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Kratom, la llamativa mitra traída de Oriente

Se acerca el verano y nos planteamos dónde podríamos ir de vacaciones. Una región que últimamente ha ganado popularidad es el sudeste asiático, famoso por sus frondosas selvas y playas turquesas. Y, por desgracia, por sus intransigentes leyes hacia las drogas. En estas tierras podemos encontrar diversas sustancias de origen botánico que hasta hace no mucho eran casi desconocidas en los países occidentales, como la nuez de areca o el kratom. Hoy hablaremos de la historia, farmacología, legalidad y análisis de la Mitragyna speciosa, comúnmente conocida como kratom. 

Los orígenes del kratom 

Si comprásemos kratom hoy en día, lo más probable es que obtuviéramos un polvo verdoso con olor a hierba. Sin embargo, este polvo es en realidad la hoja seca y molida de un árbol científicamente conocido como Mitragyna speciosa. Esta especie fue descrita en el siglo xviii por el botánico holandés Pieter W. Korthals. Su nombre se deriva de la similitud de las hojas de este árbol a la mitra de un obispo (Mitragyna proviene de la palabra mitra); speciosa, por otro lado, quiere decir ‘llamativa, ostentosa’. La palabra kratom, en cambio, proviene del nombre que recibe esta especie vegetal en tailandés. Suele medir hasta quince metros de alto, y produce unas hojas de color verde oscuro que pueden alcanzar los dieciocho centímetros de largo y diez centímetros de ancho. Es oriundo de toda la zona del sudeste asiático, donde se lleva consumiendo durante siglos. Tradicionalmente, se arrancan las hojas frescas, se eliminan las venas del resto de la hoja y se mascan. Esto produce un ligero efecto estimulante, que ayuda a la persona consumidora a trabajar. De manera similar a las hojas de coca, los principios activos del kratom se absorben por las mucosas.

¿Cuáles son los principios activos del kratom? 

Primero, me gustaría definir un término crucial antes de introducirlo: alcaloide. Según la RAE, un alcaloide es un “compuesto orgánico nitrogenado, como la morfina o la cocaína, producido casi exclusivamente por vegetales”. Para que un compuesto químico se considere orgánico tiene que contener dos elementos: carbono e hidrógeno. Sin embargo, puede haber otros elementos presentes: nitrógeno, oxígeno, azufre, etcétera. Entonces, si tenemos un compuesto orgánico que contiene nitrógeno y proviene de una planta, lo consideraremos un alcaloide. Como bien dice la RAE, es el caso de la cocaína y la morfina. No se sabe muy bien por qué, pero se cree que las plantas generan estos compuestos para defenderse de  depredadores. Los humanos, sin embargo, hemos sido capaces de aislar e identificar estos compuestos y, posteriormente, encontrar una utilidad para los mismos. 

En el caso del kratom, si bien existen diversos alcaloides presentes en el árbol, el más abundante es la mitraginina, que representa el sesenta y seis por ciento del total de los alcaloides, y es el que ejerce los efectos psicoactivos del árbol. Entre los alcaloides minoritarios, cabe destacar la 7-hidroximitraginina, que es más activa que la mitraginina, pero solo está presente en un dos por ciento.

Mitraginina - 7-hidroximitraginina

¿Qué hace el kratom en nuestro cuerpo? 

Ahora vamos a indagar un poco en cómo actúa el kratom en nuestras carnes una vez lo ingerimos. Como comentaba previamente, a dosis bajas, las hojas mascadas de este árbol pueden producir un efecto estimulante. Esto va un poco en contra de la creencia popular de que el kratom es un depresor de tipo opioide. Lo cierto es que es a dosis moderadas y altas cuando comienzan a aparecer estos efectos narcóticos. ¿Cómo es esto posible? Al igual que otros opioides, como el fentanilo o la metadona, la mitraginina y la 7-hidroximitraginina actúan sobre el receptor opioide mu (µ). A modo de pequeña curiosidad, este receptor se llama así porque la morfina lo activa, y el equivalente de la letra eme (m) en el alfabeto griego es la letra mu (µ). 

Por definición, se considera opioide cualquier sustancia que active este receptor y provoque efectos similares a la morfina. La mitraginina y la 7-hidroximitraginina se unen a este receptor, pero también son capaces de interactuar con muchos otros receptores, entre ellos de serotonina y adrenalina, lo cual podría explicar sus propiedades estimulantes a dosis bajas. También cabe destacar que la actividad de los alcaloides del kratom sobre los receptores opioides µ es diferente a los opioides clásicos. Parece ser que los alcaloides de la Mitragyna speciosa tienen el potencial de activar preferentemente ciertas cascadas bioquímicas que, resumiendo, disminuyen los efectos adversos clásicamente relacionados con los opioides, como la depresión respiratoria. Asimismo, esta curiosa farmacología podría propiciar los efectos beneficiosos que se han descrito para el kratom. De hecho, está comenzando a estudiarse su potencial como agente antidepresivo, ansiolítico y antipsicótico.

