El camino del emprendedor es misterioso y este detenido en Son Gotleu (Palma de Mallorca) utilizaba bolsas de doritos para camuflar la mercancía.
Un hombre, de origen senegalés de 27 años, en la barriada de Son Gotleu por vender marihuana que guardaba en bolsas de doritos. Una patrulla vio cómo este hombre guardó algo en la rueda de un coche cuando los vio pasar, algo que afilón sus su instinto policial.
Al comprobar qué es lo que esa persona había dejado bajo la rueda encontraron una bolsa de doritos en cuyo interior había 20 bolas de papel que no eran otra cosa que marihuana lista para vender. Esta persona fue detenida. Parece que con esta son 3 las detenciones relacionadas con drogas que la policía ha hecho durante el fin de semana.
Traemos esta cuestión debido a su carácter casi cómico (excepto, cómo no, para el detenido). Nos referimos a ese arte incomprendido que es el bodegón policial sobre el que alguna vez hemos hecho algún recorte desde Cáñamo. En esta ocasión, el bodegón tiene un carácter manierista y obsesivo. Dice más de la persona que colocó la mandanga en orden junto a los doritos que sobre la detención en sí.
6 filas, 6. Bien alineadas, como la cuadrícula del dibujo en planta de las calles de Barcelona. Líneas casi perfectas, quedan rotas en su uniformidad maníaca por el deseo de mostrar la marihuana. La fila central, experimento trasgresor, enseña el motivo por el cual esa persona fue detenida. La burla, colocada a la altura de los ojos, sirve de natural frontera entre los cogollos de arriba, presumiblemente los “cogollos ricos”, de los “cogollos pobres” del sur que pretenden saltar la frontera. A la derecha, la bolsa de doritos: un mar verde que los inmigrantes del sur no pueden bordear en su travesía hacia la tierra prometida. Un mar encrespado, roto por el uso y las malas costumbres, infranqueable para el cogollo. Todo un drama representado en esta obra de arte de la policía.
El bodegón policial, pura poesía visual.