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El pozo de los animales: los ‘metroidvania’ o el paseo de un lado para el otro

Animall Well (Billy Basso, 2024)

Animall Well (Billy Basso, 2024) 

Aprovechamos que Animal Well es el mejor juego de lo que llevamos de 2024 para revisarlo y, dando un rodeo, hablar de los metroidvania.

En los videojuegos, las mecánicas son las que dan nombre a un género. Mientras que el cine mira a su historia o al tono empleado para delimitar, más o menos, sus fronteras de género, los videojuegos tienden a clasificarse por lo que se hace en ellos. Por esto los first-person shooters (FPS) son así llamados, porque la jugabilidad se asienta en la acción de disparar. Da igual que Doom sea un juego con elementos de horror o que Half-life lo sea de ciencia ficción, ambos son dos FPS. Uno podrá concluir que estas taxonomías basadas en mecánicas tienen sus problemas a la hora de estudiar un videojuego, sin embargo, son categorías que resultan útiles para los que gustan de entender los medios lúdicos. 

Uno de estos géneros es el metroidvania, que, cómo no, surge de la repetición de elementos de la jugabilidad de dos juegos seminales: Metroid (Nintendo, 1986) y Castlevania (Konami, 1986). No fueron los primeros (nunca los primeros son los primeros, irónicamente), pero sí los más representativos. La exploración no lineal de los niveles y las habilidades desbloqueables que permiten acceder a nuevas zonas, así como el uso de plataformas, son los elementos más característicos de este género. La gran mayoría de metroidvanias suelen ser juegos de acción o RPG, aunque veremos con Animal Well, la razón de este texto, que también pueden optar por alejarse de la acción y recurrir a mecánicas diferentes.

‘Animall Well’ (Billy Basso, 2024) 

Animales fantásticos 

‘Animall Well’ (Billy Basso, 2024)

De cuando en cuando aparece un juego de la nada que es un clásico instantáneo, una joya oculta o un producto rompedor en cuanto a su enfoque hacia un género específico. Animal Well es estas tres cosas. Exageramos lo justo: el juego de Billy Basso es, probablemente, lo mejor que vayamos a ver este año. 

Ya venimos advirtiendo que la industria del triple A está en crisis. Lo podemos ver también en el cine, en que el modelo de blockbuster está en grave peligro. No se puede gastar tanto tiempo y recursos en productos que luego no ofrecen la rentabilidad que se supone deberían retribuir. El error está en ese cálculo extraño de que cuanto más cueste más debería verse. En los videojuegos, el caso es similar, solo que en este medio se optó por los juegos como servicio y la monetización depredadora mediante microtransacciones. Con ese tipo de industria, los consumidores acaban por pagar varias veces por el mismo videojuego solo para poder seguir jugando. El colapso se ve venir y los signos de agotamiento son evidentes: el cierre sistemático de empresas, el estancamiento de los game pass, etc., vienen a ser un toque de atención sobre lo que está pasando. Y, de súbito, llega el milagro independiente, el espejismo del éxito individual, a decirnos que otro mundo es posible. 

Animal Well es un metroidvania que elige el camino de los acertijos y los secretos en lugar del de la acción. Controlamos a una pequeña criatura que recorre un lugar con aura mitológica, donde totémicas figuras animales decoran las localizaciones subterráneas de bosques ocultos y ominosos. No sabemos bien para qué, asunto que solo “sabremos” al final de la aventura, aunque está entre lo freudiano y la cotidianeidad de volver a casa después de un duro día de trabajo. Ahora bien, el final es solo el principio, ya que la enorme cantidad de secretos pueden llevar a que las diez o quince horas del tiempo de la historia principal se conviertan en treinta tratando de exprimir al máximo lo que oculta. En el camino iremos desbloqueando utensilios mundanos, como un pompero, un frisbee o unos petardos, que nos ayudarán a superar los obstáculos. Lo interesante es que todos estos objetos tiene una utilidad evidente y otra que solo descubriremos si pensamos cómo aplicar sus mecanismos al entorno. Por ejemplo, el firsbee nos vale para resolver un puzle concreto, pero también para romper estalactitas o para subirnos encima y atravesar zonas anegadas.

‘Animall Well’ (Billy Basso, 2024)

Sin recurrir a una sola línea de diálogo, sin decirnos lo que debemos hacer, el juego está tan bien diseñado que se nos olvida que nadie nos dijo cuál es el objetivo. Resulta que esta complejidad está resuelta mediante dos factores: por una parte, confiar en que los jugadores son lo suficientemente inteligentes como para descubrir mediante las pistas que se van dando tanto lo que uno tiene que hacer como la manera de resolver los puzles; por otra parte, Basso elegantemente va soltando poco a poco esa información (¡en un recorrido no lineal!) para que uno pueda llegar hasta la solución. Cada puzle es una gozada tan grande, tan ingeniosa dentro de su sencillez, que solo querremos continuar para encontrarnos con el siguiente. 

