Pese a que importantes países de la región (Corea del Sur, Japón y China) hayan advertido a sus ciudadanos de que se mantengan lejos de la marihuana si visitan Canadá, la idea de regular el uso medicinal está empezando a calar entre los gobiernos de algunos países de la región.
Tailandia está encabezando este movimiento, y ya durante el mes de mayo pasado aprobó un proyecto de ley para incentivar la investigación científica sobre el cannabis. El propio primer ministro, Prayuth Chan-ocha (en la foto), se ha mostrado favorable a un cambio en la legislación. Un poco más abajo, en Malasia, después del desafortunado caso, pero con final feliz, de un hombre condenado a muerte por vender aceite de cannabis a quien lo necesitaba, el gobierno del país se está planteando, además de eliminar la pena de muerte en casos de drogas, iniciar una revisión legislativa para permitir el uso terapéutico de la marihuana. Además, durante el mes de noviembre se llevó a cabo en Hong Kong, región china de políticas tan conservadoras respecto a las drogas como la parte continental, el primer Simposio Internacional de Inversores de Cannabis, que, aunque no ha tenido mucha relevancia, es una cita que puede resultar simbólica. Incluso en Singapur hay signos de cambio. Si bien la ciudad-estado tiene sanciones estrictas por delitos de drogas, a principios de este año anunció un programa para desbloquear el potencial terapéutico de los cannabinoides. En otros lugares de Asia, los gobiernos de India y Filipinas están discutiendo si se debe legalizar el mercado de cannabis medicinal, mientras que Sri Lanka creará su primera plantación para uso médico nacional y para exportar a los Estados Unidos.