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Cocaína: cuando más puede ser menos

Imagina que eres un consumidor ocasional de cocaína desde hace años. Las has visto y consumido de todo tipo: algunas más fuertes, algunas más flojas, unas que dormían más la garganta, otras que duraban más de lo habitual… Lees las noticias y sabes que la cocaína suele estar adulterada, lo que hace que no te extrañen estas variaciones. Como de tanto en tanto, has comprado un gramo por la nada despreciable cantidad de sesenta euros. Estás en casa y decides prepararte tu raya habitual. Cuando la tomas, a los minutos, no te sienta bien: mareos, un fuerte dolor de cabeza, tensión. Decides llevarla a analizar, pues piensas cantarle las cuarentas a tu proveedor. Cuando recibes el resultado, se trata de una cocaína del noventa por ciento de pureza. ¿Cómo puede ser?

La cocaína proviene de la planta de la coca. El uso de esta planta en el área de los Andes parece remontarse hasta hace al menos tres mil años, según los datos arqueológicos. En estas zonas y otras del Amazonas, su consumo se realizaba, y se realiza aún hoy, en diferentes presentaciones: ya sea mascada, como harina, infusiones… Por estas vías de administración, sus efectos son los de ligera estimulación, suaves efectos anestésicos y reducción de los estados desagradables producidos por las necesidades físicas: cansancio, hambre, frío…

Controlada por el imperio inca y, posteriormente, por el imperio español, en 1750 unos arbustos de cocaína fueron llevados a Europa. No fue hasta un siglo más tarde, en 1855, que el principio activo principal de la planta fue aislado. Había nacido la cocaína, entonces llamada “eritroxilina”. La cocaína pasó a tener numerosos usos: como anestésico local, para combatir la fatiga crónica, para tratar adicciones, como revitalizante, incluso, y como parte de la tradición médica machista, como tratamiento de la histeria femenina. Algunos veían en ella la panacea universal, otros, una fuente de abusos y adicciones. El hecho es que con la llegada de los movimientos prohibicionistas la cocaína fue uno de sus primeros objetivos, y ya en la Convención de La Haya de 1912 fue prohibida, hasta llegar a su situación actual.

La cocaína es un alcaloide tropano cristalino de efectos estimulantes. Algo muy importante en el caso de la cocaína es que sus vías de administración dependen principalmente de su presentación. Para esnifarla es conveniente que se encuentre en la forma habitual, y por todos conocida, del clorhidrato de cocaína, que suele verse en polvo blanco y a veces pastoso. Importante remarcar que la mayor parte de la cocaína en polvo se descompone y no tiene efecto si pretende fumarse, como sucede con los “chinos”: cigarrillos “bañados” en el polvo. El crac o cocaína en base, en cambio, puede y suele fumarse si se quieren conseguir sus efectos. Ambas vías difieren principalmente en duración, siendo la base fumada la que produce efectos más intensos y una duración mucho menor que la coca esnifada. La dosis varía en función de varios factores, como las características físicas y psicológicas del usuario, la pureza de la cocaína, la tolerancia de cada persona y la vía de consumo. Una dosis común de cocaína esnifada suele estar entre los 30 y 70 mg, y por vía fumada, entre 15 y 50 mg.

Molécula cocaína

En general, sus efectos son de estimulación, euforia, desinhibición, sensación de seguridad en uno mismo e inflación del ego. Esencial tener en cuenta que la cocaína es una droga con una duración mucho menor que la de la mayoría del resto de drogas estimulantes, aproximadamente una hora, hora y media. Esto puede llevar a compulsivas redosificaciones, en forma de viajes al baño cada hora, por ejemplo.

Otro hecho a destacar es la relación de la cocaína y algunos de sus adulterantes. La mayoría de cocaína en España está adulterada (el 68% de las cocas analizadas por Energy Control en el 2016 estaban adulteradas), y cada adulterante parece ser pensado para cumplir una función. El adulterante más típico es el levamisol, un antiparasitario que, según parece, potencia los efectos de la coca, además de debilitar el sistema inmunitario si se usa con frecuencia. También es muy común encontrar fenacetina, un antiguo fármaco que se retiró del mercado por su tendencia a dañar el hígado, pero que añade un lustre y brillo muy atractivo a la coca. Por último, a menudo encontramos otros anestésicos locales como la benzocaína o la lidocaína (sí, el fármaco de las pastillas para la garganta), que en dosis altas pueden dar problemas con el sistema cardiovascular. De especial consideración es que estos riesgos aumentan, así como otros, al consumirse con alcohol. De hecho, la mezcla de cocaína y alcohol hace que dentro del cuerpo se produzca una tercera sustancia llamada cocaetileno. Esta sustancia tiene una duración más larga que la cocaína a secas, pero es sustancialmente más dañina para el corazón.

Riesgos y placeres aparte, lo que parece estar constatado es que el consumo de cocaína ha aumentado en los últimos años en Europa, además de incrementar la pureza media de la cocaína, bajar la cantidad media de adulterantes y el precio. La razón de esta tendencia es un misterio, pero no hay duda de que está ocurriendo. La pureza media de las muestras de cocaína analizadas por Energy Control pasó de un 48% en el 2015, a un 62% en el 2016, y un 66% en el 2017 y el 2018.

Los datos de prevalencia de consumo se confirman al compararlos con el de otros indicadores; por ejemplo, los provenientes de analizar las cantidades de droga en las aguas de las alcantarillas. De hecho, y según esta medición, no hace mucho una pequeña ciudad de Murcia, Molina de Segura, aparecía en el top 10 de ciudades europeas con mayor consumo de cocaína. No es para menos. En España somos líderes mundiales, por detrás del Reino Unido, en el consumo de esta sustancia.

¿Más cocaína, más pura y con menos adulterantes? Parece el sueño húmedo de cualquiera de sus consumidores, así como el eslogan de una empresa de reparto a domicilio de cocaína. Esto último no es del todo imposible, pues uno de los factores que parece estar relacionado con este aumento en cantidades y pureza podríamos encontrarlo en la Deep Web y los mercados de drogas en línea.

Sobre si es una buena noticia para sus consumidores, no es tan fácil. Sí, menor adulteración suele implicar menos efectos no deseados y menos consecuencias negativas a largo plazo. Además que nos sale más rentable, pues probablemente compremos más sustancia por el mismo precio de siempre o menos. Ahora bien, si estamos acostumbrados, pongamos por caso, a una raya de dos centímetros y la pureza de nuestra cocaína solía ser del cuarenta por ciento, en caso de encontrarnos con una cocaína del ochenta por ciento deberíamos disminuir el tamaño a un centímetro. Es una simple regla de tres. De lo contrario, nos puede suceder como en el ejemplo del principio, y que aquello que en principio tenía que ser mejor nos acabe sentando peor.

La cocaína es una droga que, sobre todo en los ochenta, se ha visto asociada a la riqueza y los excesos. De la misma manera que su consumo y calidad podrían estarse generalizando a todas las capas de la sociedad, deberían generalizarse las debidas precauciones. Y es que, como con el resto de las drogas, menos es más, incluso, y especialmente, si nos encontramos con mayores purezas.

Referencias

https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20150604/espana-lider-de-la-ue-en-consumo-de-cocaina-y-cannabis-4246319
https://abd.ong/blog/en/general-en/increase-the-purity-of-drugs-and-lower-adulteration
https://es.wikipedia.org/wiki/Erythroxylum_coca
https://es.wikipedia.org/wiki/Coca%C3%ADna
https://dancesafe.org/cocaine
https://www.losreplicantes.com/articulos/pueblo-murcia-cocaina

 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #255

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