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Cuando te la dan con queso: la adulteración de las drogas

Desde los inicios del comercio, la picaresca humana ha sido fuente de todo tipo de ingenios que buscaban maximizar los beneficios vendiendo productos de bajo valor a mayor precio. Una de esas pícaras prácticas es la adulteración. La RAE la define como “alterar fraudulentamente la composición de una sustancia”. Y es que, en esencia, adulterar es eso: un fraude al comprador y, como tal, está hecho sin su conocimiento ni consentimiento. En el mejor de los casos, solo supondrá un timo económico al adquirir un producto de menor valor pagándolo como si fuese de calidad, pero en el peor de los casos también puede suponer un riesgo mayor para la salud del consumidor.

La adulteración ha sido siempre una práctica bastante común y difícil de detectar, por ello desde la antigüedad se ha intentado prevenir imponiendo severos castigos ejemplarizantes. Por ejemplo, en el Londres medieval, aquellos mercaderes que vendían vinos adulterados eran obligados a bebérselos todos, llegando a la muerte en algunos casos. Y en Alemania podían recibir palizas públicas o ser ejecutados en la horca por ello.

Pero no hay que irse tan lejos para constatar la extensión de este fraude, ya que en España nuestro propio lenguaje coloquial también refleja estas costumbres desde hace siglos a través de dos famosas expresiones que son sinónimo de fraude y engaño: dar gato por liebre (cuando se servía una carne accesible como la de gato como si fuese una carne codiciada como la de liebre) y dar con queso (cuando se usaba queso manchego para anular el olfato y sentido del gusto de un comprador de vino y así poder venderle vinos de baja calidad a un alto precio como si fueran buenos).

Más recientemente y ya entrando en el mundo del ocio y las drogas, cabe mencionar el fenómeno del garrafón. Aunque su existencia está plagada de mitos, hace referencia a alcoholes adulterados o de baja calidad que supuestamente se sirven en muchos locales de ocio, y que en el peor de los casos podían contener el tóxico alcohol metílico, probablemente más como una impureza propia de una destilación incorrecta que como una adición intencionada, ya que es poco probable que se quisiera uno arriesgar a matar al personal.

Adulteración de las drogas

Desgraciadamente, en un mercado desregulado como es el de las drogas ilegales, que no cuenta con los organismos de control o certificación que sí aplican a las drogas legales o a los medicamentos, la adulteración es una práctica extendida, rentable y que en algunos casos incluso puede llegar a suponer una menor pena para el traficante que la venta de la propia droga ilegal pura. Pero como no todos los tipos de adulteración son tan comunes o peligrosos como se piensa, conviene hacer distinciones entre subtipos:

Dilución o uso de excipientes: normalmente se usan sustancias que a nivel organoléptico (color, textura, olor, sabor) se parecen a la sustancia que pretenden imitar, pero no suelen tener efectos farmacológicos propios relevantes o toxicidad potencial; es decir, suele hacerse con sustancias farmacológicamente inertes como azúcares, almidón, creatina y otras sustancias de relleno. Con ello, se busca obtener más cantidad/peso de droga (rebajándola) para obtener mayor beneficio en la venta. Este tipo de adulteración no suele ser muy peligrosa para la salud. Un ejemplo sería el uso de azúcares o creatina para cualquier droga que sea un polvo blanco.

Adulteración psicoactiva: se mezcla la droga con otras sustancias psicoactivas (que pueden ser legales o ilegales) cuyos efectos se parecen y pueden engañar al consumidor haciéndole creer que ha adquirido el producto que buscaba o que este presenta una pureza mayor de la que realmente tiene. Este tipo de adulteración es peligrosa por los riesgos para la salud que puede acarrear, al suponer una mezcla de sustancias desconocida para el consumidor y modificar las propiedades psicoactivas de la droga original. Un ejemplo sería añadirle levamisol a la cocaína o cafeína a la anfetamina.

Sustitución: es el equivalente psicoactivo de dar gato por liebre. Se vende una sustancia psicoactiva como si fuese una droga que en realidad no contiene, sino que tiene otras sustancias psicoactivas que pretenden imitar su efecto. Este tipo de fraude es de los más peligrosos, ya que estas sustancias pueden tener propiedades farmacológicas desconocidas para el usuario. Un ejemplo sería vender 25i-NBOMe como si fuese LSD.

Impurezas de síntesis: la purificación de una droga después de sintetizarla no es un proceso que se lleve a cabo sistemáticamente en la producción ilegal de drogas, por lo que muchas sustancias vienen acompañadas de impurezas propias de su proceso de síntesis. Esta adulteración puede ser no intencional pero muy peligrosa en casos de malas síntesis.

