El discreto encanto del cannabis en el país del Sol Naciente
Nos adentramos en un local pionero en Japón para conocer de cerca los secretos de la industria del cannabis en el país del Sol Naciente, de la mano de uno de sus más veteranos empresarios.
En un discreto callejón del distrito X de Tokio, entre hoteles de citas y calles desiertas, despacha diariamente K. Nos adentramos en un local pionero en Japón para conocer de cerca los secretos de la industria del cannabis en el país del Sol Naciente, de la mano de uno de sus más veteranos empresarios.
Históricamente, el cannabis ha desempeñado un papel central en la cultura y vida socioeconómica del Japón, pero la ocupación estadounidense trajo entre otras cosas la prohibición y el desarrollo de una de las legislaciones más restrictivas del planeta. A pesar de ello, en la última década han surgido nuevos movimientos reivindicativos que buscan cambiar las leyes, mientras que en la penumbra se consolida un incipiente movimiento de growers.
K es un japonés de baja estatura y mirada penetrante que regenta Grow Shop Real, un rentable negocio que debe su nombre a la afición futbolera de su dueño, y que pasa desapercibido para cualquier viandante y para las autoridades. Un anuncio en una revista que dejó de existir: esa es toda la publicidad que dedicó a la apertura de la tienda a mediados de la década pasada. La pequeña y agitada comunidad del cannabis de la populosa capital no necesitaba más que eso y la página web del negocio para empezar a consumir fertilizantes especializados sin la necesidad de importarlos.
Pioneros en el país de la prohibición
¿Cuándo abrió el primer grow shop en Japón?
Mi hermano mayor abrió la primera tienda en Japón en el 2002. Él solía vivir en Australia y vio lo populares que eran allí. Los fertilizantes y los sistemas de luz para este propósito no estaban disponibles en Japón, así que él empezó a importarlos desde Estados Unidos. Al principio vendía solo en línea, y en el 2006 yo abrí la tienda física en Osaka. Las ventas crecieron en poco tiempo y luego descubrí que no había tiendas similares en Tokio. “Bueno, Tokio tiene una población mucho más grande, así que las ventas quizá sean mayores allí”; eso es lo que pensé al comienzo, pero no fue el caso [risas].
La zona donde está la tienda es muy tranquila...
Como puedes ver, no hay casi ningún otro negocio en la zona. Está cerca del centro de la ciudad, pero yo quería que llamara la atención lo mínimo posible. De hecho, puedes pasar enfrente y ni siquiera te das cuenta de lo que es. No tenemos cartel, pero la tienda se llama Grow Shop Real, por el Real Madrid, mi equipo favorito [risas].
Una pequeña industria dependiente de las importaciones
Si por fuera apenas un sencillo rótulo identifica el negocio, por dentro Grow Shop Real se parece menos a una tienda que a un almacén de distribución. Ningún tipo de adorno o de cartel reivindicativo luce en sus paredes. Aunque la empresa funciona bien, “la ganancia es pequeña”, asegura K. En ese sentido, considera que en Japón la industria “ni está expandiéndose ni está en declive”, más bien “se ha mantenido en un nivel constante”.
¿Sabes cuántos grow shops hay actualmente en Japón?
Hay uno en Sapporo, quizá dos en Tokio: Zou no Tamago (‘El Huevo del Elefante’) en Ebisu y hay otro en Ueno donde venden equipos y pipas. En Osaka está el que llevaba mi hermano y otro más pequeño que puede que esté abierto. Y otro en Kobe. Los que están operando a todo tren son cinco, incluyendo el nuestro. Luego tienes empresas en línea y otras itinerantes, que nunca sabes si están operativas.
¿Se necesitan permisos especiales o requerimientos legales antes de abrir una tienda?
Para vender fertilizantes necesitas una licencia de la prefectura o del distrito. Una vez lo consigues, no hay ninguna otra necesidad. Eso sí, importarlos está en general prohibido, o sea que necesitas una licencia especial del Ministerio de Agricultura, Bosques y Pesca.
¿Los fertilizantes son todos importados?
Estos productos no se producen localmente. Todos son importados, algunos desde China y otros desde Estados Unidos. Hay un número limitado de importadores autorizados que se dedican a los fertilizantes, o sea que les compro a ellos.
Entre el ‘honne’ y el ‘tatemae’
Al preguntarle por la aparente contradicción entre la existencia de leyes durísimas contra el uso del cannabis y las lagunas referidas a la comercialización de equipamiento destinado a su cultivo, K responde con una mirada irónica y con una píldora de sabiduría nipona: “Como con todo, hay el honne y el tatemae”, dos palabras japonesas que describen el contraste entre los sentimientos verdaderos y los deseos (本音 honne), y el comportamiento y opiniones que uno muestra en público (建前 tatemae).
A pesar de la mala imagen que tiene el cannabis en Japón, y de lo estrictas que son sus regulaciones, K nunca ha tenido ningún problema legal ni con el vecindario. “La mayoría de la gente no conecta ambas cosas, ni siquiera entienden lo que quiere decir grow”. Por eso, si alguna persona entra despistada, K les dice simplemente que es una tienda de fertilizantes: “Y nadie hará la conexión con el cannabis”. De todas maneras, dice con una sonrisa: “No tengo ninguna relación con gente que esté cultivando simplemente vegetales en su patio trasero”.
¿Qué tipo de persona es tu cliente regular?
El 70 u 80% de la clientela son muchachos de veintimuchos. Los hay que tienen un aspecto bien sobrio y convencional, y luego otros que tienen una apariencia casi como si dijeran: “Venga, arrestadme” [se ríe]. También vienen mujeres, pero, en la mayoría de los casos, a pedir encargos para sus parejas. No creo que cultiven por su cuenta.
