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¿Cómo se hacen las drogas sintéticas?

“Ocho horas pa dormir, ocho pa trabajar, ocho pa vivir son muy pocas para mí”. Julia sale del curro en bicicleta, pasa por el súper ecológico evitando la sección de carne y va a correos a recoger el paquete de la ropa de segunda mano que ha encargado por internet. Después de cenar casi se duerme en el sofá, pero se resiste al sueño porque hoy hay fiesta en casa de Luis. Sale con prisa pero baja las bolsas para tirarlas a los contenedores de reciclaje de camino. Cuando llega a su destino, la música ya suena y sus otros cinco amigos ya la están esperando en la terraza, abrigados pero aprovechando que aún no ha llegado el frío. Julia se relaja, se toma una birra y se prepara la bombeta de éxtasis. 

Mientras los demás se hacen las suyas, se queda mirando el chivato y pensando en el largo camino que ha tenido que hacer para llegar a sus manos. Dentro de lo que puede, Julia siempre ha intentado ser coherente con su consumo: comprar pensando en generar el mínimo impacto medioambiental, evitar empresas que explotan a sus trabajadores… No se castiga si no llega a todo, pero intenta estar siempre informada. Y justo en este momento se da cuenta de que no tiene ni idea de cómo se producen las drogas que toma regularmente. ¿Pasarán los filtros que exige al resto de productos?, ¿existen circuitos de comercio justo?

MDMA

El MDMA (3,4-metilendioximetanfetamina) es un empatógeno que se consume en forma de tabletas, a menudo llamadas éxtasis, o en forma de polvo y cristal. La producción de MDMA en Europa se concentra principalmente en los Países Bajos y Bélgica.

El principal ingrediente precursor utilizado en la fabricación mundial de MDMA, el glicinato de PMK, se puede pedir fácilmente en línea a las compañías químicas chinas. Aunque ha sido prohibido recientemente por Naciones Unidas, los vendedores tienen formas de evitar las banderas rojas en la aduana, como esconder el químico en envíos de otros productos inocuos y cambiar las etiquetas.

Aunque existe un canal de entrega especial en Australia (los mayores consumidores de éxtasis del mundo), los mayores compradores de glicerato de PMK son los europeos, en particular los holandeses, los responsables del ochenta por ciento de la producción de drogas sintéticas en el mundo. Así pues, a pesar de que el precursor principal se produce principalmente en China, el MDMA se elabora sobre todo en los Países Bajos.

Anfetaminas

La anfetamina y la metanfetamina son drogas estimulantes sintéticas, que suelen agruparse bajo el nombre de anfetaminas. Ambas drogas se producen en Europa para el mercado europeo. Si bien a nivel mundial la metanfetamina se usa más ampliamente, la anfetamina se ha estabilizado como la droga estimulante más consumida en Europa hoy en día después de la cocaína (alrededor de 12,5 millones de europeos han consumido anfetaminas a lo largo de su vida, y unos 2 millones las han consumido en el último año). Y en muchos países, especialmente en el norte y este de Europa, es la segunda droga ilícita más consumida después del cannabis. Los datos disponibles indican que la producción de anfetaminas se realiza principalmente en Bélgica, los Países Bajos y Polonia, y en menor medida en los Estados bálticos y Alemania.

Típicamente, todas las etapas de producción de anfetaminas se llevan a cabo en el mismo lugar. Aunque algunas anfetaminas se fabrican en pequeños laboratorios de “cocina”, la gran mayoría se produce en instalaciones de tamaño mediano a grande o “industrial”.

Problemas éticos asociados

Tanto el MDMA como las anfetaminas son producidos, transportados y consumidos en territorios con legislaciones que los prohíben. Esto lleva asociadas una serie de consecuencias negativas.

En primer lugar, las organizaciones que se encargan de su producción tienen que sortear la ley, por lo que muchas veces se trata de redes de delincuentes que pueden poner en peligro a su entorno. Por el otro lado, al ser un trabajo no regulado, pero con una gran demanda, el papel de intermediario o de camello puede ser visto como un método para conseguir dinero de manera fácil y rápida por algunos jóvenes, con consecuencias graves para ellos y su entorno si son pillados por la policía. En resumen, las redes de tráfico por las que se mueven las drogas que necesitan una gran organización fuera de la legalidad pueden provocar grandes daños en sus comunidades.

