La Asociación de Industrias del Cáñamo (HIA por sus siglas en inglés) se ha manifestado a favor de una regulación del delta-8-THC, un cannabinoide presente de forma natural en la planta del cannabis que ha creado un mercado alegal en su forma semisintética producida a partir del CBD. La HIA ha pedido que se avance hacia una regulación del compuesto en lugar de hacia la prohibición del mismo, como ya han hecho varios estados de EE UU.
En un comunicado de prensa, la HIA defiende que la estrategia de prohibir sustancias se ha demostrado fallida en repetidas ocasiones. La prohibición “solo agrava la amenaza para los consumidores creada por los mercados no regulados y es la antítesis del espíritu de la libre empresa”, dicen los empresarios. Estos también argumentan que el delta-8-THC no es una sustancia controlada a nivel federal, sino que únicamente lo es el delta-9-THC.
La asociación empresarial defiende que en la Ley Agrícola de 2018, que legalizó el cáñamo en todo EE UU, “se incluyó específicamente los derivados, los extractos, los cannabinoides y los isómeros del cáñamo que no contienen concentraciones de delta-9-THC por encima del 0,3%”, por lo que el delta-8-THC estaría incluido dentro de ese marco legal.
Según Hemp Industry Daily, la asociación HIA es la única que se ha manifestado en contra de la prohibición del delta-8-THC y a favor de su regulación. El resto de grupos que representan a la industria del cáñamo en el país no se han manifestado o han apoyado las prohibiciones aprobadas en estados como Utah, Washington y Oregon.
La estructura química del Delta-8-THC es prácticamente idéntica a la del Delta-9-THC (el conocido THC), y solo se diferencian por la forma de enlace que une dos átomos de la molécula. Los efectos del Delta-8-THC no han sido investigados, por lo que por el momento sólo tenemos las referencias de personas que lo han probado y que hablan de un efecto similar al de la marihuana, pero más suave.