El pasado marzo un grupo de políticos, altos funcionarios y representantes públicos llegados de una decena de países visitaron Barcelona para conocer de cerca el modelo de clubs sociales de cannabis gestado en la capital catalana y desarrollado en España en las últimas décadas. Invitados por la fundación ICEERS y la Open Society, el grupo realizó un recorrido por clubs de cannabis, instituciones públicas y ongs dedicadas a promover políticas de drogas distintas a la prohibición, con la protección de la salud pública y la persecución de la justicia social como ejes vertebradores de su trabajo.

Las personas que formaron dicha delegación internacional provenían de México, Colombia, EE UU, Sudáfrica, Barbados, Reino Unido, Portugal, Hungría, Suiza y Malta, y estaba formada por diputados, altos cargos en agencias de regulación del cannabis y jefes de gabinete de varios gobiernos. El objetivo del tour fue darles una visión de primera mano del modelo de política local de drogas de Cataluña “para fomentar una legislación y un activismo compasivos en otras partes del mundo”. Además de las visitas a clubs, los representantes internacionales tuvieron la oportunidad de reunirse con militantes locales, funcionarios del gobierno catalán, activistas y otras personas que han trabajado para impulsar y defender el desarrollo de los clubs de cannabis.

El resultado y las impresiones de las personas que participaron en esos días de tour ha sido recogido en un breve documental que fue publicado ayer:

“El modelo CSC nació en Cataluña hace más de veinte años. Fundado sobre los principios básicos que rigen una ONG, este modelo fue impulsado inicialmente por organizaciones de la sociedad civil que denunciaban las injusticias de los regímenes prohibicionistas. A pesar de la tibia acogida legal en España, el creciente interés por el modelo CSC está ganando legitimidad en otros ámbitos”, afirman desde la fundación ICEERS.