El kratom ante la ley 

Como toda nueva sustancia psicoactiva que es introducida en nuestra sociedad, la aparición del kratom ha causado pánico moral y diversos intentos de criminalización. Es un acto reflejo que parece que nuestra sociedad no puede evitar. En diversos países, como Australia, Bulgaria o Reino Unido, este árbol y los alcaloides activos son sustancias fiscalizadas. También en Malasia, uno de los países donde la planta crece de manera nativa, y este año se fiscalizará también en Indonesia. 

Sin embargo, no todo son noticias de prohibición, por suerte. En el 2016, en Estados Unidos, la Drug Enforcement Administration (DEA) anunció que tenía intención de incluir el kratom en la Lista 1 (Schedule I) de la Ley de Sustancias Controladas (Controlled Substances Act), esgrimiendo que representaba un terrible peligro para la salud pública. Sin embargo, esto provocó el alzamiento de miles de voces. Muchas de estas eran de personas que consumían kratom para tratar dolores crónicos (en vez de usar otros opioides clásicos), o incluso de gente que lo estaba utilizando para paliar el síndrome de abstinencia que padecían de otros opioides. Si se hubiera ilegalizado el kratom, muchas de estas personas tendrían que consumir opioides por receta (como la oxicodona) o recurrir al mercado negro, con todos los riesgos que eso conlleva. No nos olvidemos de que hoy en día muchos de los opioides que se venden en las calles de Norteamérica están contaminados con fentanilo y sus derivados. Finalmente, la DEA dio un paso atrás y optó por no fiscalizar esta sustancia. 

Kratom, la llamativa mitra traída de Oriente

Algo similar pasó en el 2021 a nivel internacional. El Expert Committee on Drug Dependence (ECDD) está formado por un conjunto independiente de expertos en el ámbito de las drogas y los fármacos, y es parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este grupo es el encargado de producir informes en los que da recomendaciones al secretario general de las Naciones Unidas sobre qué acciones deberían tomarse sobre cierta sustancia psicoactiva. A nivel internacional, existen dos grandes tratados que controlan las sustancias psicoactivas: la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961, y el Convenio sobre Sustancias Sicotrópicas de 1971. La primer regula el cannabis, la coca y la cocaína, y el opio y todos los opioides, naturales y sintéticos. La segunda regula estimulantes (como la anfetamina), depresores (entre estos, benzodiacepinas y barbitúricos), psicodélicos y disociativos. Si el ECDD considera que una sustancia debería ser incluida en alguno de estos tratados, se lo comunica a la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas, que es quien tiene la capacidad de llevar a cabo este proceso. Resulta que, en el año 2021, el ECDD, después de evaluar toda la evidencia científica, concluyó que no había evidencia suficiente para prohibir a nivel internacional el kratom o sus dos alcaloides principales, la mitraginina y la 7-hidroximitraginina. Recomendó, sin embargo, que debería mantenerse bajo vigilancia. Esto fue alabado por muchos colectivos y expertos en el área. 

Finalmente, el caso de Tailandia requiere nuestra atención. El kratom fue prohibido en este país en el año 1943; y no, no fue por razones de salud pública, sino por motivos económicos. En aquella época el comercio legal con opio representaba un lucrativo negocio para el país, y el gobierno se percató de que muchas personas que consumían opio estaban pasándose al consumo de kratom para poder manejar mejor su dependencia. ¿Qué decisión tomó el gobierno? Ilegalizar el kratom. Esta ridícula prohibición se mantuvo hasta el 2018, año en el que Tailandia legalizó el kratom para fines terapéuticos. En el año 2021, el país optó por legalizar totalmente el árbol, y se concedió la amnistía a más de doce mil personas que habían sido condenadas por delitos relacionados con el kratom. 

Parece que poco a poco se va avanzando. Sin embargo, aún hay mucha gente que aboga por una mejor regulación del kratom, en la que el producto que se compra está regulado y ha pasado unos estándares de calidad, como sucede con el alcohol o los productos con cafeína. Y es que, si bien no es lo más común, es posible encontrarse productos vendidos como kratom que están adulterados. Hasta que no exista un buen mercado regulado, lo mejor que se puede hacer en estos casos es analizar el kratom.

¿Qué vemos cuando analizamos kratom? 

Desde que Energy Control tiene registros (año 2009), solo se han analizado diez muestras de kratom, y en ninguna de estas se encontró adulteración alguna. La baja cantidad de muestras analizadas nos puede indicar una baja prevalencia del consumo de esta sustancia en España, o poca preocupación por una posible adulteración. Sin embargo, siempre es recomendable analizar aquello que vaya a ser consumido, pues nunca podemos saber con certeza cuál es la identidad de un producto no regulado. 

Cuando se analiza una sustancia de origen sintético, como la MDMA, solo detectaremos un componente, siempre y cuando no esté adulterada. No obstante, en el análisis de kratom se puede observar una variopinta mezcla de compuestos. 

