Estoy seguro de que muchas personas desconocen dónde está el estado de Maine, incluso los mismos estadounidenses que no viven en él. ¿Tú sabes cuál es la capital estatal de Maine? ¿No? Pues yo tampoco lo sabía, pero es Augusta. Vaya, el estado podría ser fácilmente parte de Canadá, con quien comparte frontera al este, y a nadie le importaría.
Así es, Maine es el estado más nororiental de Estados Unidos, está cubierto de playas y acantilados rocosos, pesca y flipe diverso propio de lugares remotos. Pero todo eso va a cambiar próximamente (si Jeff Sessions y Tom Price lo permiten), ya que el estado ha votado por legalizar la marihuana con fines recreativos, beneficiando o afectando a un millón y medio de sus pobladores.
El estado de Maine fue virtualmente el primero de la Costa Este en legalizar el uso recreativo del cannabis. Augusta se pondrá de moda entre los québécois y demás canadienses que viven cerca del estado, así como de los otros estados vecinos. La economía tendría que florecer, pero tienen que apresurarse a tener lista la infraestructura para que su primavera comience a darles frutos en forma de jugosos impuestos, menos desempleo y más dinero que entre de los vecinos, ya que el turista que viene a buscar hierbita vaciladora también gasta en servicios, pues tiene que comer, alojarse y divertirse.
Maine es un estado pequeño (tres veces la superficie de Cataluña), está entre los cinco estados más pequeños de la unión, y este fin de año se han dado un agarrón. El voto para la Pregunta 1 que legaliza la marihuana fue tan cerrada que los del no pidieron un recuento de los votos. La pregunta ganó por solo 4.073 votos (381.692 a 377.619). El recuento, a final de cuentas, no se llevó a cabo, ya que los del no retiraron su petición el 17 de diciembre. El proceso hubiera llevado más de un mes, con un coste de medio millón de dólares, una pérdida de tiempo y dinero. Los del no ya sabían que no había evidencia concreta y los resultados no iban a cambiar. Los del sí, molestos, argumentaron que ese dinero se podría gastar en calentar las casas de la gente y en construir nuevas escuelas, que es lo que se quiere hacer con los impuestos recaudados de la marihuana.
En Maine ya es legal poseer y usar marihuana, se pueden tener hasta 2,5 onzas o 70 gramos de material. Suficiente para montarnos un superpachangón si tienes más de veintiún años. Se espera que el estado ya esté regulando las ventas recreacionales en un año. Justo para la temporada de esquí del 2018 y su subsecuente temporada de primavera-verano. Se podrán plantar hasta 12 plantas, aunque fumar en público seguirá siendo ilegal.
Aún no hagan sus maletas, el gobernador republicano Paul LePage se ha mostrado reacio a aceptar los resultados, a pesar de que sabe que el sí ganó. Está esperando a ver si el nuevo gobierno de Trump, que ha tomado posesión el pasado 20 de enero, pretende hacer cumplir las leyes federales que restringen el uso y la posesión de la marihuana.
Aunado a eso, el desalmado Trump ha designado como ministro de Salud a Tom Price, un prohibicionista que ha votado consistentemente contra la marihuana medicinal, así que podemos esperar cuatro años de lucha contra este individuo y el fiscal general, Jeff Sessions, otro conservador de hueso colorado. Ellos podrían cambiar la clasificación de la marihuana, pero en lugar de hacer esto lucharán por limitar los derechos de los consumidores. Price votó seis veces en contra de una ley federal que prohibiría al Departamento de Justicia interferir con las leyes estatales de los consumidores de marihuana. También votó en contra de una ley que permitiría a los veteranos obtener marihuana medicinal de sus médicos militares a través del Departamento de Veteranos.
Mientras esto sucede, Maine ha librado tres grandes obstáculos ganando las elecciones, evitando el recuento y al gobernador LePage, que ha dicho a regañadientes: “He firmado todo lo que ha llegado a mi escritorio, incluida la Pregunta 1, que legaliza la marihuana”. Eso quiere decir que a partir de febrero los habitantes de Maine ya podrán tener 2,5 onzas de marihuana.
“¿Para qué necesitamos entonces un programa de marihuana medicinal si ya todos pueden comprar marihuana libremente?,” se ha quejado también el gobernador, quien quiere imponer una moratoria hasta ver qué hace Trump o crear su propio sistema de reglas. Asimismo, este señor, que se está convirtiendo en una piedra en el zapato de los consumidores cannábicos, ha dicho que el Departamento de Agricultura, Conservación y Bosques de Maine, que se encarga de supervisar el programa de marihuana recreacional bajo la Pregunta 1, no podrá empezar su proceso regulatorio hasta que la legislatura estatal les provea de fondos. El programa con distribuidores y tiendas debería arrancar antes de que finalice este año, pero LePage ha amenazado con enviar sus fuerzas burocráticas para hacer tiempo, esperando que los “trumpistas” decidan dar marcha atrás a las victorias prolegalización.
“No hay nada que pueda hacer hasta que me den el dinero –ha dicho LePage–. Además, creo que una moratoria en la venta de marihuana sería lo más apropiado en estos momentos, hasta que los que hacen las leyes puedan determinar si un programa de marihuana medicinal sería necesario ahora que la marihuana recreacional será vendida en el mostrador de las tiendas. Me preocupa, ya que hemos visto que en Colorado los residentes solicitan tarjetas de marihuana medicinal para evitar pagar impuestos sobre la venta en la marihuana recreacional, que solo compran los turistas, así que solo se recolectan parte de los impuestos que deberían. Hay que sentarse a reflexionar y ver si vamos a cobrar impuestos, si no, no vale la pena hacerlo”.
Las ganancias de Colorado han superado los mil millones de dólares en el 2016, así que es solo un pretexto para imponer sus retrasadas ideas. Maine logró la legalización recreacional por un pelito de rana calva, pero aún tienen a un enemigo poderoso que estará poniendo pretextos para retrasar la completa legalización en este pequeño estado.