Adulteraciones más comunes

La cocaína es una sustancia que, dado su elevado precio y dificultad de elaboración fuera de sus países productores (Colombia, Perú y Bolivia), está frecuentemente adulterada, aunque desde el año 2016 y hasta inicios de la pandemia por COVID-19 venía experimentando un aumento de pureza y la reducción tanto del número de muestras adulteradas como de sus porcentajes de adulteración. No obstante, es relativamente común encontrarla cortada con:

Levamisol: este medicamento antiparasitario veterinario es uno de los adulterantes más comunes de la cocaína, y es que parece aumentar la sensación de potencia percibida por el consumidor, permitiendo vender cocaínas de baja pureza como si fueran más puras. Como adulterante presenta varios problemas de toxicidad (además de los propios de la cocaína) a nivel de piel y reducción de las defensas, sobre todo en consumidores habituales.

Lidocaína: este anestésico local se añade a la cocaína para producir ese efecto de adormecimiento en la boca y las fosas nasales que la gente suele asociar con la cocaína de alta pureza, engañando al consumidor cuando el producto puede no contener nada de cocaína o tener dosis muy bajas.

Fenacetina: este fármaco analgésico y antipirético, que en el cuerpo se convierte en paracetamol, se dejó de usar por ser más tóxico que este y por ser carcinogénico (puede producir cáncer) a altas dosis. Su uso como adulterante está relacionado con su aspecto y brillo nacarado muy similar al de la cocaína, la famosa “alita de mosca”.

En cuanto al éxtasis o MDMA, a raíz de la reclasificación de sus precursores de síntesis y otros eventos internacionales, se produjo una gran escasez en el año 2009 que incentivó enormemente su adulteración y sustitución. Pero desde ese año y tras el descubrimiento de nuevas rutas de síntesis que lo hicieron abundante y barato, su pureza subió mucho y su adulteración ha sido muy infrecuente, al menos hasta el inicio de la pandemia de COVID-19, ya que ahora hay indicios de que puede estar aumentando. Estas son algunas adulteraciones que se encuentran a veces:

Cafeína: esta droga estimulante legal de fácil acceso se utiliza en general para adulterar cualquier sustancia de perfil estimulante, ya que hace que el consumidor note los efectos estimulantes, pero en dosis altas puede producir insomnio, taquicardia, ansiedad, deshidratación y aumentar los riesgos del éxtasis.

m-CPP: la meta-clorfenilpiperazina tiene efectos estimulantes y alucinógenos, parecidos a los de la MDMA, pero el riesgo de inducir fuertes migrañas, mareos, vómitos y dolores de cabeza. Afortunadamente, lleva años sin verse como adulterante.

NPS: diversas nuevas drogas de síntesis han sido vendidas como si fueran MDMA, como, por ejemplo, las catinonas (metilona, mefedrona, 3-MMC…) o los benzofuranos (6-APB, 5-APB...).

El speed, aunque su pureza ha subido en los últimos años, debería ser, en esencia, una sal de anfetamina (sulfato, fosfato, clorhidrato...), pero es muy común encontrarlo diluido con sustancias farmacológicamente inertes, con agua o disolventes (que aportan peso, olor y esa consistencia pastosa) y adulterado comúnmente con cafeína, hasta el punto de que muchas personas que la consumen en contextos recreativos no gustan de sus efectos sin los de la cafeína. Eso de que el speed debería ser una pasta es un mito muy rentable, ya que permite al vendedor aumentar el peso de la anfetamina, que en realidad es un polvo, pese a que luego sea recomendable secarla antes de consumirla.

DPIA: este subproducto de síntesis puede encontrarse presente como impureza en aquellas anfetaminas sintetizadas siguiendo el método Leuckart y que no hayan sido convenientemente purificadas.

La pureza de la ketamina viene siendo relativamente estable, ya que comúnmente aparece diluida con sustancias farmacológicamente inertes o no purificada, pero no suele aparecer adulterada con otras sustancias psicoactivas, si acaso cafeína en alguna ocasión. Dicho esto, a veces aparece sustituida por otras NPS (nuevas sustancias de síntesis) de tipo disociativo que pueden tener efectos similares pero de mayor riesgo para quien no lo sabe, por ser de mayor potencia, duración, intensidad o todavía poco estudiados, como la metoxetamina o la descloroketamina.

