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Agencia federal estadounidense reconoce el potencial terapéutico de los psicodélicos

Los jefazos de la Food and Drug Administration (FDA) y de la National Institutes of Health (NIH) reconocen el potencial del uso medicinal de los psicodélicos.

Los jefazos de la Food and Drug Administration (FDA) y de la National Institutes of Health (NIH) reconocen el potencial del uso medicinal de los psicodélicos.

Este reconocimiento se produjo mediante una carta en la que se respondía a Brian Schatz, gobernador de Hawái, sobre si el gobierno tenía algún plan sobre investigar o aprobar drogas psicodélicas para su uso médico. Según esa carta Schatz decía que, “estudios han encontrado los beneficios del uso controlado de psicodélicos en programas de psicoterapia, incluido los beneficios del Ácido Lisérgico Dietilamida (LSD) para reducir la ansiedad en pacientes con enfermedades que amenazan su vida, así como la seguridad y eficacia de la ketamina, MDMA, psilocibina, LSD, y la ibogaína en pruebas médicas”.

Como respuesta, Norman Sharpless, comisionado de la FDA, y Francis Collins de la NIH dieron cuenta de que la mayor parte de las drogas sobre las que Schatz pregunta muestra potencial prometedor en el campo medicinal. Estas drogas han ayudado a que los investigadores descubran “mecanismos sobre la enfermedad y posibles intervenciones, dirigidas a tratamientos novedosos con menos efectos secundarios y menor riesgo de abuso potencial”.

La respuesta, además, incluye algún comentario sobre investigaciones financiadas por la FDA y la NIH en la que se han utilizado drogas psicodélicas. Estos estudios han revelado que “pueden haber pistas sobre las raíces de la psicopatología y la consciencia y puede acelerar el descubrimiento de nuevos tratamientos para enfermedades mentales serias como la esquizofrenia y la depresión”. Se sabe que otras investigaciones se están realizando con MDMA y tratamientos contra el estrés post-traumático y la depresión.

En la carta también se señalan algunos de los efectos negativos del uso, como la dependencia que parece acompañar al MDMA, los cambios en la forma en la que se percibe el tiempo y el espacio con el LSD, o la disociación y sedación que se da con la ketamina. Sobre todo expresa la preocupación creciente que hay con la ibogaína. Pese a que esta planta ha mostrado cierta utilidad para tratar la adicción contra los opiáceos parece que su uso trae serios problemas a la salud pues se trata de un tóxico que afecta al sistema nervioso central.

Pese a reconocer su potencial medicinal la carta también asegura que no hay plan a corto plazo para reclasificar estas sustancias.

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