En la operación participaron 250 agentes policiales que registraron 21 domicilios de forma simultánea, en los que encontraron un total de 85.000 euros en efectivo y algo menos de cuatro kilos de coca. La policía también intervino 10 motocicletas, varias decenas de teléfonos móviles y básculas de precisión.
La organización tenía montada una centralita desde la que recibía el encargo de los compradores a través de llamadas telefónicas o apps de mensajería. La centralita organizaba el reparto por zonas a través de 25 repartidores que acudían con la cocaína allí donde el cliente se encontraba. La cocaína se vendía en unidades de gramo que estaban siempre cerradas con un precinto verde.
La organización repartía periódicamente un número variable de unidades a los repartidores en función de sus estadísticas de venta. La policía ha estimado que la organización tenía unos 2000 clientes, algunos de los cuales estaban registrados como clientes habituales y ocasionalmente se les ofrecían algún gramo gratis.
Según ha publicado El País la organización siguió distribuyendo cocaína durante la mayor parte del confinamiento, organizando las entregas en puntos estratégicos como supermercados, a los que los repartidores acudían con ropa de deporte. Los repartidores de la organización trabajaban entre 12 y 14 horas diarias, cobraban entre 6000 y 8000 euros semanales a través de un sueldo fijo con suplementos y tenían derecho a días libres y vacaciones.