Pasar al contenido principal

El giro de los conservadores hacia los psicodélicos en Estados Unidos

Algunos cristianos conservadores estadounidenses, que durante años asociaron los psicodélicos con la contracultura o con lo “oculto”, empiezan a mirarlos en clave terapéutica. El foco está en el trauma y el Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), sobre todo entre veteranos.

En buena parte del conservadurismo religioso, estas sustancias fueron leídas como atajos espirituales peligrosos, incluso como terreno de “guerra” contra fuerzas “malignas”. Pero en el actual clima, los psicodélicos no siempre son vistos como la representación del mal y, por el contrario, en ocasiones son presentados como experiencias que incluso han logrado que, en el actual gobierno de Trump, se plantee la posibilidad de incluir terapias innovadoras con psicodélicos para veteranos.

El cambio se vuelve más tangible cuando la conversación baja del púlpito al consultorio médico. Organizaciones vinculadas a veteranos promueven terapias asistidas con psilocibina, MDMA o ibogaína -a menudo fuera de la medicina convencional- como respuesta al sufrimiento persistente, adicciones y desesperanza. En un electorado conservador que suele igualar “drogas” con decadencia, el argumento de sanación para soldados y sus familias funciona como una llave cultural para abrir debates antes impensables. Ese encuadre, desplaza la discusión desde el “vicio” hacia la rehabilitación y obliga a escuchar testimonios incómodos.

En 2025, esa convergencia tuvo un hito político en Texas: el 11 de junio, el gobernador Greg Abbott firmó la SB 2308, que habilita fondos estatales de contraparte para investigación clínica con ibogaína, con énfasis en lesiones “visibles e invisibles” de veteranos y un horizonte de ensayos avalados por la FDA.

Sin embargo y vale la pena tener presente que la apertura no garantiza aceptación, pero revela que, cuando el trauma se vuelve transversal, la política de drogas deja de ser solo castigo y comienza a rozar la compasión. El desafío, sin duda estará, en evitar que el debate sea capturado por nuevos dogmas que se nutren del binomio demonización o salvación, para dar paso  a una conversación basada en evidencia, riesgos y cuidado.

Suscríbete a Cáñamo