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Los grandes almacenes

¡Eh, usted! Sí: U-S-T-E-D. Hagamos un trato. Usted nos obedece y nosotros dejamos de darle órdenes por una temporada. Todos ganamos (win-win). Aclaremos un par de cosas antes de seguir adelante.

¡Eh, usted! Sí: U-S-T-E-D. Hagamos un trato. Usted nos obedece y nosotros dejamos de darle órdenes por una temporada. Todos ganamos (win-win). Aclaremos un par de cosas antes de seguir adelante.

El hecho de que nos dirijamos al lector –a usted– con el tratamiento de usted no significa que no le amemos ni le comprendamos sino más bien lo contrario, forma parte de un plan: La experiencia del usted. Lo único que queremos es que el lector adquiera consciencia de su propio interés y empiece a disfrutar de las ventajas de ser alguien interesante. Ha de quedar claro desde un principio que nosotros amamos a todo el mundo haga lo que haga, pero mentiríamos si no dijéramos que preferimos la gente que hace algo a la gente que NO HACE NADA. Haga lo que tenga que hacer con todo ese material de primera que tiene en el bolsillo del pantalón, transubstáncielo en humo verde y azul y observe con detenimiento las columnas y los círculos que se forman a su alrededor y luego, ¡zas!, atraviese el círculo de humo y fuego y cristalícese en uno de esos grandes almacenes o, mejor dicho, ingénieselas para estar usted en El Corte Inglés, el único lugar del mundo donde todo el mundo es usted.

–¿Necesita algo el caballero?

–¿Qué caballero? ¿Por qué no me ayudas a mí en lugar de ayudarle a él? Además: ¿Quién es él?, ¿dónde está? Aquí sólo estamos tú y yo.

Si usted no es un caballero cabe la posibilidad de que sea una dama, o una señora: la experiencia del usted es la misma.

–¿La señora desea alguna cosa?

–No puedo saber si la señora desea alguna cosa porque no estoy dentro de su cabeza. Pregúntaselo a ella: ¿y quién es ella?

Está muy bien eso de tener vida interior –verdaderamente bien– pero hay que tener algo más. Si sólo miramos hacia nuestro interior y no asomamos la cabeza ahí fuera, nunca alcanzaremos a comprender la medida de nuestra propia grandeza. La experiencia del usted consiste básicamente en ser otro con uno mismo. Gracias a la experiencia del USTED, usted puede ser, de pronto, una tercera persona, verbal pero también física.

–Usted dirá.

Lo cual es para volverse loco de remate: el dependiente o la dependienta hacen todos esos pases con las manos y aflautan la voz, y mientras tanto usted –antes de ser usted eras solamente tú, y nada más que tú, pero eso era otra época, y ahora es ahora– vive la experiencia única de ser todas las personas –primera, segunda y tercera– y todos los números –singular y plural: uno y todos– en una sola cosa. ¿Y cómo saben el dependiente y la dependienta que usted es usted y no una persona cualquiera? Por el amor de Dios: ¡No lo saben! No lo saben ni puede saberlo –ni siquiera se lo plantean, es algo que no entra en su cabeza– porque para los dependientes de El Corte Inglés todo el mundo es usted, incluso ellos mismos.

D2

Ilustración de Jorge Parras

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