El LSD no suele adulterarse, pero puede aparecer junto a otros productos derivados de su síntesis o de su degradación, como la iso-LSD. A veces se han dado casos de sustitución de LSD con NPS psicodélicas, que pueden ser de mayor riesgo si el usuario no lo sabe, por presentar riesgos más altos que los del LSD o tener un perfil farmacológico desconocido para el consumidor. Algunos ejemplos serían el 25i-NBOMe o los DOx (DOC, DOI...).

La heroína suele estar cortada con diferentes diluyentes, impurezas de síntesis y algunos adulterantes. En los últimos años, en Estados Unidos se ha extendido el uso de opioides de alta potencia como el fentanilo y otros derivados a modo de adulterantes psicoactivos o sustituciones, lo que ha llevado a un número muy elevado de muertes accidentales por sobredosis. Por fortuna, aquí en Europa esta práctica no se ha dado de forma extendida por el momento y es más común encontrar la heroína cortada con cafeína (también facilita su fumado), paracetamol (mejora su aspecto), procaína (también facilita su fumado) e incluso piracetam (fármaco que parece potenciar sus efectos y reducir ciertos riesgos).

¿Cómo podemos evitar la adulteración?

En un mercado desregulado sin controles, estándares ni buena información, donde se premia la picaresca, es difícil evitar por completo la adulteración, pero hay algunas estrategias básicas que pueden ayudar enormemente a reducir los riesgos de llegar a consumir un producto excesivamente adulterado o con adulterantes tóxicos.

Analiza siempre que puedas: no hay mejor forma de reducir los riesgos de un producto adulterado que analizarlo antes, preferiblemente en un servicio especializado en reducción de riesgos como Energy Control, que además de ofrecer el servicio gratuitamente en festivales y en sus sedes, cuenta con un servicio de análisis por correo. Pero si no tienes acceso a estos servicios, también venden kits de reactivos colorimétricos o TLC para análisis caseros. Estos kits permiten detectar sobre todo sustituciones y algunos adulterantes psicoactivos comunes.

Compra a fuentes fiables y conocidas: comprar una sustancia en un festival o discoteca, a alguien desconocido y que no vas a volver a ver en tu vida aumenta el riesgo de recibir un producto adulterado, sustituido o de baja pureza, ya que nadie tendrá que responder por ello después.

Desconfía de las apariencias: que tu sustancia no se parezca a lo que buscas puede ser indicativo de que te han dado gato por liebre, pero como todo es imitable (color, olor, textura, brillo...), que tu sustancia se parezca mucho a lo que buscas tampoco es un indicativo de su buena calidad o pureza.

Confía en los efectos: en este sentido, una de las mejores estrategias de reducción de riesgos es la de tomar una pequeña dosis de prueba para valorar los efectos antes de decidir si consumir la dosis normal.

Aunque la adulteración sea una práctica extendida, no es habitual que tenga resultados tan catastróficos o inmediatos como comúnmente se piensa. Aunque el camello busque sacar el mayor beneficio al menor coste (y esto se haga muchas veces a costa de la salud o la seguridad del consumidor), en la inmensa mayoría de los casos, los dealers tampoco quieren perder clientes o arriesgarse a matarlos. Matar a un cliente implicaría ser detectados, detenidos y condenados con una pena de cárcel mucho mayor que la del simple tráfico de drogas. Por ello es muy infrecuente encontrar adulteraciones intencionadas con sustancias muy tóxicas habiendo otras alternativas menos problemáticas, legales (o no ilegalizadas aunque psicoactivas, como las NPS), accesibles y rentables, que además a veces pueden llegar a suponer una menor pena que la venta de la propia droga ilegal pura.

Referencias

1. Energy Control (2021). Adulterantes. Disponible en: https://energycontrol.org/tiposustancia/adulterantes (citado el 2021).

2. Cole, C. (2010). CUT: A Guide to Adulterants, Bulking Agents and Other Contaminants Found in Illicit Drugs. Liverpool John Moores University. Centre for Public Health.

3. EMCDDA - Europol (2019). EU Drug Markets Report 2019. Publications Office of the European Union.

4. Energy Control (2017). Informe sobre las sustancias analizadas en España en 2016 por Energy Control. Disponible en: https://energycontrol.org/files/analisis/informeas2016_full2.pdf

5. Recent Changes in Europe’s Cocaine Market: Results from an EMCDDA Trendspotter Study (diciembre, 2018).

6. Recent Changes in Europe’s MDMA: Results from an EMCDDA Trendspotter Study (abril, 2016).

 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #290

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