El número de muertes por consumo del mal llamado cannabis sintético (no tiene nada de cannabis, como es sabido) en el país oceánico, aumentó de dos en los últimos cinco años a 45 en los últimos doce meses.
Este crecimiento exagerado ha puesto a las autoridades sobre aviso, y están empezando a tomar medidas para controlar una sustancia que se ha popularizado de tal manera entre la juventud que, a decir de las fuentes, hay vecindarios, siempre humildes, colapsados por su consumo.
Este mismo septiembre docenas de personas fueron hospitalizadas después de que un lote defectuoso circulara en la ciudad de Christchurch, cobrándose dos vidas. Entre las medidas que se están planteando por parte de los poderes gubernamentales, se ha puesto sobre la mesa la legalización del cannabis “natural” (no hay otro).
El director ejecutivo de la Fundación de Drogas, Ross Bell, dijo que la legalización del cannabis natural ayudaría mucho a frenar el consumo de cannabis sintético, que es mucho más potente y peligroso. “Legalicemos el cannabis natural para deshacernos de las cosas sintéticas”, afirmó. Aunque la legalización completa parece difícil, el Partido Laborista de la primera ministra, Jacinda Ardern (en la imagen), ha apoyado durante mucho tiempo la legalización del cannabis para uso medicinal. Y, recientemente, el líder del partido conservador en la oposición, Simon Bridges, dijo: “Los neozelandeses merecen un mayor acceso a productos de cannabis medicinal de alta calidad para aliviar su sufrimiento, pero debemos tener los controles regulatorios y legislativos correctos”.
Aunque el consumo de cannabis sintético está causando estragos en Nueva Zelanda, parece que está empujando hacia una revisión legislativa.