Puede que Idaho sea el peor estado de la unión en materia de cannabis. El estado está bonito: rodeado de naturaleza flipante, de un lado, Yellowstone; arriba, un parque nacional con glaciar incluido, y del otro lado, el estado de Washington, por lo que no está muy lejos de Seattle. Idaho tiene poca población, con apenas dos millones de personas en su territorio; tiene más árboles que gente. Y a pesar de estar en el oeste, que se supone es más liberal, y tener de vecino a Washington, la peña se tiene que ir a fumar allí, porque aquí todo está prohibido.
Según su Ley Uniforme de Sustancias Controladas, la marihuana es una sustancia controlada en la Lista I. Es ilegal que cualquier persona fabrique, entregue, posea marihuana, que se refiere a todas las partes de las plantas del género cannabis, incluida cualquier preparación de cannabis que contenga tetrahidrocannabinol. Es ilegal consumirla públicamente o estar bajo su influencia. Es ilegal hasta ser pacheco, es decir, si te agarran con tu toque, puedes ir a la cárcel hasta por un año y pagar mil dólares de multa; si te agarran con media onza, la pena puede escalar hasta cinco años, y si te apañan vendiendo, vas al talego por cinco años y pagas una multa de quince mil dólares, es decir, te joden la vida.
Mientras, en Las Vegas o San Diego ya hay centros comerciales con todo tipo de productos cannábicos. Parece otro país, ni en Kazajistán son tan cerrados de mente en relación con el cannabis. Ni se te ocurra cultivar, porque te caen otros cinco añitos y otros quince mil papeles. Incluso si te pillan con una pipa o bong o parafernalia, te pueden meter mil dólares de multa y privarte de tu libertad; hasta si estás en un lugar donde hay cannabis eres penalizado con noventa días a la sombra y trescientos dólares de multa. Incluso si no traes nada ni estás en un lugar cannábico te pueden joder si la policía deduce que estás marihuano, ya es un crimen menor que trae consigo seis meses de encarcelamiento. Idaho es un estado fascista y retrógrada que se quedó en la época represiva de los cincuenta. Es una pena porque hay muchísima naturaleza donde se podría fumar. Pero ¿vale la pena?
Uno de los pretextos del gobierno es que cincuenta millones de estadounidenses han abusado del cannabis el año pasado. El problema es que este siglo republicanos puros han gobernado el estado, por lo que se ha convertido en tierra de hillbillies.
Es que ni siquiera hay un programa medicinal funcional. El pasado marzo, el jefe del comité de salud, John Vander Woude, introdujo una propuesta para un programa estrictamente regulado de cannabis medicinal, pero sigue atorado en la cámara. Según esta Ley de Cannabis Medicinal de Idaho, los pacientes con una condición médica importante como cáncer, sida, esclerosis lateral amiotrófica (ELA), epilepsia, convulsiones debilitantes, enfermedad de Crohn o una enfermedad terminal serían elegibles para una tarjeta de cannabis medicinal, que sería válida por hasta un año antes de la renovación. Pero nada de fumar porros: el cannabis sería administrado en píldoras recetadas por un doctor de cabecera.
Pero no todo está perdido en este estado rojo. Existen grupos y personas que están tratando de hacer un cambio, sobre todo, porque está rodeado de estados donde el cannabis es legal; desde ahí activistas prestan su conocimiento para que los habitantes de Idaho sigan con su lucha. De esta lucha nace un festival educativo en Boise, que dicho sea de paso es la capital y la ciudad más poblada del estado, con un cuarto de millón de habitantes.
“El Boise Hempfest es una protesta pacífica y legal contra un estado de tolerancia cero, que se centra en información y hechos sobre el cannabis a través de un evento educativo gratuito. Completamente rodeado de estados que han reformado las leyes sobre el cannabis de una forma u otra, Boise Hempfest tiene la tarea de educar y representar la verdad, la ciencia y la razón de la reforma del cáñamo y el cannabis en un mercado virgen en Idaho”, refieren los organizadores.
Ubicado en el cinturón verde del río Boise, el Boise Hempfest ofrece entretenimiento en vivo, oradores, vendedores y educación real sobre cannabis en un ambiente familiar. El evento tendrá lugar el 11 de mayo de este año en su octava edición.
Esperemos que se pueda llevar a cabo en paz, pues en ediciones anteriores la policía estuvo cazando fumetas, por lo que no es un festival de marihuana normal en donde todo el mundo puede degustar flores y productos cannábicos. Es increíble que en esta era todavía haya estados con leyes tan arcaicas y represivas. Así que, ya lo saben, amiguitos, mejor alejarse de Idaho.