La mañana se presenta bien: tengo un porro empanizado entre los labios. La yerba procede de Tetecala, pueblo cannábico (Cáñamo, n.º 302). El porro está bañado con miel infusionada y espolvoreada con kif, un pelotón a estas horas de la mañana.
La situación en Morelos no difiere mucho del resto del país: existen miles de marihuanos en este pequeño estado del centro de México cuya población ronda los dos millones de habitantes. La mayoría de la gente se abastece en la capital, Cuernavaca, donde existen varios distribuidores que se anuncian en páginas de internet o grupos de WhatsApp que ofrecen calidades diferentes, y hay algunos que lo llevan a los pueblos aledaños por una módica cantidad.
Vamos a visitar los pueblos del poniente sur del estado, donde el sector turístico ha sido olvidado; se conoció un poco debido a la pequeña fama que adquirió Tetecala al declararse pueblo cannábico y sacar el Plan Tetecala, que dice: “La tierra es de quien la trabaja”, pero también tiene que haber libertad para decidir qué sembrar, aunque sea cannabis.
Ya bien colocados iniciamos el recorrido en Tepoztlán, uno de los pueblos mágicos de Morelos, que cuenta con otros tres: Tlayacapan, Tlaltizapán y Xochitepec. Estos pueblos son reconocidos por su riqueza cultural, natural e histórica. En Tepoztlán, todo el mundo fuma, aunque no abiertamente, existen varios cultivadores dispuestos a compartirte y hay más de tres bares donde se permite fumar. Aquí la gente cree en ovnis y nahuales (seres mitad hombre y mitad animal); también hay muchos chamanes y temazcales, una zona mágica donde otras plantas de poder también se utilizan en diferentes rituales y contextos.
¿Cuál es la situación cannábica en el poniente sur?
Imelda Mota, su verdadero apellido y nuestra guía, nos dice que mucha gente en esta zona esconde su afición por el cannabis por el estigma social que se sigue manifestando en la región: “Los pueblos de la zona son conservadores y entre las familias se da mucho el guardar las apariencias”. Nos cuenta que, durante el tiempo en que ha participado en el movimiento cannábico en Tetecala, se ha quedado sorprendida, en varias ocasiones, al saber quiénes son consumidores “de clóset”, que buscan conseguir un poco de flor a escondidas: “Los simpatizantes han ido en crecimiento al ser testigos de los resultados positivos de usar los productos de la línea medicinal (pomadas, aceites, jabones) que se elaboran con las flores cultivadas en Tetecala. Definitivamente, aún queda mucho trabajo por hacer en temas de educación cannábica”, refiere Mota.
De Tepoztlán salimos rumbo a Alpuyeca, un municipio indígena que quiere ser autónomo, de ahí hacia el sitio arqueológico de Xochicalco, solo a unos cuantos kilómetros. Morelos alberga varios vestigios prehispánicos interesantes, como el templo de Tepoztlán. Xochicalco es el más grande, reconocido por su pirámide y su observatorio astronómico. Nos damos unos pipazos antes de entrar al museo para comprender mejor la cultura de este pueblo tolteca con influencias mayas, zapotecas y mexicas. El recorrido se hace en dos horas si uno va lento en el alucín cósmico.
Después de esta empapada histórica y cultural, nos dirigimos hacia un par de miradores para embelesarnos con algunas de sus vistas, que ahora, con las recientes lluvias, ofrecen unos tonos verdes hermosos. De ahí a la laguna de Coatetelco, municipio autónomo indígena, donde degustamos unos mariscos preparados de manera típica en la comunidad y, por supuesto, unos buenos porros a la orilla de la laguna, mientras miramos una barquita pasear dentro del lago. En Morelos se encuentran varios lagos, siendo el principal el lago de Tequesquitengo, donde se practican deportes acuáticos. Otras zonas importantes son las lagunas de Zempoala y la laguna El Rodeo, que observamos desde un mirador y que fue construida por el general Lázaro Cárdenas en los años cuarenta como una forma de almacenar agua para abastecer los campos de riego de caña de azúcar, la siembra principal en la región.
Mota nos refiere que se ha hablado de integrar la siembra de cáñamo en la región (no solo en Tetecala) como una alternativa de actividad económica. Sin embargo, la gente aún tiene miedo de sembrar, ya que, sin una regulación legal clara, temen que en cualquier momento lleguen las autoridades y sean catalogados como delincuentes. “Hace falta mucha información acerca del cannabis y sus beneficios no solo en la salud; a pesar de los esfuerzos del movimiento por difundir información, no es suficiente. A esto, agreguémosle que la comunidad cada vez apoya menos”.
El tour termina con nuestros amigos de Tetecala. No mucho ha cambiado desde la última vez que los visitamos: ahí siguen los cultivos, los productos y La Ceiba; ahí se puede comer, beber y fumar sin ser molestados, claro, siempre y cuando el consumo sea respetuoso. Un pequeño oasis de permisividad en el rincón del estado; un poco más allá está Guerrero.