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Óxido nitroso: ¿y tú de qué te ríes?

Tu colega Julio es cocinero y hoy ha ido de compras. Cansado de montar la nata a mano, se ha comprado un sifón de nata y con él le han vendido unas cargas parecidas a un enorme supositorio metálico. Os explica que si hincháis unos globos con ellas podéis conseguir un colocón corto pero intenso. Os ponéis manos a la obra.

En ese mismo momento, en las calles de un concurrido pueblo turístico de las islas baleares, un grupo de turistas alemanes con ganas de fiesta están realizando por unos pocos euros el mismo ritual de la mano de un vendedor desconocido. Cuando cada uno tiene un globo en la mano, a la de tres, os ponéis a respirar de él una y otra vez. Entonces una electrificante sensación recorre vuestra piel, el tiempo se estira y sin motivo aparente os estáis partiendo la caja como nunca. En unos segundos que tal vez os han parecido una eternidad, la sensación se acaba y ahí estáis, en el salón de la casa de Julio, mirándoos unos a otros con cara de estupefacción. Unos desconocidos turistas a kilómetros de vosotros acaban de pasar por una experiencia similar.

El óxido nitroso, más conocido como gas de la risa, fue descubierto en el siglo xviii. Su uso médico como anestesia menor tardó más de cuarenta años, hasta 1844, en empezar a aplicarse. Actualmente, el uso anestésico sigue vigente, principalmente para intervenciones a gente con un elevado riesgo de sufrir complicaciones respiratorias con la anestesia moderna, o en ámbitos en los que no hay un anestesiólogo presente.

En cambio, muy rápidamente, ya desde el 1799, fue utilizado con motivos recreativos por la clase alta británica, quien montaba las llamadas “fiestas del gas de la risa.” Sus primeros usuarios, más allá de una intensa y breve euforia, reportaban también que importantes revelaciones místicas podían tener lugar en el apogeo de sus efectos. Revelaciones, sin embargo, que en el momento eran casi imposibles de transmitir y que una vez acabados los efectos eran también difíciles de recrear.

Es difícil hablar de dosificación con esta sustancia, ya que es de las pocas drogas que se encuentra en estado gaseoso. Como el óxido nitroso no se metaboliza, y al ser un gas se expande para llenar los pulmones, dependerá más del tiempo que el gas esté dentro de nuestro sistema que no de la cantidad que originalmente se encontraba en el globo. Entonces, la dosis “estándar” suele considerarse un globo, que suele poder llenarse con el contenido de una o dos cargas.

A esto hay que añadirle que el mecanismo de acción permanece misterioso a la ciencia. Si bien parece claro que afecta a un buen número de sistemas neuronales como son el sistema opioide endógeno o el sistema GABA, no está claro cómo la hace. Al fin y al cabo no es para menos, el óxido nitroso es una de las poquísimas sustancias inorgánicas con efectos psicoactivos conocidos.

A nivel de efectos, podemos distinguir tres matices: efectos anestésicos, euforizantes y alucinógenos. Los efectos anestésicos son, tal y como hemos comentado, los que se buscan en la utilización médica de la sustancia. Actualmente se usan principalmente al principio de la anestesia para inducir el estado de sedación. Los efectos euforizantes son los que le dan el sobrenombre al gas, y se refieren a su capacidad para provocar una intensa risa a aquellos que lo consumen.

Molécula de óxido nitroso

Otro tema aparte son los efectos alucinógenos. El óxido nitroso se clasifica como una droga de tipo disociativo, como la ketamina. Esta manera de clasificarlo viene dada porque sus efectos alucinógenos se encuentran estrechamente relacionados con sus efectos anestésicos. Por tanto, sus efectos difieren de lo que comúnmente entendemos por droga alucinógena. Por así decirlo, si a nivel subjetivo el LSD o “las setas mágicas” lo que provocan son cambios en la manera en que gestionamos los estímulos externos y asociamos estos a nuestros recuerdos y estructuras de pensamiento, las drogas disociativas provocan un estado de alucinación más bien basado en la reducción drástica del flujo de estímulos externos.

Por eso no es raro que ciertos pensamientos internos parezcan sorprendentemente impactantes bajo los efectos de la sustancia. Cuenta la leyenda que cuando un periodista le pidió a Einstein una explicación sobre la ley de la relatividad, este le respondió: “¿Puede usted explicarme lo que es un huevo frito? Hágalo imaginando que no sé lo que es un huevo ni una sartén ni el aceite ni el fuego”. De un modo similar los efectos disociativos pueden hacer que momentáneamente redescubramos cosas que hasta entonces dábamos por sentadas bajo una nueva luz. Esta sensación, junto con ciertos efectos ansiolíticos suaves, podrían desempeñar un importante papel en los antes mencionados efectos euforizantes, al provocarnos una divertida sensación de absurdo. Por el otro lado, también puede dar lugar a experiencias de intensidad inesperada que pueden resultar desagradables.

Como hace más de cien años que se usa en un ámbito médico, se sabe que su uso puntual y con las precauciones adecuadas presenta muy pocos riesgos. Comparado con una intervención quirúrgica, la cantidad que se puede inhalar en una “sesión” lúdica es menor. Su uso continuado, sin embargo, sí que presenta efectos secundarios. En varios estudios e informes clínicos, se vincula a niveles de neurotoxicidad y problemas del sistema nervioso derivados de una falta de vitamina B12. Los principales riesgos agudos de la sustancia provienen de sus efectos físicos o de la asfixia. En general, resulta una mala idea tomar óxido nitroso de pie, pues lo más probable es que nos caigamos irremediablemente, al verse afectadas severamente nuestras capacidades motoras. Es por eso que siempre es mejor tomar el gas mientras se está sentado o tumbado, al menos las primeras veces.

Otro importante riesgo es el de asfixia. Al respirar óxido nitroso, especialmente sin oxígeno presente en la mezcla como es el caso de los globos hinchados con cargas de sifón, nuestro cuerpo no está recibiendo oxígeno durante un corto periodo de tiempo. Además, esto ocurre sin que nos demos cuenta, pues el mecanismo principal del cuerpo para detectar que se produce asfixia depende de que haya altas concentraciones de dióxido de carbono en la sangre, pero si simplemente no hay oxígeno, no se acciona este mecanismo. Para evitar el riesgo de asfixia conviene hiperventilarse ligeramente antes de coger el globo, sobre todo no realizar demasiadas inhalaciones seguidas (con uno o dos globos debería bastar) y respirar entre inhalación e inhalación. Esto último puede resultar complicado, ya que debe respirarse del globo, echar el aire dentro otra vez, inspirar y expirar fuera, volver a respirar del globo y repetir.

De las fiestas de la jet set británica del siglo xviii a las calles de Ibiza, pasando por quirófanos, dentistas y cocinas, el gas de la risa es una sustancia cuyo uso parece estar lejos de desaparecer. Así que, si se decide algún día consumirla, hay que hacerlo con precaución y aprovechar para preguntarse: “¿Y yo de qué me río?”.

Referencias

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1821130
https://psychonautwiki.org/wiki/Nitrous
https://en.wikipedia.org/wiki/Nitrous_oxide

 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #257

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