Un artista del pueblo australiano de Woodenbong, New South Wales, cree que su diseño de bong gigante de madera (esto es un wood bong) puede atraer turistas y avivar el comercio.
Por desgracia sus vecinos no parece que crean que vaya a pasar y eso que el pueblo necesita que entre dinero como agua de mayo, ya que están pasando serias dificultades económicas.
El proyecto de Paul Pearson, que así se llama el artista, consiste en construir un centro de información para el turismo y colocar allí el bong de 15 metros de altura. Sí, 15 metros de altura. “El turismo es la única manera de salvar este pueblo que se muere… cientos de miles de personas han tenido la misma fantasía cuando escuchaban el nombre de este pueblo”.
Pearson tiene maña para convertir objetos de la vida corriente en algo que se puede usar para fumar. Ya lo hacía antes con vasijas o muñecos. Ahora ha llevado la afición al 11, que se suele decir.
Los vecinos piensan que la idea no es tan buena. Es más, creen que vulgar, irresponsable e insensible desde un punto de vista cultural. Gloria Williams, una de las ancianas de los descendientes de los aborígenes locales (de los pocos que no exterminaron) dice que el nombre del pueblo no tiene nada que ver con los bongs. Se llama así por la expresión Ngandgung-bunj que significa “pato en el agua”. Otros, simplemente, creen que la escultura es una apología de las drogas y ellos allí abajo no toman de esas cosas ni alientan a que otros lo hagan.
Por lo pronto el proyecto de Pearson está en manos de la opinión popular. Según lo que decidan los habitantes del pueblo, Pearson podrá levantar su obelisco cannábico ( y crear el bong más grande jamás hecho) o bien se perderá como lágrimas en la lluvia.