En segundo lugar, nos hallamos con los problemas medioambientales. La producción de drogas en clandestinidad también implica una gestión de los residuos para nada transparente. Estos son desechados en zonas poco transitadas durante la noche. Ejemplificador es el caso de Holanda, donde su postura “más” liberal con las drogas actúa como reclamo para las organizaciones que producen éxtasis, pero su postura al fin y al cabo prohibicionista propicia una nula gestión de los residuos. El resultado es que la mayoría de ellos son abandonados al bosque. Así es como en el año 2011 fueron encontrados sesenta vertederos en los casi dos mil seiscientos kilómetros de tierra alrededor de Breda gestionados por el Staatsbosbeheer, el departamento forestal nacional. Los residuos consisten en garrafas y tanques llenos de ácido fórmico y sulfúrico e hidróxido de sodio, sustancias tóxicas y potencialmente explosivas.

Finalmente, tenemos los problemas de salud asociados a la síntesis. Los ciclos de producción no pasan sistemas de control ni los productos finales pueden medirse a través de sellos de calidad. Por el otro lado, la cadena de mando es larga y escalonada, por lo que sus integrantes pueden encontrar conveniente adulterar el producto para sacarle más provecho. Por este motivo, siempre es importante analizar una muestra de la droga que queremos tomar en algún servicio de análisis.

Cápsulas y pastillas

El caso de las NPS

¿Qué pasa con las drogas sintéticas que no están prohibidas?, ¿nos ahorraríamos todos estos problemas?

Hablemos de NPS (new psychoactive substances), drogas narcóticas o psicoactivas que no están bajo control internacional. Esto significa que no están listadas en la Convención Internacional de Drogas de Naciones Unidas de 1961 o 1971, que son tratados internacionales que dictaminan qué drogas están bajo control, como la cocaína, el cannabis, la heroína, la anfetamina, el LSD y la metanfetamina.

Las NPS pueden ser encontradas en diferentes productos como los legal highs, químicos para la investigación, suplementos alimenticios o drogas de diseño, pero también podrían incluir medicinas. No obstante, se considera que las NPS también pueden significar un peligro para la sanidad pública y causar daños sociales, justo igual que las drogas listadas en la convención, por lo que sí que pueden estar controladas (desde individualmente por su nombre o englobadas dentro de una definición genérica basada en su química o efecto) a través de la legislación nacional o a nivel europeo. Lo que define realmente una NPS es su situación legislativa, por lo que una sustancia considerada NPS puede dejar de serlo si se incluye en las convenciones internacionales de Naciones Unidas, como es el caso de la mefedrona, que a partir del 2015 dejó de ser una NPS, o puede estar controlada en distintos territorios nacionales y seguir siendo una NPS.

Muchas de las NPS emulan los efectos de las drogas controladas internacionalmente. Por ejemplo, las catinonas sintéticas se usan como sustitutivos de estimulantes como las anfetaminas o la cocaína, y los cannabinoides sintéticos, como reemplazantes del cannabis. A finales del 2018, el Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías (OEDT) estaba monitoreando más de setecientas treinta nuevas sustancias psicoactivas, cincuenta y cinco de las cuales se detectaron por primera vez en Europa en el 2018. En la mayoría de los casos, las compañías químicas y farmacéuticas en China producen estas nuevas sustancias psicoactivas en grandes cantidades. Desde allí se envían a Europa, donde se procesan en productos, se empaquetan y se venden. También encontramos laboratorios descentralizados e independientes que concentran toda la cadena productiva en un mismo lugar, en países europeos como el Reino Unido, Bélgica y los Países Bajos.

En este caso podríamos llegar a sortear el primer gran inconveniente, el de las redes de tráfico criminales, pero nos encontramos expuestos otra vez ante el problema medioambiental. Quizá no tenemos casos como los vertederos de Breda porque la producción no es tan grande, pero la situación es muy similar y podría pasar exactamente lo mismo. Al no haber tantos intermediarios y al ser sustancias que se pueden comprar por internet y enviar por correo postal argumentando que son para fines científicos y no para el consumo humano, el sistema de adulteración que presentaba la cadena productiva de los otros casos no se aplica. Aun así, es importantísimo que estas sustancias también sean analizadas antes de consumirlas, ya que cualquier fallo durante su elaboración podría ser también fatal.

En un marco prohibitivo, la producción de las drogas se tiene que desarrollar en la clandestinidad, abocándonos a un montón de dilemas éticos difíciles de sortear. Como siempre, la mejor manera de estar tranquilos es una cadena de producción que no atraviese fronteras nacionales (en general, pero sobre todo entre países que están en situación de desigualdad) y, si puede ser, que conozcamos el tipo de gente que la lleve y su idea de negocio.

Referencias

What are new psychoactive substances? (EMCDDA)
Hamilton's Pharmacopeia: The Synthetic Marijuana Steampunk Rock Opera (VICE)
Inside the multi-million dollar drug labs where your MDMA is- made (The Feed)
En Holanda hacen tanto éxtasis que la tierra es tóxica (VICE)
The MDMA Highway: From cook to consumption (The Feed)

 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #275

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