Este año nació con la promesa de conseguir un mundo mejor, pero ahora la ilusión está bajo amenaza. Solo tardamos una hora en darnos cuenta de que Trump sigue en la carpa del circo níveo y que el fiscal general, el maligno Jeff Sessions, ha rescindido las políticas permisivas que implementó Obama y que pavimentaron el camino hacia la legalización.
El susodicho dijo que Estados Unidos ha sido muy flojo en perseguir a los marihuanos, y que eso se acabó. El ______ (inserte el adjetivo insultante de su preferencia) de Sessions declaró, en un comunicado, faltando tres días para que California se convirtiera en el octavo estado en legalizar la marihuana recreativa y en el mercado más grande del mundo en hacerlo: “Es la misión del Departamento de Justicia asegurar que las leyes de Estados Unidos sean respetadas…”. El objetivo del maligno fue crear confusión. Sus declaraciones y sus intenciones han fracasado; le ha salido el tiro por la culata. Por ejemplo, el gobernador republicano de Colorado, Cory Gardner, ha dicho que esas declaraciones son desafortunadas y que van en contra de la voluntad del pueblo, y que luchará por hacer valer la decisión de Colorado de vender la marihuana legalmente. No solo políticos republicanos, demócratas e independientes ya apoyan la legalización, también están las ciento cincuenta mil personas empleadas legalmente en este negocio lucrativo. Los fiscales federales dependen de los locales y estatales para hacer cumplir las leyes, y la mayoría ya ha dicho que respetará acuerdos como el Cole Memorandum, en el que Obama urgía a los fiscales a dejar de perseguir a los dispensarios que estaban actuando bajo las leyes estatales en donde se ha legalizado la marihuana, y que se centrarán en los criminales y traficantes que venden a menores de edad y que están vinculados a las pandillas y cárteles. También hay una provisión en el presupuesto federal conocida como Rohrabacher-Farr, que prohíbe usar dinero y recursos para interferir con las provisiones y leyes de marihuana medicinal en los estados que tengan estos programas, que son veintinueve. Al final, el gobierno ni siquiera tiene los recursos para perseguir a este tsunami de marihuanos. Tal vez perseguirá a algunos pocos en los estados retrógradas, pero no habrá suficiente apoyo, ya que el sesenta y cuatro por ciento de los estadounidenses están a favor de la legalización. Los republicanos, sobre todo de California y Colorado, aunque están oponiéndose a esta draconiana actitud, resultarán dañados electoralmente, y puede que pierdan sus asientos, por lo que esta debacle solo ayudará a la legalización.
California
Los californianos tienen otras preocupaciones en mente. Saben que el gobernador plantará cara a Trump. Para ellos el año inició con la marihuana recreativa siendo legal, aunque con muchas regulaciones e impuestos, y algunos condados como Fresno, Riverside, Anaheim Bakersfield y Kern han prohibido tiendas de mota.
El viernes 15 de diciembre, Torrey Holistics, de San Diego, se convirtió en el primer dispensario aprobado para vender marihuana a todo dios mayor de veintiún años sin necesidad de recomendación médica. Un par de días después, la Oficina de Control del Cannabis entregó otras diecinueve licencias. Tony Hall dejó su negocio de distribución de químicos hace dos años para iniciar Torrey Holistics, y ha declarado que está extasiado de tener su permiso para vender marihuana y, por lo tanto, poder seguir vendiendo marihuana con fines medicinales. “Nos sentimos de puta madre; es muy excitante. Esto es un evento históricamente único; me siento como cuando se acabó la prohibición del alcohol”. Huelga decir que abrieron a las siete de la mañana el primero de enero, cuando ya había una fila de gente para recibir el año nuevo con los productos cannábicos de su establecimiento. Por lo menos cien tiendas cannábicas abrieron sus puertas en el Estado del Sol. Se pronostica que en pocos años alcanzará cifras mayores que Colorado; según New Frontier Data, esta industria podría alcanzar los siete billones de dólares en pocos años.
Los habitantes del Estado Dorado ya podrán poseer hasta una onza (28 g) de forma legal, y cultivar hasta seis plantas en su casa. Matt Lucero, dueño de Buddy’s Cannabis, también se jacta de ser el primero en recibir un permiso para vender marihuana legal. “Es un día histórico; me gusta ser parte de la historia. Este es el día más activo que hemos tenido en siete años”, declaró a la prensa con lágrimas de emoción en los ojos. En el norte del estado, hasta el alcalde de Berkeley, Jesse Arreguín, y la senadora Nancy Skinner, se subieron al carro de la legalización y cortaron ceremonialmente la cinta para iniciar la venta legal.
