La historia que os contamos este mes es un ejemplo de lo inútil, ineficaz y perniciosa que es la política actual contra el tráfico de drogas. Cosme, así le llaman, era comandante jefe de la Policía Judicial y de Información en la Comandancia de la Guardia Civil de Granada, con funciones de coordinación y dirección, entre otros, del Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) y de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial, con mando en todas las operaciones antidroga realizadas en el ámbito de la comandancia de la que era jefe.
Tenía, por lo tanto, un buen cargo, por lo que debería tener un buen sueldo. Pero consideraba que no le era suficiente, porque, al parecer, se dedicó durante un tiempo a trabajar para los que debía perseguir, organizando la entrada de alijos de hachís procedentes de las costas de Marruecos, o eso al menos es lo que estableció una sentencia del Tribunal Supremo a la que hemos tenido acceso. Para conseguir su condena se necesitó una investigación policial muy compleja y un largo proceso judicial.
Se celebró un primer juicio, en el que el agente fue absuelto, a pesar de que en los hechos probados de la sentencia se establecía que, efectivamente, quedaba probado que había organizado una operación de tráfico en tres fases, que ahora os contamos en detalle. El Ministerio Fiscal recurrió la sentencia y el Tribunal Supremo estimó el recurso, y ordenó a la Audiencia, como tribunal sentenciador, que volviera a dictar sentencia, en base a los mismos hechos probados de la sentencia absolutoria.
Finalmente, fue condenado a cuatro años y once meses de cárcel, por un delito contra la salud pública agravado por las circunstancias de ser funcionario público y la extrema gravedad de la cantidad de la sustancia decomisada, y a dos años y tres meses de prisión y una multa de ciento veinte mil euros, por un delito de cohecho. Si bien las penas de multa son altas, hay que fijarse en que, al final, los siete años y dos meses de prisión no son tanto como para disuadir a alguien de no involucrarse en actividades delictivas que ofrecen tanta recompensa.
En el caso de nuestro amigo Cosme, parece que le pagaban ciento veinte mil euros por operación. El caso por el que fue condenado es de traca. Resulta que el Sr. Cosme tuvo conocimiento de que dos personas eran confidentes de agentes de su comisaría. Consiguió ponerse en contacto con ellos y tramó una estrategia para poder hacer un alijo y, al mismo tiempo, hacer ver que estos eran buenos confidentes que ayudaban a la policía. Lo que ideó fue una operación en tres fases.
Lo que anunció a los agentes de su equipo es que los traficantes iban a hacer una serie de desembarcos, y que en vez de intervenir en el primero, iban a permitir que entraran dos y, al tercero, cogerlos con las manos en la masa, atribuyéndoles la cantidad de los tres alijos. Les dijo que la droga se intervendría, se depositaría en una “guardería”, a la espera de hacer “explosionar” la operación con el tercer alijo. Con los traficantes, pactó otra cosa. Lo que ocurrió entonces es que la organización hizo una primera operación, desembarcando el hachís, que no fue interceptado, ni tampoco los traficantes, y el hachís fue introducido en el mercado ilegal.
En una segunda operación, se hizo lo mismo, asegurando Cosme a los traficantes que la policía no intervenía. En cambio, con en el tercero, un alijo de menor calidad y cantidad, el jefe del operativo, que era nuestro amigo Cosme, sí que ordenó la intervención, pero lo hizo tarde a propósito. De este modo, cuando los agentes recibieron la orden de intervenir, los que habían traído la sustancia por mar escaparon, así como también los que la dejaron en la supuesta guardería.
Cuando llegaron a la guardería encontraron el hachís, asegurando el Sr. Cosme que la sustancia que ahí se encontraba era la relativa a los tres alijos. Y esa fue su versión oficial: que el hachís encontrado era de los tres alijos y que la operación había sido un éxito, aunque parcial, dado que los traficantes se habían escapado en el último momento. Sin embargo, hubo un hecho que hizo levantar las sospechas, y fue la cabeza del hilo por el que se inició toda la investigación contra Cosme: todos los fardos hallados estaban mojados. Si era cierto que era el hachís de los tres alijos, ¿cómo es que todos los fardos estaban mojados?
Y por ese pequeño detalle cayó Cosme, jefe de muchos operativos legales y no se sabe cuántos ilegales. Pero el caso de este mes, más allá de un hecho aislado, nos muestra cómo la corrupción es consustancial a un tráfico ilegal que arroja tantos y tantos beneficios. Y lo inútil que es la acción policial y judicial contra el tráfico, porque toda la investigación que se llevó a cabo solo sirve para condenar a un corrupto. Pero ¿cuántos más habrá si el margen económico para pagar mordidas es tan elevado?