Tanto la descripción de “sativa” como de “índica” (así como “híbrida”) son construcciones culturales sin una base científica sólida. Una nueva manera de clasificar el cannabis ha nacido.
La gente de Leafly y un grupo de laboratorios y equipos de investigación, están trabajando para crear una nueva clasificación que se ajuste más a la realidad. Pese que a mucha gente le va a suponer un esfuerzo tremendo cambiar esta estructura tan asentada en la cultura cannábica, la realidad es que las distinciones entre índica y sativa siempre han sido cuestionadas. Se considera más una cuestión de marketing en lugar de una taxonomía precisa sobre las características sobre tal o cual variedad de cannabis.
Como sabéis la distinción entre índica y sativa hace referencia a las supuestas diferencias genéticas que determinan elementos como los rasgos, el tamaño de la hoja, su estructura o los efectos psicoactivos. Las híbridas, como uno puede suponer, son mezcla de estos elementos que se asocian tanto a índicas como sativas.
Uno de los problemas de la división es que esta no toma en consideración el sistema endocannabinoide del sujeto que toma la weed. Entre otras cosas esto es debido a que aún carecemos de un mapa genético preciso de la marihuana, por lo que no se puede determinar de manera fidedigna cómo va a afectar esa variedad a alguien según su fisiología específica. Algo que, en principio, es posible con los medicamentos que uno puede comprar en las tiendas: pese a que haya pequeñas variaciones en cómo nos sienta algo por lo general a todos nos produce el mismo efecto. Esto es algo que no pasa con el cannabis y menos con la diferencia entre las propiedades entre sativa e índica. Como decimos, los términos “sativa” o “índica” son palabras que sirven para orientarse en el mundo del cannabis pero, en realidad, carecen de una base científica sólida.
Algunos de los empresarios del cannabis consideran que lo ideal para clasificar una planta sería conocer su composición química (y sus efectos precisos) y el feedback que se recibe de los clientes. Eso generaría un mapa más preciso de causas y efectos en la marihuana.
Leafly ha decidido que va siendo hora de cambiar la clasificación. Junto con los laboratorios Confidence Analytics de Washington, SC Labs de California, CannTest de Alaska, ChemHistory de Oregon, MCS de Florida, PSI Labs de Michigan y Anandia en Canadá, van a tratar de que el cannabis esté bien etiquetado.
“Pese a que indica, sativa e híbrida son un buen punto de partida para entender el cannabis, esta forma de categorizar la marihuana no toma en consideración de los descubrimientos y el entendimiento que los efectos de los diversos compuestos que se pueden encontrar en la planta”, comenta el CEO de Leafly, Tim Leslie.
El nuevo método consiste en códigos de formas y colores con los que el usuario puede apreciar los cannabinoides y terpenos de la variedad, algo bastante más preciso para conocer los efectos de esa planta. Pese a que no sea tan fino como se podría desear, sí que parece más efectivo que la diferencia entre sativa e índica. Con estos códigos de colores y símbolos (que recuerdan a la tabla periódica, algo que Leafly ya hacía antes) de un vistazo uno puede saber si se trata de una planta con CBD, THC o mezcla, así como su cantidad y los terpenos que produce.
Conforme se vayan analizando las diversas variedades la web actualizará su contenido con la nueva clasificación. La tarea es monumental por lo que habrá que esperar para ver toda la base de datos cannábica de Leafly adaptada a la nueva nomenclatura.