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Estudio sugiere que la microdosis de psicodélicos genera beneficios breves

Una investigación publicada en Psychopharmacology siguió autorreportes diarios de 1.435 personas de 49 países que microdosifican psicodélicos, sobre todo LSD o psilocibina. El equipo liderado por la psicóloga Michelle St. Pierre, de la Universidad de British Columbia Okanagan, quiso responder una pregunta básica: si la microdosis cambia realmente cómo nos sentimos en el mundo real –y por cuánto tiempo. La práctica se popularizó en Silicon Valley y redes, pero sigue penalizada en muchos países.

Los datos provienen de Microdose.me, una plataforma que registra rutinas de microdosificación. Cada mañana, las y los participantes indicaron si habían tomado una microdosis y evaluaron seis dimensiones: bienestar, productividad, creatividad, foco, conexión con otras personas y contemplación. Al comparar días de consumo con días sin consumo, todas las variables subieron en el “día de microdosis”. El aumento más nítido fue el bienestar; la creatividad también mejoró, pero de forma más moderada.

Lo decisivo llegó al mirar el día siguiente, ya que en promedio no hubo “arrastre” de esos efectos. Es decir, el reporte de ánimo, energía mental y creatividad volvió a niveles similares a los de un día sin microdosis. El estudio exploró además diferencias por género, antecedentes de salud mental, sustancia usada y experiencia previa. Casi todo se mantuvo estable, salvo un detalle: quienes ya habían consumido dosis completas de psicodélicos reportaron un incremento algo mayor de creatividad en los días de microdosis.

Como se trata de un diseño observacional basado en diarios, sus conclusiones tienen límites claros: no puede separar con certeza un efecto farmacológico de la expectativa, la rutina o el contexto de cada jornada. Esa frontera es central en la microdosificación, donde la cultura del rendimiento y el “me hice algo bueno hoy” pueden pesar tanto como la molécula. No es casual que ensayos controlados hayan ofrecido resultados mixtos y que estudios de “auto-cegamiento” ciudadano, como el publicado en eLife, apunten a un rol importante del placebo.

Aun así, el aporte del trabajo  con una muestra grande y seguimiento diario, sugiere que, si hay beneficios percibidos, son breves y se concentran en el día de consumo. En un campo lleno de promesas, esa precisión importa. Más que vender la microdosis como cambio sostenido, la evidencia empuja a preguntar por qué buscamos ajustes inmediatos del ánimo y la creatividad y qué costos, legales y sanitarios, asumimos al hacerlo sin marcos clínicos ni regulación.

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