Antes de explicar qué se ve cuando se analiza esta sustancia, primero me gustaría desgranar un poco cómo funciona la técnica que se utiliza para realizar este análisis: la cromatografía de gases acoplada a masas. Es un nombre complicado y largo, pero el fundamento es simple. Antes de nada, la muestra se disuelve en un disolvente para extraer o solubilizar los componentes, y se filtra para eliminar las partes insolubles (como si estuviéramos haciendo una infusión). A continuación, la disolución resultante se introduce en la máquina (la palabra técnica es instrumento), en la que la muestra se calienta a muy altas temperaturas hasta volatilizarla. Gracias a una corriente de un gas inerte (normalmente, helio), los compuestos volatilizados se pasan por el interior de un filamento muy largo. Las paredes del filamento contienen un recubrimiento que es capaz de retener cada compuesto de una manera un poco diferente. Entonces, si bien al principio del filamento todos los componentes salen mezclados a la vez, se van viendo retenidos por este recubrimiento interior de diferente manera, por lo que se van separando en función de sus propiedades químicas. Al final del filamento hay un detector que es capaz de identificar cada compuesto, y el resultado final es un cromatograma. Cada pico (bulto) en el cromatograma son compuestos que se han ido separando. Además, podemos saber exactamente en qué minuto ha sido detectado por el instrumento.  

En el caso del kratom, si miramos de izquierda a derecha del cromatograma, primero aparecen diversos azúcares y compuestos similares, que se encuentran naturalmente presentes en las hojas del árbol. Entonces, si seguimos avanzado, aparecen los alcaloides que nos interesan. El pico más grande es el de la mitraginina. Como comentaba, este es el alcaloide principal. Los otros picos cercanos a este son los otros alcaloides. 

Cromatograma

Si viéramos algún pico raro en el cromatograma, por ejemplo, uno que coincidiera con un opioide sintético, lo podríamos identificar rápidamente, y concluiríamos que la muestra se encuentra adulterada. La recomendación en este caso hipotético sería no consumir la sustancia.

Reducción de riesgos con kratom 

Supongamos que alguien ha comprado kratom, lo ha analizado y sabe que ha obtenido una muestra legítima sin adulteraciones. Antes de probar una sustancia psicoactiva, lo recomendable es siempre consumir una dosis muy baja para confirmar que no hay ninguna reacción alérgica inesperada. Si no se experimenta ningún efecto extraño, entonces se puede subir la dosis. 

En el caso del kratom, se considera una dosis baja entre dos y tres gramos. Esta dosis tendrá un efecto más bien estimulante. Entre tres y cinco gramos es una dosis moderada, y a partir de cinco gramos ya es una dosis alta. Es posible que comenzando con una dosis moderada los efectos sedantes y narcóticos remplacen a los efectos estimulantes. 

Entre los efectos adversos más comunes encontramos las náuseas y el estreñimiento, que se verán acentuados al aumentar la dosis. No hay que olvidar que el kratom es un opioide, por lo que un consumo habitual puede generar dependencia y síndrome de abstinencia, aunque parece que estos efectos son más ligeros comparados con otros opioides. Finalmente, es muy importante no mezclar kratom con otros depresores. Existen muy pocas muertes asociadas al kratom, y en la mayoría de los casos estas se deben a la mezcla de kratom con otras sustancias depresoras, o a problemas de salud subyacentes. De hecho, habría que consumir cantidades ingentes de kratom para alcanzar una sobredosis letal en una persona sana, y mucho antes de llegar a estas dosis las náuseas serían insoportables. 

Pero ha habido muertes, por desgracia, y lo más común es que se deben a consumir paralelamente kratom y una sustancia depresora, como otros opioides, alcohol, benzodiacepinas, etcétera. De hecho, han aparecido muestras de kratom en el mercado adulteradas con otro opioide, o-desmetiltramadol, que han provocado alguna muerte. Finalmente, si se están consumiendo otros fármacos, es muy importante revisar que no haya ninguna posible interacción peligrosa.

El futuro de la bella mitra 

En este artículo hemos explorado las múltiples facetas del kratom. Al igual que muchas otras sustancias con un uso tradicional, su introducción en el mundo occidental ha causado mucho revuelo. Sin embargo, y a diferencia de otras plantas como el khat o la coca, parece ser que está soportando las embestidas de la prohibición, en parte gracias a un fuerte movimiento civil que aboga por una regulación apropiada de esta sustancia. Aún queda mucho por descubrir de esta hoja venida del sudeste asiático. ¿Será una posible solución a la epidemia de sobredosis que está arrasando Norteamérica?, ¿podremos acabar de entender cómo funciona y su potencial como tratamiento?, ¿o acabará en la exclusiva lista de las sustancias prohibidas, cerrándose todas las puertas?

Referencias

  1. Han, C.; Schmitt, J.; Gilliland, K.M. “Dark Classics in Chemical Neuroscience: Kratom”. En: ACS Chemical Neuroscience, n.º 11 (23), pp. 3.870-3.880, 2020. DOI: 10.1021/acschemneuro.9b00535
  2. World Health Organization - Kratom, mitragynine, 7-hydroxymitragynine. (consultada: 27 de mayo de 2024).

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #319

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