando los últimos veinte años y que ha servido de punto de referencia al movimiento cannábico en el Estado. Ha sido en este local donde se han gestado muchas de las reivindicaciones que nos han llevado a donde estamos en estos momentos de la lucha antiprohibicionista. Desgraciadamente, la gentrificación nos viene pisando los talones y nos obliga a una mudanza que nunca hubiéramos querido afrontar. Nuestro vínculo con Lavapiés no se ha limitado a la ubicación de nuestro local, situado en la calle Salitre, en pleno corazón del barrio. Durante estos años hemos apoyado las luchas vecinales y hemos participado en las fiestas populares de Lavapiés y de La Paloma, organizadas por el tejido social de este multiétnico barrio de Madrid, no ausente de polémica. Así, en el verano del 2016, el diario ABC publicaba el titular: “Asociación de cannabis, okupas, 15-M y abertzales, en la comisión de fiestas de La Paloma”.
Poco a poco los hoteles y las cadenas de tiendas y supermercados se van haciendo con los locales y los espacios que, las voces más críticas, hemos construido durante años. ¿Qué será de nuestro local cuando nos marchemos? ¿Una pastelería con cupcakes? ¿Una barbería con lámparas vintage? ¿O quizá otro hotel para las oleadas de turistas que cada vez más se pasean por Lavapiés?
En definitiva, a pesar de los muchos cambios que han transformado al activismo cannábico con la aparición de los clubs sociales de cannabis (CSC) y la comercialización del centro de Madrid, la AMEC sigue siendo un lugar de referencia dentro del movimiento en el Estado, respetada y querida por todas y todos los compañeros y simpatizantes.
Para terminar nos gustaría convocar a todas las asociaciones, federaciones y activistas del Cannabis a la próxima Marcha Mundial de la Marihuana, que se celebrará el sábado 6 de mayo a las seis de la tarde en Madrid.
La lucha sigue. ¡Salud y buenos humos!