Mantener a una ministra tan mal educada y moralmente sesgada como Mª Luisa Carcedo no es compatible con alardear de la etiqueta de “gobierno progresista”. Buena ha sido su sustitución por Salvador Illa, del que esperamos algo más de compromiso con la regulación y más respeto por las evidencias científicas y los pacientes que han encontrado en el cannabis su solución terapéutica.
Sin duda, las declaraciones a pocas semanas de la investidura de Carcedo, cuando aún era ministra en funciones de Sanidad, han proyectado su mala sombra sobre lo que nos puede deparar el nuevo gobierno en lo que al cannabis se refiere. ¿Significa su relevo una esperanza de cambio en este tema o seguirán malos tiempos para el activismo y buenos para los (perros) policías? Si se mantiene la cerrazón sobre el asunto es probable que nos esperen más redadas a alumnos de 12 años que ni siquiera saben lo que es el hachís, pero que seguramente se lo preguntarán a la que el (perro) policía salga del aula. Es más que posible que sigan cayendo condenas desorbitadas a los y las referentes del movimiento cannábico con ánimo de criminalizar la defensa de los derechos y las libertades. Si el PSOE necesita de las izquierdas para perpetuar sus vergüenzas, hagamos que no sea a cambio de nada. Y, en el caso que nuestros planes subversivos no tengan éxito, siempre podremos atracar un banco y por fin tener el dinero suficiente como para colocarnos con psicodélicos producidos por la industria farmacéutica que, básicamente, son los mismos que vende el camello de toda la vida, pero en una presentación molona: aerosoles, obleas… ¡Ya tenemos incluso a los supositorios de DMT calentando en la banda! Nuestro venerado Ram Dass ha traspasado al otro lado del espejo y seguro que, desde donde quiera que esté, seguirá flipando con todo.