Tiene los típicos problemas del género que echarán fuera a los que no gusten de estas cosas, como es el hecho de tener que recorrer el (gigantesco) mapa de arriba abajo muchas veces para localizar por dónde continuar explorando. Sí, antes dijimos que el juego te guía muy bien, y es así, pero esto es inevitable. Dejando eso fuera, Animal Well es de esos juegos por los que merece seguir apostando por este medio.

‘Hollow Knight’ (Team Cherry, 2017) 

El referente contemporáneo 

‘Animall Well’ (Billy Basso, 2024)

Cuando todo el mundo comenzaba a imitar a Dark Souls, Team Cherry sacó Hollow Knight, que aunque es más deudor de Metroid, lo cierto es que los combates ajustados de acción y respuesta, y su estética crepuscular, le acercan temáticamente a la obra de From Software. Hollow Knight se ha ganado el corazón de una gran parte del fandom del videojuego y, pese a su dificultad, su estética de cómic también atrajo las miradas despistadas de gente un tanto ajena a este medio. Sigue siendo un grandísimo juego que supo engranar con tino lo mejor de los Souls con lo mejor de los metroidvanias

Dicho esto, no es un juego para un jugador casual. Su dificultad y exigencia de compromiso lo colocan en un lugar que descarta a cierto tipo de público. De otro modo, hay que echarle muchas horas para alcanzar el final.

‘Animall Well’ (Billy Basso, 2024)

A día de hoy aún se espera la prometida expansión Silksong, tanto que ya es un chiste. Se espera desde la campaña de Kickstarter, donde surgió Hollow Knight, algo que también le pasó a la desarrolladora Yacht Club con su Shovel Knight, donde una de las prometidas expansiones tardó casi ocho años en llegar. Silksong va casi por el sexto año. Igual este es el bueno y sale. Sea como sea, Hollow Knight es el mejor en su género, un videojuego que ya es historia del medio y que todo el mundo debería tener en su ludoteca.

‘Star Wars: Jedi Survivor’ (Respawn, 2023) 

Jedivania

‘Star Wars: Jedi Survivor’ (Respawn, 2023)

Jedi Survivor es una continuación digna de Star Wars: Jedi Fallen Order, que a su vez era un juego digno. Digno, simplemente. Desarrollado por Respawn, que normalmente sabe lo que se hace, hicieron un juego de alto presupuesto sobre Star Wars. Coqueteaba con la narrativa y estéticas del tipo Uncharted, es decir, escenarios lineales y cinemáticos; el combate era un clon más sencillo del de Sekiro: Shadows Die Twice, con paradas, respuestas y postura; lo más sorprendente es que su recorrido no era lineal, al estilo metroidvania, para obligarnos a recorrer los escenarios de nuevo cuando adquiríamos una nueva herramienta. 

En Survivor seguimos las aventuras de Cal Kestis, uno de los últimos Jedis, en su lucha contra el Imperio tras los acontecimientos de Fallen Orden. En esta segunda parte, el Imperio es una presencia que tarda en mostrarse, lo cual se agradece. Le pasa un poco como a la serie de Andor, en la que los soldados del Imperio tardan en ser los villanos de la aventura. Tiene, cómo no, mucho guiño para el fan de la saga, y acaba por sacar a Darth Vader, pero, en Jedi Survivor, el enfrentamiento contra el villano más icónico del milenio al menos es significativamente mejor que el cameo de la primera parte. 

‘Star Wars: Jedi Survivor’ (Respawn, 2023)

Jedi Survivor es lo mismo que Jedi Fallen Order pero elevado al once. Tiene demasiadas cosas para hacer, algunas rozan el ridículo, como hacer un jardín en el tejado de una taberna de mercenarios. Muchos personajes sin personalidad; escenarios enormes, tal vez innecesariamente grandes; algún que otro enfrentamiento contra jefes finales mal resuelto; demasiadas habilidades para desbloquear, y, para colmo, dura mucho más que Jedi Fallen Order. Entonces, ¿merece la pena? Sí, aunque uno debe invertir su tiempo hasta que la narrativa acaba por superar todos estos problemas. Respawn se redime en el último acto de campaña, que acaba siendo casi tan buena como la de Titanfall 2, salvando las distancias, porque Respawn jamás va a volver a hacer algo tan bueno. Jedi Survivor se pierde entre tanta actividad absurda que alarga el tiempo de juego, cuando la auténtica miga está en una campaña que queda ensombrecida por el actual modelo de mercado.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #319

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