No todo ha sido felicidad para los fumetas en este estado. El proceso ha sido arduo y, a pesar de la libertad, hay que pagar un alto precio en forma de impuestos. Para esto se creó la Oficina de Cannabis. El gobernador Jerry Brown nombró hace ya más de dos años a Lori Ajax como jefa de lo que entonces era la Oficina Regulatoria del Cannabis Medicinal; su misión se agrandó con la entrada en vigor de la Proposition 64. Los legisladores unificaron las regulaciones bajo la ley del Senado 94, más conocida como MAUCRSA, sus siglas por su nombre en inglés: Medicinal and Adult-Use Cannabis Regulation and Safety Act (‘acta segura para la regularización del uso del cannabis para adultos y medicinal’), que pasó en julio del año pasado. En teoría, esto haría más fácil el trabajo de Ajax, responsable de dar licencias a los vendedores como Torrey Holistics y Buddy’s Cannabis, pero también a los distribuidores y laboratorios para pruebas. Y también, junto a los departamentos de Salud Pública y de Agricultura, conceder licencias a los manufactureros de productos cannábicos y a los cultivadores: una pesadilla burocrática. Además de las veinte licencias que se otorgaron al principio, se han procesado solicitudes de ciento ochenta firmas más. La Oficina está expidiendo licencias temporales por solo cuatro meses, como un periodo de prueba: otra pesadilla burocrática. Eventualmente, todas las compañías tendrán que pasar por una exhaustiva verificación de antecedentes penales y del negocio; si pasan esta prueba de fuego, tendrán que pagar mil dólares para solicitar una licencia de un año.
Habla Lori Ajax: “Nuestro mayor reto en California ha sido introducir las nuevas regulaciones en el ámbito estatal, ya que hemos tenido un programa medicinal por décadas y es difícil que la gente se acostumbre a seguir las nuevas reglas. Queremos asegurarnos de que tenemos a la mayor cantidad de gente dentro del mercado legal siguiendo los estatutos, especialmente los de sus jurisdicciones locales”.
Antes de ser la capo de la marihuana en California, Ajax trabajó en la Oficina de Control de Bebidas Alcohólicas: “Para mí fue una tremenda influencia, ya que el alcohol sigue estando muy regulado. En aquel tiempo, tuve que acercarme a todos los involucrados, e hice lo mismo con la industria de la marihuana. Creo que es importante para la Oficina que sigamos obteniendo opiniones de la gente que está involucrada en esta naciente industria. Hace ya un año que tuvimos consultas públicas, y hemos usado mucho de lo que ya estaba en las regulaciones de marihuana medicinal”.
Pero no todo es miel sobre hojuelas; muchos consumidores se han quejado de los altos impuestos. “¿Para qué voy a comprar marihuana a precios exorbitantes cuando mi camello local me la da más barata y de la misma calidad? –se pregunta David Newman, un marihuano profesional que nos resume su primera compra legal–: Compré un octavo (3,5 g) de Biscotti, un octavo de Smarties, media onza de Gushers y un cuarto de Kush, o sea, una onza de material. Los eights me los dieron en sesenta dólares cada uno; por la media onza, doscientos treinta dólares, y por el cuarto de onza de Kush potente, cien pavos. En total, cuatrocientos cincuenta dólares. La ciudad me cobró veintisiete dólares de impuestos, más los impuestos sobre la venta, que fueron otros 42,75, y encima el impuesto de la mota, otros 67,50 $. Mi cuenta salió en 587,25 $, con 137,25 de puro impuesto. Estos tíos quieren que el mercado negro siga vivito y coleando con estas excesivas regulaciones e impuestos. Con mi dealer me hubiera salido una onza por trescientos dólares y no a diecisiete dólares el gramo. ¡Bien hecho, California!: mota para los ricos y famosos”.
No solo los usuarios se están quejando, los dispensarios dicen que los productores que están controlados por el gobierno han alzado sus precios y no tendrán la suficiente oferta para tanta demanda. Colin, quien no quiso dar su apellido ni el nombre de su dispensario de Santa Cruz, ha dicho que está decepcionado con la calidad del producto de los distribuidores autorizados, ya que no son orgánicos, y los precios de los comestibles se han doblado. “Es un monocultivo que viene de los grandes invernaderos corporativos que hay en Salinas Valley y otros más hacia el norte. Pero no hay producto local de los pequeños granjeros, pues no pueden competir, y hasta se habla de que van a prohibir los pequeños cultivos; para nosotros es obligatorio usar los autorizados por los laboratorios, que a su vez son autorizados por el gobierno”.
Otro de los retos, además de tratar de salvar a los pequeños empresarios de las garras de las corporaciones, es mantener a las farmacéuticas lejos de la planta, ya que querrán patentar y vender sus “remedios” a la gente bajo la premisa de que tienen amplia experiencia en la seguridad de la población. Ya de por sí, la calidad de los grandes invernaderos aprobados ha ido en detrimento, y aunque muchos como Santa Cruz Naturals se previnieron con un amplio stock, ahora tendrán que voltear al mercado negro para surtirse del producto.
Nada va a frenar la legalización. A pesar de Sessions, las corporaciones ya han metido su nariz. Por eso algunos republicanos están a favor. Hay que tener cuidado, pues nada bueno están tramando entre bambalinas.