¿Recibes pedidos masivos o solo son para uso privado?
La mayoría de los pedidos son para uso privado. Muy raramente recibo un pedido grande. De todas maneras, no me hago muchas preguntas sobre mis clientes.
Ante todo, empresario
K asegura que los grow shop mantienen relaciones fluidas entre ellos en materia comercial: “Todos comerciamos entre nosotros con nuestros excedentes. También intercambiamos información acerca de los productos”. No obstante, solo el dueño de una de las tiendas se involucra con el movimiento por la legalización del cannabis: “El resto de la gente no parece muy interesada en esos temas”.
En concreto, su hermano, que es quien inició el negocio, “no tiene ningún interés en el cannabis. Simplemente vio que en Australia era muy popular, y pensó que podría ser una buen oportunidad de negocio aquí. Antes de eso me había pedido que le mandara una tonelada de pelotas de goma para venderlas en Australia”.
Al preguntarle sobre referencias del movimiento, K se muestra impreciso. Nos habla de una feria comercial organizada hace unos años a la que no fue pero que “funcionó bien”, y nos recuerda que hubo una revista llamada Burst High, pero que cerró hace tres o cuatro años. En cuanto a los inicios del movimiento por el cannabis en Japón, K afirma que un cliente que tiene unos sesenta años le dijo que “el tema empezó a tener cada vez más reconocimiento en los setenta”. No obstante, “la gente no estaba pensando en cultivar la planta sino en comprar la hierba”. El autocultivo “ha venido recibiendo atención solo en los últimos veinte años”. Al preguntarle por los grupos que actualmente promueven la legalización, K elude dar referencias.
En Japón, todo se mete en el mismo saco
Respeto a la posibilidad de que el cannabis se legalice en Japón, K lo tiene claro: por ahora no es posible. “Le han lavado el cerebro a la gente. Hierba, estimulantes, son vistos todos como grandes males”. La criminalización del cannabis es tal, que “cualquier persona japonesa se retiraría de la conversación en cuanto escuchara la palabra marijuana o taima” .
A los efectos de la campaña de prohibición y erradicación del cannabis se suman los escándalos periódicos relacionados con el consumo, que son truculentamente cubiertos por la prensa. K recuerda que recientemente se vendió cannabis mezclado con productos químicos, y su consumo se asoció a malos viajes e incluso a crímenes violentos. “Una persona que la fumó me dijo que pensaba que se iba a morir, que estaba convulsionando en el suelo y vomitando; verdaderamente horrible. Ese tipo de cosas hacen que los otros estimulantes tengan mala imagen”. La gente, que ya está predispuesta, “las ve todas como ‘drogas’ inherentemente ‘malas”.
Antes de la ocupación estadounidense que siguió a la derrota de la segunda guerra mundial, el cannabis era un producto central en la cultura e industria japonesas, por lo que los efectos de la prohibición y criminalización han sido considerables. Las raíces de la cultura del cáñamo se remontan a varios milenios, y se encuentran todavía presentes: uno de los motivos autorizados para su cultivo es confeccionar kimonos para la familia imperial; otro es confeccionar las cuerdas que se utilizan en el kyudo, el arte marcial del tiro al arco. Y en ritos sintoístas de exorcismo y ritos funerarios, como el oharai y el obon, se utilizan partes de la planta del cannabis porque es el símbolo de la pureza y por su resistencia. Incluso el cordón umbilical de un bebé se corta con hoja de bambú y luego se envuelve en hojas de cannabis y se sutura con fibras de cáñamo.
Necesitamos un cambio de mentalidad y no del mercado
Para K, el cambio en las tendencias legales en Estados Unidos “era algo totalmente inesperado”. No obstante, no piensa que vaya a tener un impacto significativo a corto plazo: “El mercado allí ya es muy grande. No creo que un poco de legalización pueda tener un gran impacto”.
En el caso de su país, él apuesta más por un cambio de mentalidad centrado en los beneficios de la marihuana medicinal. “La gente mete todo en el mismo saco. Quiero que ese tipo de mentalidad cambie”. De todas maneras, en materia legal, K prefiere que las cosas sigan como están, por motivos de realismo comercial: “Si las leyes se vuelven menos estrictas y las grandes corporaciones entran en el negocio, no tendría ninguna oportunidad”. Así, aunque está de acuerdo con la legalización del uso médico del cannabis, “para el propósito de disfrute personal prefiero que las cosas sigan siendo como son”.
En todo caso, subraya K, los viajeros amantes del cannabis que vienen a Japón es mejor que lo tengan claro: “Que sean solo turistas. Que vayan a ver el monte Fuji ¡o Kioto! Que tengan conciencia de su circunstancia y que se mantengan alejados de los problemas. En Japón las leyes sobre el uso del cannabis son muy estrictas”.
De autocultivo con Real
Para finalizar la entrevista, le pregunté a K cuál considera que es el mejor sistema con que cuenta el consumidor japonés para lograr una buena planta en casa, y con un ademán suave señala varios de los equipos desarrollados por Real y dice: “Estos…”. Nos despedimos y salgo de la tienda con una lámpara Sodatek de 140 vatios y un pequeño extractor. Una vez en casa, empieza la prueba: preparo una planta para su cultivo en el pequeño armario que sueles encontrar en casi todas las casas de Japón (de unos 130 cm de ancho y 90 cm de alto); incorporo la lámpara y el extractor, que garantiza la regeneración del flujo oxígeno-CO2; y según crece la planta le incorporo cuatro guías en forma de cruz, doblegando el tallo central hacia una y guiando tres ramas por las otras, lo que garantiza que la planta crezca en ese reducido espacio. Cuando llega la floración, la eficiencia de la fórmula recomendada salta a la vista, como puede verse en el reportaje fotográfico.
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