La policía no presentó cargos porque las evidencias habían sido destruidas.

El pasado martes la policía australiana recibió la llamada de un joven que decía haber tenido una pelea con el padre porque éste le había quemado sus plantas de marihuana. El hijo llamó indignado con la convicción de que lo que había hecho su progenitor merecía un aviso a la policía. 

Al parecer el padre quemó las plantas de cannabis como una reprimenda hacia el hijo. El joven, cabreado, decidió llamar a la policía pensando que la posesión de cannabis quedaría en segundo plano frente a la destrucción intencionada de plantas que había llevado a cabo el padre. 

El suceso ocurrió en el Territorio del Norte, en Australia, donde la posesión y el cultivo de cannabis está considerado delito. Finalmente la policía no presentó cargos contra el joven porque toda evidencia había sido destruida por el fuego.