Florida es un estado marginal donde convergen el poder monetario y la pobreza derechista, es decir, hay mucha ignorancia. Prueba de ello son algunas de sus leyes, como la que prohíbe a las adolescentes hablar acerca de sus periodos menstruales, o que las víctimas de violación o incesto tengan que demostrar el delito antes de poder abortar, o que en teoría no puedas vivir con tu pareja si no estás casado. Por supuesto que el cannabis es una víctima de este retraso social que se vive en el Estado del Sol, que es liderado por el siniestro gobernador Ron De Santis, quien a pesar de apoyar la marihuana medicinal es un rancio opositor a la legalización con fines recreativos.
En Florida, la posesión de hasta veinte gramos de cannabis es un delito punible con una sentencia máxima de un año de prisión y una multa máxima de mil dólares. La posesión de más de veinte gramos y hasta veinticinco libras de cannabis es un delito grave punible con una sentencia máxima de cinco años de prisión y una multa máxima de cinco mil dólares.
No todo está perdido en este estado península. En el 2014, el Departamento de Salud estableció la Oficina de Uso Compasivo y el Registro de Uso Compasivo con el fin de administrar un programa medicinal y elaborar una base de datos de pacientes y proveedores. No fue sino hasta el 2017 que se promulgó la Medical Use of Marijuana Act, que rige específicamente el sistema de salud público del estado y otorga acceso a la marihuana medicinal a pacientes estatales calificados.
En un principio, la ley establecía que a los pacientes con enfermedades terminales como cáncer o epilepsia se les permitiría consumir cannabis con bajo contenido de THC sin penalización, y se han agregado algunas enfermedades más, como la esclerosis o el sida. Aquí es donde entra Elizabeth Hayes, una de las enfermeras cannábicas más importantes del país. Ella es directora de los Compassionate Care Nursing Services y cofundadora de la Florida Cannabis Nursing Association.
La historia de esta enfermera ha hecho que estuviera en contacto estrecho con el cannabis. Cuando trabajaba en oncología tuvo un padecimiento que destruyó el noventa por ciento de sus pequeñas fibras nerviosas. Luchó durante varios años sin poder conseguir caminar. Los productos farmacéuticos tradicionales le provocaron efectos secundarios que disminuyeron su calidad de vida a un grado desesperante. Después de muchas reticencias y gracias al apoyo de un miembro de su familia, comenzó a investigar acerca del cannabis medicinal. Como enfermera, educadora y paciente, se sentía cada vez más frustrada por la falta de información médica precisa y de apoyo para los pacientes.
Finalmente, encontró un médico que le recomendó el cannabis, se unió a la Asociación Estadounidense de Enfermería del Cannabis y a la Red de Enfermeras de Cannabis, obtuvo una tarjeta médica legal y comenzó a informarse lo más que pudo sobre los verdaderos beneficios médicos de esta increíble planta que se ha utilizado durante siglos para sanar. Elizabeth ya no necesita su bastón y no solo puede subir escaleras, sino que ha vuelto a bailar: “Me apasiona la necesidad de romper los estigmas que rodean a esta planta y espero que todos luchen en sus comunidades para sacar el cannabis de su clasificación de drogas de la Lista 1”, nos comenta en una entrevista para nuestra revista.
Y continúa su relato: “La situación en Florida es difícil: no tenemos suficientes recursos, por lo que no hay educación y hay pocos dispensarios; por el momento existen veintidós dispensarios oficiales y, aunque no es difícil conseguir una tarjeta médica que permita comprar marihuana, es cara, sobre todo si vives en la calle; son unos rateros: cuesta desde setenta y cinco dólares por año y los doctores cobran de ciento cincuenta a trescientos dólares anuales, y solo toman dos horas de clases para educarse acerca del cannabis”.
Elizabeth se ha dado a la tarea de ayudar a los pacientes mediante su organización, en donde se atiende basándose en la compasión y utilizando el cannabis como una herramienta importante en la sanación para construir una salud integral en la gente que lo necesite. También proporcionan servicios educacionales para informar a los pacientes, los profesionales médicos y la comunidad en general sobre la medicina holística y enteogénica basada en las plantas y la ketamina: “Nuestro objetivo es apoyar el bienestar para que la gente no sufra, pero tenemos que estar lidiando con las leyes de Florida y estar al tanto, porque siempre están cambiando. El objetivo de nuestro equipo es ofrecer apoyo para construir una persona más saludable: no importa cuáles sean sus necesidades de salud, ya que contar con el apoyo de un equipo la mantendrá en el camino para satisfacerlas. Trabajamos juntos para conectar a la persona con los servicios que necesita. Hemos construido una comunidad estrecha no solo en Florida, también en otros estados”, nos refiere Elizabeth. Esperemos que ella y estas organizaciones lleguen muy lejos en este estado represor.